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Sesión Necrológica en memoria del Excmo. Sr. D. Manuel Domínguez Carmona, medalla n.º 4

An Real Acad Farm Año 2019. Volumen 85 Número 4. pp. 311 - 322

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“El hombre, aspectos humanos de Don Manuel”

Excmo. Sr. D. Bartolomé Ribas Ozonas
Académico de Número de la Real Academia Nacional de Farmacia

Excmo. Sr. Presidente de la Real Academia Nacional de Farmacia. Excmas. Sras. y Sres. Académicos. Familiares hijos, nietos, hermana, que nos acompañáis en esta Solemne Sesión Necrológica, en homenaje a nuestro muy querido amigo y compañero Académico, el prof. Don Manuel Domínguez Carmona. Sras., Sres. y amigos.

Sean mis primeras palabras de gratitud a la Junta de Gobierno y a nuestra Sección 5.ª, por haber pertenecido a ella el Profesor Don Manuel Domínguez Carmona y reconocer el alto honor que me conceden para glosar mi estima, admiración y afecto que le tenía y teníamos todos, en esta nuestra tan selecta como entrañable Real Academia Nacional de Farmacia a Don Manuel.

Este que les habla es uno más entre todos los compañeros que le queríamos y que admirábamos su personalidad, virtudes humanas y sus dotes personales. Era un científico, un investigador, sanitario, filósofo, maestro, y mostraba una gran humanidad cristiana. En esta sesión necrológica expresamos nuestra esperanza en volver a verle en la prometida eternidad: San Pablo cita: “Nosotros somos ciudadanos del Cielo…Él transformará nuestra condición humilde según el modelo de su condición gloriosa“. Filipenses 3, 20-21. Esta carta de ciudadanía del cielo que Pablo proclama, coincide con el concepto de “vida eterna” según san Juan. “El que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado tiene vida eterna“. Juan 5, 2. Y el Prof. Domínguez Carmona creía en ello. Para este evangelio nuestra vida celestial comienza ya en este mundo y la muerte no cambia su identidad, solo pone de manifiesto toda su grandeza, que en este mundo está velada en parte “Vitam non tollitur, mutantur”

Su línea de vida profesional fue admirable y única, con un currículo tan rico, extenso y polifacético de vida sanitaria, docente, militar y académica difícil de igualar. Emitió una verdadera brillante estela que solo pueden igualar personas elegidas.

Tuvo una mente privilegiada y dotada, aunque por su humildad, sencillez y conducta normal y coherente jamás se sintió como era, un hombre sabio. Reflexionaba y respetaba las opiniones de los demás, con cortesía y humildad, y con ansias de aprender, de saber y de comprender a los demás.

Sus comentarios siempre constructivos y animados, y cuando lo requería valientes, por ejemplo en su vertiente espiritual, por su extensa formación y segura personalidad. Por ello, es más profundo mi agradecimiento a vosotros, compañeros académicos, que vuestra elección se deba a que le visitaba en su casa, con nuestro compañero, el también profesor y académico correspondiente de la RANF y Numerario de la Real de Medicina de España, Francisco González de Posada, que precisamente hoy no puede acompañarnos por dirigir un curso en estos momentos.

1. RECUERDO DE SU PERSONALIDAD

Su carácter era alegre, siempre de buen humor, rebosando vitalidad y entusiasmo. Son varios los documentos que glosan suficiente y extensamente la vida del profesor Manuel Domínguez Carmona:

a) Su propio currículum oficial;

b) La entrañable y rica contestación a sus discursos de toma de posesión en nuestra Real Academia de Farmacia en marzo 1990, glosado por nuestro también admirado compañero académico Domingo Espinós Pérez; y en la Nacional de Medicina de España en diciembre de 1997, por el académico Gonzalo Piédrola Angulo.

c) A la pormenorizada, biografía y glosa de su personalidad humana elaborada por la Dra. María del Carmen Maroto Vela, Académica de la Nacional de Medicina de España.

d) La hospitalidad de su entrañable y cariñosa vida familiar, abierta a sus compañeros y amigos, que recibían él y su bondadosa y tierna esposa, Mercedes, en su casa de Madrid y de Canarias.

En esta Solemne Sesión Necrológica, en atención al tiempo disponible, me limitaré a precisar al máximo su faceta humana, y los compañeros que me seguirán su biografía como docente, investigador, sanitario y académico.

El profesor Manuel Domínguez Carmona, como él recordaba con satisfacción, nació en Cartagena el 11 de agosto de 1925. Su padre, Alejandro Domínguez Martín, le enseñó a forjar un carácter enérgico y responsable, en su vida y en el trabajo; era Jefe Provincial de Sanidad en Murcia.

Su densa trayectoria universitaria recorre los caminos de: Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Central, hoy Complutense de Madrid, en 1949, y años después el título de Doctor con las máximas calificaciones. Su tesis doctoral titulada “Epidemiología y bases patogénicas de la ateroesclerosis”. De inmediato se ocupó sobre lo que ya había vivido con su padre, en los problemas sanitarios y humanos que afectaban a la sociedad española de la época. En 1950 ingresa por Oposición en el Cuerpo de Sanidad Militar en el que permanece hasta el grado de Coronel Médico. En el año 1954 es nombrado Profesor Ayudante en la Cátedra de “Higiene y Sanidad”, que dirigía el Prof. y General Médico de Sanidad Militar José Alberto Palanca y Martínez Fortún. En 1958 ingresó en la Escuela Nacional de Sanidad y fue Diplomado en Sanidad, y Oficial Sanitario. Por oposición ingresa en el entonces prestigioso Cuerpo de Médicos de Sanidad Nacional. Y en 1962 obtiene también por oposición la plaza de Profesor Adjunto de “Higiene y Sanidad”, que desde 1959 había ocupado con interinidad.

Y después de ejercer una intensa actividad en la Sanidad civil y militar entra a formar parte del cuerpo docente universitario, y por oposición en 1968 obtiene la Cátedra de “Higiene y Sanidad”, hoy “Medicina Preventiva” de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela, asignatura incluida también en la carrera de Farmacia. Su éxito se debía a los numerosos cursos que había realizado en centros e instituciones de prestigio nacionales y del extranjero, pues dominaba el inglés, la logística, la estadística (en España y en diferentes ciudades europeas, como Hamburgo, Bruselas, Bucarest, Ginebra, Lausana, París, etc.), temas en los que se había formado, primero acompañando a su querido padre, siendo estudiante, y durante y después de su carrera universitaria. En 1974 participa en un curso de la Societé Suisse d’Hygiène Hospitaliere. Era un hombre de provecho, estudioso, trabajador inteligente y bueno. En nuestra Academia y en privado, le veíamos interesado en todos los temas sanitarios, nosotros lo sabemos pues le conocíamos bien por su amor a la medicina preventiva, legal, sanitaria y social, se preocupaba por la sociedad española, europea y por lo que pudiera acaecer al futuro de la humanidad.

Su visión e interés por el ser humano, la sociedad y la humanidad le hicieron participar en problemas sociales importantes de su época, en los temas que ya hemos citado en campañas nacionales e internacionales que mencionaremos.

