Page 61 - DICHOS, REFRANES Y GENÉTICA
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“...Caminante, no hay camino /
se hace camino al andar... y al volver la vista atrás /
se ve la senda /
que nunca se ha de volver a pisar”.
El mismo significado evolutivo se les puede dar a otros refranes, tales como:
? “Agua que va río abajo, arriba no ha de volver”
? “Agua pasada no mueve molino”
? “Agua que no has de beber, déjala correr”
? “El tiempo es de las cosas que no se vuelven a encontrar” o su equivalente
“tempus fugit”
porque, como decía Heráclito, “uno no puede bañarse dos veces en el mismo río” o “a
quienes entran en los mismos ríos bañan aguas siempre nuevas”, lo mismo que “el sol es
nuevo cada día y siempre el mismo”, aunque en términos kantianos se puede decir –como
en los individuos clónicos- que “no es lo mismo, pero es el mismo”.
Al dicho de Robespierre de que “nunca se va tan lejos que cuando no se sabe a
dónde se camina” puede dársele el mismo sentido evolutivo que a las primeras estrofas
antes citadas de la poesía de Machado (“Caminante, no hay camino / se hace camino al
andar...”). Los caminos de la evolución son impredecibles lo mismo que “los caminos del
Señor son insondables” (“¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus
caminos! Rom 11). De cualquier forma, el fenómeno evolutivo hay que considerarlo
siempre a largo plazo porque “lo que muchos años saben, no lo sabrá nunca el cada día”.
A veces sucede también que se sacan consecuencias evolutivas sin fundamento de sucesos
puntuales porque es lo mismo que juzgar la calidad de una película a la vista de un solo
fotograma.
Dentro de mecanismos del proceso evolutivo se plantea la cuestión de si se puede
llegar a la misma especie por caminos distintos. En este aspecto habría que decir que no es
aplicable en la evolución aquello de que “por todas partes se va a Roma” o que “todos los
caminos conducen a Roma”.
La interacción y competencia entre especies que ocupan un mismo nicho ecológico y
los fenómenos de coevolución pueden estar reflejados en refranes como:
? “Más vale estar solo que mal acompañado”, aunque el Eclesiastés dice “¡ay! del
que esté solo” porque hay especies que “están condenadas a entenderse”
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