Por su demostrado prestigio se le nombró miembro de numerosas comisiones nacionales, internacionales y académicas:

  • Miembro de la Societé de Pathologie Exotique de Paris en 1960.
  • En 1973 fue nombrado académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina de España;
  • Académico Honorario de las Academias de Medicina de Lugo, de Pontevedra y de Orense.
  • En 1981 académico de Número de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Galicia.
  • En 1990 Académico de Número de esta Real Academia Nacional de Farmacia, con medalla número 4; leyó su discurso de ingreso con el título: “Aluminio y Salud”, y es elegido Secretario de la Sección de Higiene y Sanidad, hoy Sección 5.ª, Salud Pública, Alimentación y Medio Ambiente, y posteriormente Presidente de la misma.
  • También en 1990 es elegido Académico Correspondiente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Andalucía Oriental con sede en Granada.
  • Y en 1997 Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina de España.

Entre los premios y distinciones recibidas citamos algunas de ellas:

  • Premio del Instituto de Medicina Experimental en 1949.
  • Premio Semprum en 1957.
  • Encomienda con Placa de la Orden Civil de en 1971.
  • En 1974 Cruz de la Orden del Mérito Militar con distintivo blanco de 1.ª clase.
  • En 1979 Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
  • Distinción del Excmo. y Magnífico Sr. Rector de la Universidad Complutense de Madrid por haber dirigido el mayor número de tesis y tesinas en los Cursos 1986-87, 88 y 93
  • Miembro de Honor de la Sociedad Española de Higiene y Medicina Preventiva Hospitalaria, mayo 1989.
  • Diploma de UNICEF por la colaboración en pro de la problemática sanitario-social de la infancia, en marzo 1989.

Como resultado de su labor investigadora en paralelo con una intensa dedicación docente, fue Organizador de 23 Mesas Redondas. Pronunció unas 47 Conferencias en la Real Academia Nacional de Medicina de España, y 7 en las distintas regiones españolas. Autor de 5 libros y de coautor de capítulos en 20 Monografías de la Real Academia Nacional de Farmacia. Presentó 124 comunicaciones a Congresos y 4 ponencias, publicadas e revistas de Sanidad. 3 contestaciones a discursos de toma de posesión. Participó en 4 sesiones necrológicas.

También intervino en 34 tribunales: de doctorado, de oposiciones, de fundación de sociedades, de peritajes, de Consejos editoriales etc. Y en su vertiente humanista, el profesor Domínguez Carmona fue Presidente de la Junta diocesana de la Nacional de Semanas Sociales, que bajo el lema, “Humanización de las estructuras sociales” tuvo lugar en Santiago de Compostela en 1976.

Director del Instituto Nacional de Medicina y Seguridad en el Trabajo,1979 al 1982.

Director de unos 33 cursos de su especialidad sanitaria, de Diplomados en Sanidad, y de Medicina Preventiva.

Participó en numerosos Comités asesores y Consejos de redacción en: la RANF, la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación y de la de Medicina Militar.

Dirigió 24 tesis doctorales en las Universidades de Santiago de Compostela y Complutense de Madrid. Una consideración de especial relevancia que recuerdan sus discípulos era su actitud de preocuparse por ellos, atento a la marcha de sus trabajos y de sus vidas; es decir, era un profesor al encuentro de sus alumnos, discípulos de doctorado y postdoctorales.

2. MISIONES

En su faceta militar por necesidades del servicio fue destinado en 1957 por orden urgente al Hospital Militar “Gómez Ulla” de Madrid al Servicio de Higiene y Bacteriología, y seguidamente por orden del Gobierno Militar de Madrid el mismo año, es enviado con urgencia al Hospital Militar de Las Palmas de Gran Canaria, como Jefe del Servicio de Hematología, haciéndose cargo de la Jefatura del Laboratorio. También fue designado para la Dirección del Servicio de Transfusión de Sangre. En junio del 57 regresa a Madrid al Hospital Militar “Gómez Ulla”.

Por su prestigio y sus amplios conocimientos y experiencia nacional e internacional, es nombrado en misión internacional en julio de 1984 para formar parte de la Comisión de Investigación de agentes agresivos químicos, e intervino como Experto de Naciones Unidas, en las guerras Irán-Irak con 8 misiones, efectuadas en los diversos frentes y en Hospitales de Campaña para determinar el uso de agresivos químicos. Por ello, mereció la expresa felicitación del Secretario General de Naciones Unidas, el señor Pérez de Cuéllar. Este era el profesor Domínguez Carmona, que en la misma zona de combate, como señala en una de sus publicaciones, pudo comprobar el uso de gases lacrimógenos en Susangerd, y de iperita en Pivansharr y Panjivu. Tras el informe de los cuatro expertos, en 1986 se reunió con urgencia el Consejo de Seguridad de la ONU condenando a Irak por el empleo de armas químicas.

Intervino como experto también en la Guerra de Angola con la misma finalidad. Fue Asesor en Riad, Arabia Saudí, para establecer el riesgo químico con ocasión de la Guerra del Golfo. Es encomiable por tanto su disposición al servicio de las instituciones, que por su amplio y extenso saber le requerían.

3. ENTRE SUS INCLINACIONES PERSONALES

Consideramos que fue ávido lector, siempre iba cargado de papeles en carpetas bajo el brazo. Leía constantemente y leyó cuando era jovencillo El bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez, que le marcó por su sensibilidad y delicadeza personal.

Era profundamente cristiano y su espiritualidad lo llenaba por completo, por eso la pérdida de la visión nunca fue un motivo de queja ni obstáculo para ser feliz y agradecido al Señor. Al contrario, y como siempre en una situación adversa, no se amedrentó ni entristeció. En su ancianidad, en pocos años se quedó prácticamente ciego por glaucoma, pero no dejó en absoluto que su patología le afectara su carácter de paz, alegría, entusiasmo y felicidad. Según el Salmo 4, que conocía: ”Tú Señor has puesto en mi corazón ms alegría que si abundara en trigo y en vino, porque solo Tú Señor me haces vivir tranquilo y feliz”. En una de las visitas a su casa con Paco González de Posada, me regaló la lupa que les muestro, que se ha hecho indispensable para mí, como lo fue en un día para él.

En su casa poseía una magnifica biblioteca, abarcando todo tipo épocas y de autores aunque se decantaba por la literatura española y europea. En su mesa de trabajo había una multitud o montaña de papeles y, sin embargo, había un orden muy disciplinado, pues para él todos eran importantes y, después de su lectura, los colocaba en la caja que les correspondía.

Leía todo lo que caía en sus manos, y no podía resistir al encontrar un papel en la calle cogerlo y leer su contenido. Ojeaba periódicos, y todas las hojas, buscando un artículo, una opinión, una cita, todo aquello que le aportara algo nuevo, o que pudiese servir o compartir con los demás. Y también se subió al tren de “internet”, a pesar de pasar con retraso en su vida anciana aprendió su manejo.

No solo era científico, también humanista. Sabemos que a sus hijos los introdujo en el mundo de la literatura según su edad. De jóvenes les hablaba del Libro de la Selva, de las obras de Julio Verne y otros autores de ficción infantil.

4. REUNIONES

A Don Manuel Domínguez Carmona le gustaba reunirse. Le encantaba reunirse con sus hijos, nietos, familiares y amigos. En su casa le visitábamos este que les habla y nuestro compañero y amigo académico Paco González de Posada. Le gustaba hablar de temas de interés, actuales, y los teológicos, de astronomía especialidad de Paco, y espirituales. Alguna vez también con nuestro eminente compañero y amigo Bernabé Sanz, también en mi casa. Siempre reuniones entretenidas, interesantes y alegres, en las que Don Manuel se expresaba como sabemos risueño, con claridad y simpatía. Recordando diversas ocasiones en las que, con detenimiento, con reposo, con fecundo diálogo, compartimos sentires, pensares, creeres y saberes.

Unas veces sentados en la mesa del comedor, otras en el sofá de su sala y otras en la terraza con vistas al amplio Madrid, expresando nuestras opiniones todas de acuerdo y sin ningún desacuerdo, con serenidad y profundidad. Largas charlas en las que aprendí y asocié una extensa cultura, en esos diálogos con dos personas sabias. Así hablamos extensa y serenamente de los problemas que se planteaban la humanidad, los científicos y los creyentes de las diversas religiones y confesiones. Problemas para los que los tres tertulianos teníamos no solo respuestas personales, sino soluciones que creíamos verdaderas para aplicar. Tal vez no absolutas, exitosas ni ideales. Nuestro compañero Paco, autor de 6 tesis doctorales (y la séptima en ciernes en la América española, me reservo el título y país, por discreción), ponía sobre la mesa los sistemas de armonía e históricos de la gobernanza por Dios del Universo que plantearon Calvino y Newton. Universo que nos explicaba Paco a la luz del conocimiento cosmológico actual que funciona por sí mismo una vez creado. Y añadíamos los otros dos: como en el átomo, en el embrión y el cuerpo humano, con sus cuatrillones de reacciones bioquímicas por segundo.

En las relaciones entre ciencia y cuerpo humano, a nuestras preguntas las respuestas actuales, que ofrecen la filosofía y la teología, elaboradas a la luz de los progresivos conocimientos científicos nos contestaba Paco, y quedábamos en un lugar psicológico y moral de seguridad, de paz y de íntimo sosiego.

La Fe de Manuel y mía en la religión católica superaba a la fe científica. Mientras en esta se busca verdad, aquella era para nosotros el depósito de verdad absoluta y plena, como lo fue para tantos que buscaban la verdad y la hallaron, como Edith Stein y Dietrich von Hildebrand, tío abuelo de mi esposa Elisabeth. Y hallaron la verdad en la Escuela de Fenomenología de Götingen, de Husserl, Max Scheeler y Reinach.

Finalmente, recordamos en esta Sesión necrológica, para terminar, que el Prof. Domínguez Carmona era un hombre tremendamente activo en la ciencia pero también espiritual, que recordaba y podía recitar pasajes de numerosos autores a sus hijos y nietos y a nosotros sus amigos; entre ellos de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Jesús, y seguía en su intensa vida activa y plurifacética.

Como mencionó la Académica María Carmen Maroto Vela de la Real Academia Nacional de Medicina de España, en su glosa necrológica sobre Domínguez Carmona: “Será difícil mantener su ejemplo. Si pensamos en él, será más fácil mantener los valores éticos de nuestra vida. Más cerca de la espiritualidad que el ser humano ha buscado siempre”.

Y nosotros, con la esperanza de volver a reencontrar al compañero y amigo, añadimos: la muerte es la puerta del cielo. Después del último aliento de vida mortal, estrenamos la vida eterna en los brazos del Creador que nos la regaló para siempre, porque su amor misericordioso no tiene límites. Lo dijo Jesús al ladrón arrepentido, mientras otros le detestaban: ”Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Lucas 23, 43. Gloriémonos de esta nuestra fe, demos gracias a Dios por ello y manifestémosla por este mundo tan necesitado de ella.

Y en consecuencia, como un verdadero hombre de bien, un fiel y leal amigo, trabajador nato que se entregó a su familia, a sus amigos y a las instituciones civiles, sanitarias, militares, universitarias y académicas con toda su energía y vigor, y con responsabilidad, generosidad y sacrificio, y además, por ser un cristiano ejemplar, cariñoso con todos sus amigos, sus hijos, sus nietos y lo que fue más importante y ejemplar para él, la ternura y bondad de su entrañable esposa Mercedes.

Muchas gracias por su atención.

“El Profesor, Catedrático en Santiago y Madrid, Académico de la RANF”

Excmo. Sr. D. Antonio R. Martínez Fernández
Académico de Número de la Real Academia Nacional de Farmacia

1. PREÁMBULO

En las dos últimas décadas del siglo pasado y los primeros años del presente, se produjo en esta academia un hecho posiblemente irrepetible: 14 de sus académicos de número, cerca del 30 % de su nómina, fuimos en algún tiempo profesores de la Universidad de Santiago de Compostela. De entre estos, por encima ya de la mitad terminaron sus días. Les recuerdo con el apelativo habitual en el orden de mi afecto: Cadórniga, Pablo Sanz, Serranillos, Jiménez Torres, Espinós, Larralde, Giráldez, y siempre el primero: Manuel Domínguez Carmona que hoy recordamos. Seis por aquí estamos y como el más humilde de esta estirpe singular, aprovechando el encargo de la Junta de Gobierno y su Presidente Antonio L. Doadrio, que agradezco profundamente, me asomo con brevedad al recuerdo de estos otros queridos compañeros.

2. INTRODUCCIÓN

Querido Manuel. Me diste la bienvenida a esta casa, te lo agradecí en persona, mas, agradezco y quiero pagarte hoy en parte la deuda contraída, tomando la palabra en esta sencilla ceremonia de despedida: Necrológica.

Hemos convertido el adjetivo que califica la sesión en la que se da noticia del fallecimiento reciente de una persona, en este caso de un compañero de academia, en un sustantivo: el nombre que damos a una sesión dedicada al recuerdo, honra y loa de la vida científica y humana – imposible de separarlas en el fondo – de un compañero de academia que finalizó su ciclo biológico, restando con ello una porción valiosa de nuestro aquí afán común.

Lo dedicamos hoy a esta confluencia genética feliz, la del carácter y personalidad de Manuel; la feliz concurrencia creadora de una inteligencia destacada, sustentada en una excelente memoria y sostenida por la firme voluntad de saber más, de que nada se escapara a su alcance, organizando desde la proverbial dispersión que te caracterizaba, de modo entendible y comunicable, conocimientos diversos al común de los que formábamos tu ambiente: el mundo sanitario

Como escribiste en palabras hermosas de recuerdo a otro académico, el Prof. Varela transcribió yo también, difícilmente de modo más justo, este hermoso verso de Juan Ramón Jiménez, conservando su ortografía, que a ti bien te atañe:

“Intelijencia, dame el nombre
exacto de las cosas
dame…
¡Intelijencia dame el nombre exacto
y tuyo, y suyo, y mío de las cosas!
del modo más sencillo a fuer de preciso”

Lo que de otros decías, tenías en abundancia: el don de dar el nombre exacto de lo que relatabas, siempre abundante y variado, a través de tus numerosas conferencias y capítulos monográficos, fruto de concienzudas revisiones del estado del conocimiento en cada tiempo.

3. ELOGIO Y RELATO BASADO EN MI RECUERDO

Con frecuencia, huyendo siempre de la tentación de confundir el marco con el lienzo, voy a intentar delinear el espectro común de la sección de vida y obra de Manuel Domínguez Carmona, en el que, azares de la vida, coincidimos en la Universidad de Santiago de Compostela, en la Complutense de Madrid después y en esta Real Academia de Farmacia. Una parte sólo de su dilatado quehacer docente en tres universidades: las dos públicas y la privada (CEU San Pablo) consecuencia esta última de la absurda medida del gobierno de turno adelantando a 65 años el tiempo de jubilación obligatoria, medida no sé si peregrina, intencionada o demagógica, trabajo me cuesta descartar alguno de los calificativos anteriores. Y, no hay mal que por bien no venga, así estos universitarios madrileños de la universidad privada, menos sometidos a reglas y reglones, contaron con él en los siguientes 15 años de enseñanzas; clases vividas, como las que él impartía, con la sola fuerza de la palabra, ya que bien reñido estaba con los hoy medios audiovisuales, tan socorridos.

4. PRIMER TIEMPO

Le conocí en Santiago, a donde llegué en 1972. Contaba yo por entonces con 33 años y muy poca experiencia universitaria y estaba dispuesto a ver y aprender de todos los que se cruzaban en mi senda. Don Manuel fue uno. Explicábamos materias que se solapaban en parte: mi Parasitología entonces en el 5º año y en sólo la rama biosanitaria de la licenciatura de Farmacia y la Asignatura de Higiene, común a las dos ramas, en el mismo curso que impartía el catedrático de Medicina. Un profesor con una larga experiencia, con un substrato formativo parasitológico notable ya que había hecho, justamente como alguno de mis profesores, el curso en 1957 de Parasitología y Medicina Tropical en el Bernardt Noch Institute de Hamburgo, lo que de alguna manera se reflejó en su petición, siendo ya catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela, en 7 Diciembre 1968, de que su cátedra se denominase de Higiene y Sanidad, microbiología y parasitología. Una petición lógica, de puro servicio a la universidad y a sus dos facultades dado el abandono de esta última materia. Valga como ejemplo el dato: poco tiempo antes de la llegada a Santiago del Prof. Domínguez Carmona se había desdotado en la Facultad de Farmacia la cátedra de Parasitología para dotar la de Fisiología Vegetal; miope visión cortoplacista en una región a donde los parasitismos, entre otros por geohelmintos en la población infantil rural, eran endémicos. No tuvimos el menor roce, él se extendía hacia la patogenia y epidemiología gracias a su muy sólida formación médica – podía hablar de paludismo con experiencia propia, había participado desde el Centro de Referencia de la lucha antipalúdica de Navalmoral de la Mata, en la extinción de la epidemia en España. Yo, con otra procedencia, tenía la ventaja de mi formación zoológica – había explicado en Ciencias Biológicas Zoología de invertebrados- y la utilizaba dando un carácter mas evolutivo que meramente causal a los agentes parasitarios. Admiré muy pronto, por lo tanto, a aquel profesor tan dinámico, tan capaz en todo; simultáneamente catedrático con clases en dos facultades, militar – Comandante y sucesivamente Teniente coronel – y Director del Centro Sanitario de Higiene Rural, con ya larga familia y vivienda en el campus. Le admirábamos y, por qué no decirlo, aquel grupito de nuevos profesores jóvenes, llenos de ilusión por el cambio en la universidad, también moderadamente, le envidiábamos.

Tras un largo periodo de docencia clásica de sólo aula, sus 6 primeros años en Santiago, comienza en 1974 a extender su docencia a través de la dirección de las tesis de licenciatura que los alumnos avanzados podían hacer coronando su formación – licenciándose por la modalidad tesina, con un trabajo experimental. Quedan para los anales de aquella universidad el titánico esfuerzo que desplegó dirigiendo en este tiempo – cuatro años – 61 tesinas de licenciatura a médicos y farmacéuticos. Así consta en el Catálogo de la Biblioteca de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Santiago de Compostela, donde los textos pueden ser consultados. Todo ello mientras también ejerció en este tiempo el cargo de Catedrático Inspector de diversas Escuelas de Ayudantes Técnicos Sanitarios (hoy Facultades de Ciencias de la Salud) en La Coruña, Ferrol y Santiago.

5. SEGUNDO TIEMPO

Tras 10 años de pertenencia a la universidad compostelana por Concurso de Traslado (Orden de 24 de Enero de 1978) vuelve a Madrid a ocupar la cátedra ahora llamada Medicina Preventiva y Social de la que se había jubilado su maestro el Profesor Piédrola Gil. En Madrid continuó su labor docente en las facultades de Medicina y Farmacia de la UCM y sanitaria, ya que continua en activo en su carrera de Sanidad Militar como Teniente Coronel y sucesivamente Coronel hasta su pase a la reserva en 1981 y en la Sanidad Nacional como profesor de la Escuela Nacional de Sanidad.

Liberado de sus otras ataduras inicia una actividad acelerada de tercer ciclo, de extensión de sus enseñanzas más allá de la licenciatura, dirigiendo tesis doctorales. Es una actividad vertiginosa iniciada en 1980 y que culminará en 2003 con una dirección récord de 49 tesis doctorales. Dirige hasta la jubilación forzosa sobrevenida a sus 65 años en 1990, 22 tesis doctorales. La transformación es extraordinaria, lo que en Santiago de Compostela fueron tesinas de licenciatura son ahora tesis doctorales y este proceso no se interrumpe a pesar de la jubilación ominosa, repito, propiciada por la agostiza LRU (Ley 30/1983 de 2 de agosto) jubilante, entre otras malicias, de Catedráticos, Jueces y Magistrados a los 65 años.

No importó demasiado en el caso que nos ocupa, salvo la significativa merma salarial; continuó Manuel como Profesor Emérito UCM primero y como profesor de Higiene y Sanidad Ambiental de la Universidad privada CEU San Pablo. Y no cesó, por el contrario, su actividad de Tercer ciclo: al año siguiente de su jubilación 1991 se leyeron 5 tesis doctorales por él dirigidas y otras cinco al siguiente año 1992 y cinco más en 1994, y así sucesivamente – tres, dos cada curso hasta su última en 2003, 28 tesis dirigidas en los trece siguientes años a su jubilación anticipada. Desconozco si alguien antes que nosotros ha puesto en evidencia con datos lo absurdo de aquella medida de jubilar catedráticos a los 65 años, como lo fue en el ejemplo meridiano dado por Manuel Domínguez Carmona.

Así mismo, fue profesor desde 1990 a 1997 de siete Master en Epidemiología y Salud Pública y los cursos de doctorado: – Inmunidad en Medicina Preventiva (1978 y años sucesivos). – Medicina Preventiva en Guerra y Catástrofes (1978 a 1989)- – Método Epidemiológico (1987-88). – Cursos sobre Medicina Tropical. – – Patología Inmunitaria.

6. TERCER TIEMPO

De nuevo por tercera vez nuestro sino era caminar por la misma senda, en este caso la de esta corporación, Real Academia Nacional de Farmacia. Ingresó en 1990 patrocinado por tres académicos destacados: D Antonio Doadrio, en aquel momento Decano de la Facultad de Farmacia, Domingo Espinós, catedrático de Médica Interna de la Facultad de Medicina de la UCM y Antonio Portolés, Profesor de Investigación del CSIC, inmunólogo. Ingresó con un discurso muy de medicina preventiva y de ciencias farmacéuticas: Aluminio y salud. Le contestó precisamente el Prof Espinós con aquella clara dicción del Levante español de su origen y su proverbial cultura médica global. Curiosamente, 15 años más tarde devolvió Don Manuel el favor a su amigo y compañero de cátedra en Santiago y Madrid, con un discurso meditado y justo de agradecimiento, en su necrológica (Anal. RANF, 2005, 71:703-733). Fue precisamente este año 2005 en que asomándonos al siglo despedimos a otros dos ilustres miembro de esta casa y la pluma de Don Manuel lo subrayó con nobles discursos en sus necrológicas: la de Don Pablo Sanz Pedrero (Anal. RANF, 2005, 71: 207-237), que había sido nuestro Decano y Rector en Santiago, y la de Segundo Jiménez Gómez (Anal. RANF, 2005, 71: 949-989), …¡Qué hermosa es la muerte que nos permite reconocer las virtudes de los que nos han precedido en ella!, escribió. Su generosidad fue exprimida por nuestra Junta de Gobierno al haber sido también elegido como ponente en otro par de oraciones fúnebres: la de Don Gregorio Varela Mosquera, antes citada, y la de Don Guillermo Tena (2012).

Pero no sólo en despedidas solemnes intervenía Don Manuel, también en floridas contestaciones a discursos de entrada de nuevos académicos: Don Manuel Ruiz Amil y su análisis bioquímico evolutivo “Moléculas y materia viva”, 1992; la mía como ya arriba mencioné sobre aquel por entonces enigmático grupo de patógenos: “Microsporidios”…,1994 y la de nuestro actual Presidente, Antonio Luis Doadrio, en muy buena medida de naturaleza sanitaria: “La Polución en el aire: un reto de nuestro tiempo”, 2001.

Siempre listo y dispuesto al servicio de las actividades científicas de la academia, entusiasta; trascribo sus palabras escritas … ” venimos a nuestras sesiones, además de a escuchar y de aprender magníficas conferencias y comunicaciones y a departir sobre ellas, a ejercer la amistad, a esponjarnos con ella”, a divertirnos con la ciencia apostillo yo, así fueron sus numerosas conferencias y mesas redondas que cito por orden cronológico:

  • “Epidemiología de la Iatrogenia”– dentro del Seminario: “La Iatrogenia vista desde la vertiente farmacéutica y la vertiente médica”. 1991.
  • “El uso ilegítimo de los agentes químicos”. Ponencia de las Jornadas Iberoamericanas de Ciencias Farmacéuticas, 1996.
  • “ Prevención del Envejecimiento”. 1996.
  • “El agua y la salud” dentro del ciclo de conferencias conmemorando el “Día Mundial del Agua”. 1999.
  • “Concepto de Salud y sus implicaciones”. 1999.
  • “La Salud en el Estado del Bienestar”. 2001.
  • “Encefalitis espongiforme”. 2001.
  • “ Los E. coli trasmitidos por los alimentos: Factores de patogenicidad y virulencia” en el curso “Consumo y Seguridad de los Alimentos”. 2002.
  • -“SARS, Clínica, Patología, Diagnóstico, Tratamiento, Prevención” en la Mesa Redonda “Síndrome respiratorio agudo y grave”. 2003. En el mismo año, en el Curso sobre “Agresivos químicos y microbiológicos en la guerra y en el terrorismo” las siguientes conferencias: “Toxinas procedentes de hongos y de plantas” – “Ingeniería genética aplicada a la obtención de nuevos agresivos microbiológicos” – “Las toxinas microbianas como agresivos”. – “Estudio especial del carbunco” – “Estudio especial de la viruela” – “La guerra como problema de Salud Pública”
  • “La toxina botulínica como medicamento” en Debates Científicos. 2004.
  • “La pederastia y su tratamiento”. 2005.
  • “El agua, vehículo de contaminación bacteriana y vírica”. Mesa redonda “Día Mundial del Agua”. 2005
  • “Prevención de la Gripe Aviar” en la Mesa Redonda “Gripe Aviar”. 2006.
  • “La problemática de la celiaquía”. 2007.
  • “El cáncer de cervix en la actualidad”. 2008.
  • “Las reacciones adversas y su efecto positivo”. 2010
  • “Prevención actual del cáncer de cuello de útero”. 2011.

Por otra parte, su trabajo académico más destacado fueron los capítulos de revisión que escribió en las monografías de la Academia. Desde el 2002 al 2010, a veces en colaboración con alguno de sus hijos, escribió en10 textos monográficos publicados por la academia, de modo especial en la monografía XVI del año 2005 en la que reflejando su especialización en NBQ (guerra/defensa nuclear, biológica y química) fue autor de los seis siguientes capítulos: Las toxinas como agresivos químicos, Toxinas vegetales, Botulismo, Los organofosforados, La ingeniería genética aplicada a la guerra, Bacilus anthracis como agresivo, pero también en la 6ª con el tema Obesidad y salud, en la 7ª La salud en el estado de bienestar; en la 11ª Agresivos a través del aire; en la 13ª Escherichia coli enteropatógena y sus factores de patogenicidad, la 16ª ya mencionada, la 18ª El balance energético positivo y la hipertensión arterial, la 21ª Clínica y patogenia de la gripe; la 22ª El arsénico y la salud; y, finalmente, en la 31ª monografía, un capítulo que de nuevo tomó rabiosa actualidad en este año 2019, Listeriosis, una zoonosis emergente de transmisión alimentaria

Trabajador infatigable hasta que se apagaron sus ojos primero, su paso brioso se minimizó y aunque continuaba atento a las conferencias, a los temas de actualidad sanitaria, a las ciencias médicas en general, su venida a los jueves académicos se fue enrareciendo. Terminó una vida entera dedicada en buena parte a los demás, a la caridad material que significa tomar, entender, elaborar y transmitir ciencia, conocimientos. Medicina preventiva en su caso

7. EPÍLOGO

Y ahora, en otro plano, a modo de despedida emocional:

“Sic tibi terra levis”, compañero que fuiste en esta tarea común que es la Academia

Como dije en su día en ocasión similar, Manuel, recordando brevemente a otro compañero, el inolvidable Segundo Jiménez – otro, como nosotros, de ciencias afines – has pasado presto a incorporarte a nuestra leyenda; a la visión personal y amable de la memoria, en ese lugar privilegiado en el que ya no hay claroscuros.

Pasaste así, de puntillas también, como venías a las sesiones académicas, sonriente siempre tras aquel descolocado fajo de papeles, ocupando una primera fila junto con entrañables compañeros que te precedieron. Y lo haces a pesar de que aún no es tiempo de llegar desde el recuerdo crudo al amable relato de la leyenda. Pasaste de entre nosotros y sentimos tu ausencia como la falta de algo cotidiano, entre un jueves por la tarde y otro jueves. Pero repito, ha sido breve el recuerdo descarnado, el dolor incluso de tu pérdida, porque tus virtudes lo han trasladado al menos en mi sentimiento, a esta otra esfera de lo mítico, de lo entera y solamente positivo.

He querido hablar de ti, humano grande, sabio y sencillo, que ha partido de entre nosotros, percibiendo la traumática separación, temporal para los justos y tú lo eras, de este cuerpo y mente que conocemos tangible y el espíritu que sentimos como Yo universal, eterno. Así, intuyo, qué fue tu experiencia.

A buen seguro que ahora, y este es el deseo que conduce esta sesión necrológica académica, que dejado aquí el cuerpo torpe que los años desgastaron, te sientas liviano, puro, feliz en el camino luminoso donde se hallan los “incontables que lavaron sus túnicas en la sangre del Cordero”. Ayúdanos desde ahí a que, superadas también las pruebas de la vida, lleguemos a ese camino.

He dicho.

Madrid, 27 de octubre de 2019
Antonio R. Martínez Fernández
Secretario Académico

 

“El médico, actividad sanitaria y académica en la RANME”

Excmo. Sr. D. Juan Tamargo Menéndez
Académico de Número de la Real Academia Nacional de Farmacia

Excmo. Sr. Presidente
Excmos. Sres Académicos
Familia del Prof. Domínguez Carmona
Señores y Señoras

1. INTRODUCCIÓN

Debo empezar mi discurso agradeciendo a la Real Academia Nacional de Farmacia el honor que me ha concedido al haberme permitido participar en esta Sesión Necrológica en recuerdo de nuestro compañero, el Excmo. Sr. D. Manuel Alejandro Domínguez Carmona, catedrático de Higiene y Sanidad (hoy Medicina Preventiva) de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, donde fuimos compañeros de claustro.

Los relatores que me han precedido han glosado distintos aspectos de la vida de D. Manuel y a mí se me ha encargado que rememore su vida como médico, sanitario, profesor universitario y miembro de la Real Academia Nacional de Medicina de España. A buen seguro que repetiré algunos detalles que ya han oído, pero las reiteraciones, cuando se realizan desde distintos puntos de vista, ayudan a conocer mejor a la persona cuya figura hoy glosamos.

2. LA FAMILIA

D. Manuel nació en Cartagena (Murcia) el 11 de agosto de 1925 y fue bautizado con el nombre de Manuel Alejandro el 24 de agosto de 1925 en la Iglesia parroquial Santa María de Gracia de Cartagena, siendo sus padrinos Manuel Domínguez y Soledad Hernández. Sus padres fueron Dña. Soledad Carmona Bowron, nacida en Cartagena (Murcia) en 1901, y D. Alejandro Domínguez Martín, nacido en Villaescusa (Zamora) en 1896, quien había cursado la carrera de Medicina en Valladolid.

La marca genética de cada uno de nosotros está determinada por nuestro árbol familiar y yo querría poner de relieve que D. Manuel nació y se crio en un ambiente médico en el que la salud pública jugaba un importante papel en la vida diaria de su familia. Su padre, D. Alejandro Domínguez Martín, había cursado la carrera de Medicina en Valladolid. Posteriormente, ingresó por oposición en el Cuerpo de Médicos de Puertos y Fronteras y fue destinado primero a San Esteban de Pravia y posteriormente en Mahón, donde se enfrentó a la terrible pandemia de gripe que afectó a la isla en 1918, consiguiendo con simples medidas higiénicas reducir al mínimo su letalidad. Fue jefe de Sanidad del puerto de Cartagena y al terminar la Guerra Civil, fue nombrado jefe provincial de Sanidad de Murcia, debiendo encargarse de las cuarentenas de los barcos que atracaban en el puerto. Se encargaba de desratizar todo barco que llegara de zonas sospechosas de padecer la peste, inicialmente mediante la quema de azufre para producir el gas dióxido de azufre (sulfuración), técnica ya mencionada en La Odisea por Homero pues los griegos ya la utilizaban para eliminar los malos olores del palacio y, posteriormente, gas cianhídrico que se generaba en un aparato cianogeneratriz montado en una lacha de apoyo. Para comprobar que no quedaba gas venenoso volvían a entrar con jaulas con pájaros para comprobar que ya el aire era respirable. Utilizando estas y otras medidas sanitarias, su padre logró eliminar la mortífera epidemia del tifus exantemático (causado por la Rickettsia prowazecki) y de fiebre botonosa mediterránea (causada por la Rickettsia conorii) y el tracoma, y reducir de forma muy significativa el paludismo que asolaba las huertas murcianas.

Su padre debía ser una persona muy exigente que hacía estudiar a sus hijos diariamente. Pero el resultado fue extraordinario si pensamos que en los años 40 del siglo pasado D. Manuel hablaba perfectamente inglés y francés y tenía nociones de alemán, conocimientos que habrían de jugar un importante papel en su vida profesional.

Mención aparte merece su tío, Manuel Domínguez Martín, médico militar a quien admiraba y profesaba un profundo cariño. Él le infundió su amor por el ejército y la medicina. D. Manuel recordaba que durante la postguerra vivía en Madrid en la “Pensión Pepita, viajeros y estables” y visitaba a su tío que estaba destinado en Toledo, y quien le guardaba el pan de la semana para dárselo, hecho que refleja la penuria de un estudiante en el Madrid de la postguerra.

3. SU FORMACIÓN MÉDICA

Tras alcanzar en 1942 el grado de bachiller en el Instituto de Alfonso X el Sabio D. Manuel abandonó Murcia y se trasladó a Madrid para cursar la licenciatura de Medicina y Cirugía en la Universidad Central de Madrid, alcanzado el Título de Licenciado en 1949. Posteriormente, obtuvo el título de Doctor con la máxima nota, tras la defensa de su tesis titulada “Epidemiología y bases patogénicas de la ateroesclerosis”, un tema que aún hoy sigue siendo de candente actualidad.

D. Manuel mantuvo siempre una mirada abierta a todo lo que le rodeaba y pensaba que su formación debía ser los más amplia posible. Para ello realizó numerosos cursos de especialización en España, sobre muy diferentes patologías: paludismo, tuberculosis, lepra, poliomielitis, paludismo, tuberculosis, cólera o virosis. Además completó su formación en distintos centros internacionales. Así, en 1957, becado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, realizó el Curso de Parasitología y Medicina Tropical en el Instituto Bernart Noch de Hamburgo para mejorar sus conocimientos sobre rickettsias y virus. En 1960 trabajó sobre Rickettsias en el Instituto Pasteur de Paris con el Prof. Giroud y sobre la conservación de microorganismos en el Instituto Pasteur de Casablanca. Posteriormente, trabajó sobre la obtención de anatoxinas y antitoxinas en el Instituto Pasteur du Brabant de Bruselas, sobre enterobacteriaceas en el National Institute “Cantacuzino” de Budapest, sobre rabia y tuberculosis en los Institutos de higiene y epidemiología y el Instituto Nacional de investigación veterinaria de Bruselas y sobre la inmunidad antitetánica en el Instituto Pasteur de París con el Prof. Turpin. También efectuó estancias de diversa duración en centros de Ginebra, Lucerna o París. Todo ello le permitió adquirir una sólida formación en estas patologías infecciosas.

Entre 1954 y 1982 realizó diversos cursos: el de Higiene y Bacteriología en el Instituto de Higiene Militar que le permitió obtener el Diploma de la Especialidad, el curso Internacional de Médicos Militares Jóvenes, el curso de Dirección de Hospitales de la Dirección General de Sanidad o el Curso de Logística de la Escuela Superior del Ejército. Y como aún le queda tiempo libre (no se bien cómo) entre 1950 y 1954 ganó las oposiciones para acceder al Cuerpo de Médicos de Asistencia Pública Domiciliaria (APD), de Médicos de Sanidad Nacional y de Inspector Médico Escolar del Estado. De forma paralela y desde su vertiente militar ganó por oposición la plaza de Diplomado de Sanidad y de Oficial Sanitario en la Escuela Nacional de Sanidad con la máxima calificación y, el título de Médico del Cuerpo de Sanidad Nacional. Es decir, que opositar con D. Manuel debía ser un martirio para sus contrincantes que ya sabían de antemano que una de las plazas era para él.

4. EL PROFESOR UNIVERSITARIO

Inicia su actividad docente en 1954 en la Universidad de Madrid en la Cátedra de Higiene y Sanidad que dirigía el Prof. José Alberto Palanca. En 1956 y una vez superados los ejercicios correspondientes es nombrado Profesor Ayudante de Laboratorio. En 1959 es nombrado Profesor Adjunto interino, en 1961 Profesor Adjunto Provisional y en 1962 obtiene por Oposición la Plaza de Prof. Adjunto de Universidad para la Cátedra de Higiene y Sanidad, dirigida por el Prof. D. Gonzalo Piédrola Gil a quien siempre consideró su maestro y a cuyo Magisterio decía “le debo mucho de lo que soy y de lo que hago”. Es una pena que esta fraternal relación maestro-discípulo haya casi desaparecido en nuestro país.

En 1968 es nombrado Catedrático Numerario de Higiene y Sanidad de la Universidad Santiago de Compostela, impartiendo simultáneamente la docencia de dicha materia en las Facultades de Medicina y Farmacia. Ese mismo año solicitó que su cátedra se denominase de Higiene y Sanidad, microbiología y parasitología. En los años que permaneció en Galicia fue Coordinador de la materia “Introducción a las Ciencias Médicas” y ocupó la figura de Catedrático Inspector de las Escuelas de Ayudantes Técnicos Sanitarios de la Universidad de Santiago de Compostela y de los hospitales “Juan Canalejo” de La Coruña y del Hospital de la Armada de El Ferrol.

El 24 de enero de 1978 y tras la jubilación del Prof. Piédrola Gil, D. Manuel obtuvo por Concurso el traslado, la plaza de Catedrático de Medicina Preventiva y Social de la Universidad Complutense de Madrid, donde realizó una intensa labor docente e investigadora en las Facultades de Medicina y de Farmacia y continuó trabajando incansablemente en la Academia de Sanidad Militar y en la Escuela Nacional de Sanidad, de la que fue profesor durante 18 años.

Como ejemplo de su ardua labor mencionaré que a su llegada a Madrid contaba con la inestimable ayuda de tres Profesores Adjuntos (Amaro, Rico Avello y Vos Saus), pero la jubilación de los dos primeros y la muerte del último hizo que D. Manuel tuviera que impartir durante 2 años toda la docencia en Medicina y Farmacia, pues no contaba con ningún profesor numerario. Como era de esperar su labor docente no desapareció con la edad de jubilación, continuando como Profesor Emérito primero y luego como profesor de Higiene y Sanidad Ambiental de la Universidad CEU-San Pablo.

En su andadura universitaria D. Manuel desarrolló una intensa labor formadora, como lo atestiguan las 124 Tesis Doctorales dirigidas. Fue autor de numerosos trabajos y coautor-editor de las 9 primeras ediciones del Libro del Profesor Piédrola “Medicina Preventiva y Social”. Coloquialmente el “Piédrola” ha sido desde 1991 el libro de consulta de todos los estudiantes de Medicina Preventiva en España y Latinoamérica.

D. Manuel fue también socio fundador de las Sociedades españolas de Hematología, de Higiene y Medicina Social, de Parasitología y de Higiene y Medicina Preventiva hospitalaria de la que fue Presidente.

5. SU PAPEL COMO SANITARIO

Siendo todavía estudiante, intervino en la lucha contra la epidemia de tifus exantemático que se desencadenó en España en 1947. De hecho, su primera publicación es una nota sobre la distribución del Anopheles myzomyia multicolor en Murcia, que fue publicada en la Revista de Sanidad e Higiene Pública en 1948. Poco después participó en la segunda gran campaña antipalúdica realizada para erradicar la malaria. De su papel en esta epidemia son las “Consideraciones estadísticas sobre la endemia de tercianas en la Huerta de Murcia”, que publicó en la Revista de Sanidad e Higiene Pública en 1950. Igualmente es de destacar su labor en la epidemia de viruela de Madrid de 1961, donde se encargó de la vacunación de varios miles de personas en el barrio de Vallecas, y tuvo que vigilar personalmente más de 500 contactos, sin que entre ellos se produjera ningún caso de enfermedad, razón por la que mereció la felicitación de las autoridades sanitarias. También participó activamente en dos brotes de cólera, uno localizado en la ribera del Jalón (Zaragoza) en 1971, y el de 1975 en la comarca de Santiago de Compostela, precisamente en un Año Compostelano. También fue miembro de la Comisión de Sanidad Militar para estudiar el brote de legionelosis de Zaragoza y para la Prevención de la Hepatitis B en las Fuerzas Armadas.

Creo que es el momento de contarles una anécdota que refleja el espíritu del sanitario que D. Manuel llevaba dentro. Durante su periplo por tierras gallegas elaboró y ejecutó campañas sanitarias, en este caso de procesos no infecciosos como el bocio endémico o la caries dental. Cuentan sus hijos que nunca descansaba e incluso los domingos, cuando iban a comer fuera de Santiago, en todos los pueblos donde paraban, llenaba botellitas del agua de la fuente para controlar, más tarde, su salubridad.

D. Manuel había realizado los cursos sobre Guerra Atómica, Biológica y Química en la Escuela de Aplicación de Sanidad Militar. Ello le valió formar parte como experto de la Comisión Investigadora de Naciones Unidas en la Guerra entre Irán e Irak. Entre 1984-85 visitó ocho veces los frentes de guerra con el fin de definir el uso de agresivos químicos. En la zona de combate, como señala en una de sus publicaciones, pudo comprobar el uso de gases lacrimógenos en Susangerd (en la provincia de Khurzistan) y de iperita en Pivansharr y Panjivu. La presentación del informe de los expertos en 1986 condujo a una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU que condenó a Irak por el empleo de armas químicas. Su excelente trabajo mereció la expresa felicitación del Secretario General de la ONU, el señor Pérez de Cuéllar. También intervino como experto en la Guerra de Angola con la misma finalidad y realizó labores de asesoramiento en Riad sobre el riesgo químico con ocasión de la inminente Guerra del Golfo.

6. EL MILITAR

La vida de D. Manuel está estrechamente vinculada a su participación como médico militar en las Fuerzas Armadas de España. Entró como soldado voluntario de Infantería en 1944. En 1950 aprobó la oposición para Caballero cadete de Sanidad Militar e ingresó en la Academia militar de Zaragoza. En 1954 alcanzó el grado de Capitán, en 1974 el de Teniente Coronel y en 1981 el de Coronel Médico. Como reconocimiento a su actividad médica, militar y sanitaria recibió diversas condecoraciones: la Cruz y placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, la Encomienda con Placa de la Orden Civil de Sanidad y la Cruz de la Orden del mérito militar de primera clase con distintivo blanco (1974).

D. Pedro Calderón de la Barca, quien había sido soldado de infantería y luchado contra los franceses en Cataluña, dedicó estos versos a un recién alistado a la milicia:

“Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna,
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados”.

D. Manuel no solo conocía estos versos, sino que propagaba con su buen hacer las mencionadas virtudes.

7. SU PAPEL COMO ACADÉMICO DE LA REAL ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA

En 1973, fue nombrado académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina y en 1981 académico de Número de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Galicia, con un discurso de ingreso titulado “La antropología de la salud”. Posteriormente, fue nombrado Académico Honorario de las Academias de Medicina de Lugo, Pontevedra y Orense y Académico Correspondiente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Andalucía Oriental con sede en Granada. Por último, 16 de diciembre de 1997, fue nombrado académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina, ocupando el sillón número 26, vacante tras el fallecimiento de su maestro, el profesor Piédrola Gil, versando su discurso de ingreso sobre “La causalidad en Medicina”. Le contestó el excelentísimo profesor D. Gonzalo Piédrola Angulo. D. Manuel expuso que el concepto de causalidad es parte de la vida común, pues el hombre desde siempre ha buscado el porqué de las cosas, como una forma de entender y adaptarse al mundo. En medicina, uno de los objetivos centrales de estudio es la identificación de los factores o agentes que causan las enfermedades, con el propósito de establecer tratamientos y sobre todo, para aplicar medidas preventivas.

Según afirma su amiga y académica de la RANME, la Prof. Carmen Maroto “si han sido importantes en la vida del Prof. Domínguez Carmona las actividades docentes, sanitarias y militares, quizá la que culminó toda su trayectoria intelectual, fue la Academia Nacional de Medicina, donde encontró un hogar intelectual, rodeado de viejos amigos de la Facultad de Medicina de la UCM. Allí y en esta casa, D. Manuel no solo aprendió, sino que, además, enseñó y nos puso al día, con sus conferencias, sobre temas muy variopintos, desde los aspectos sanitarios de la dependencia tabáquica, pasando por los aspectos sanitarios de la guerra química, el carbunco, el adipocito una célula prodigiosa, la encefalitis espongiforme, el ántrax como agresivo biológico, el interferón y la defensa antiviral, el acoso sexual, el estrés térmico, el terrible problema de la pedofilia, pornografía y salud, contaminación electromagnética, calor y salud o los problemas sanitarios de las drogas de diseño.

8. D. MANUEL, UN HOMBRE DE BIEN

D. Manuel fue un sanitario, un militar, un profesor, un académico y un maestro. Consagró su vida a la medicina sintiéndose afortunado y dichoso con la docencia a la que dedicó su vida, pero su espíritu militar le marcó profundamente. Vds. han visto que su currículum es el de un triunfador desde el punto de vista social. Profesionalmente llegó a donde solo llegan unos pocos, pero jamás se sintió un hombre sabio, ni buscó “fama” o la fortuna pues D. Manuel era un hombre sencillo y humilde. Como afirmaba la Prof. Carmen Maroto, la sencillez y la humildad marcaban la conducta de D. Manuel sin la menor concesión al oportunismo, la vanidad, e incluso la vacuidad, características que adornan a todos aquellos que no tienen nada que exhibir.

Era un hombre prudente y disciplinado pues su espíritu militar le marcó profundamente, y un trabajador infatigable cuya vitalidad vertiginosa quedó patente en la frase del Prof. Domingo Espinós: “D. Manuel nunca lleva abrigo, ya que con su ímpetu y energía no lo necesita”. Siempre le recordaré llevando un fajo de papeles de diferentes tamaños y colores variopintos en permanente equilibrio inestable que parecían a punto de caerse al suelo, entre los que aparecían artículos y hojas en las que realizaba múltiples anotaciones de todo lo que oía y veía y que según él, le interesaba. Y más de una vez le oí decir tras una conferencia: “qué interesante, yo esto no lo sabía”. Por su colección de papeles daba la impresión de que vivía en un caos, pero de forma sorprendente D. Manuel tenía este caos perfectamente estructurado en su cabeza, de tal forma que tras leerlos los colocaba en la caja que correspondía y sabía dónde estaba cada cosa.

Tenía un carácter abierto que nunca se agriaba, era optimista y cariñoso. Siempre parecía estar de buen humor y la sonrisa iluminaba con facilidad su rostro. Entendió como nadie que la sonrisa es la distancia más corta entre dos personas, y por ello, sus actuaciones siempre fueron ejemplo de amistad, compañerismo y buen hacer. Iba caminando a todas partes y nunca se cansaba. Yo recuerdo salir de esta casa e ir caminando con él Gran Vía adelante para coger mi autobús. Un día le pregunté: Manolo, ¿pero tú donde vives? Su contestación fue: da igual, me encanta caminar y conversar. Hablaba y escuchaba, reflexionaba y respetaba las opiniones de los demás con ansia por aprender, saber y comprender.

Pero D. Manuel era un hombre de sólidas convicciones. Era recto en sus principios y cumplía con lo que tenía que hacer, sin retroceder ante lo que creía justo. Como médico y católico luchó infatigablemente sin temor al qué dirán por la vida de los que no han tenido la oportunidad de nacer y no dejó pasar un acto o conferencia en que no lanzara su alegato en pro de la vida. Tampoco aceptaba y combatía la homeopatía y las pseudociencias a las que combatía por todo lo que suponían un engaño, pues “carecen de bases científicas que las sustenten”.

En los últimos tiempos, pasados los 90 años, D. Manuel fue perdiendo la vista, su paso se enlenteció y empezó a viajar por su mundo interior, habitando entre sus íntimos recuerdos, olvidando el tiempo y el mundo que le rodeaba. Su lengua regresó al silencio y empezó a recorrer de forma inexorable el camino que une este mundo con el cielo que él ansiaba. Y allí llegó este justo sin la menor duda el 12 de junio de 2018.

Quiero finalizar con un sentido recuerdo a su esposa Mercedes, quien afrontó con una gran entereza digna de admiración la mayor de las adversidades, la enfermedad, y sus siete hijos (Manuel, José Carlos, Lorenzo, Javier, Alejandro, Mercedes y Soledad) a quienes quería transmitirles que su padre no nos dejó pues su impronta persiste viva entre nosotros.

He dicho.