Page 45 - DICHOS, REFRANES Y GENÉTICA
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ejemplo, el Convenio Europeo de Bioética, Oviedo, Abril de 1997) prohíben la selección
del sexo a no ser por razón de enfermedades graves ligadas al sexo. Las técnicas de
separación previa a la inseminación de espermatozoides “X” o “Y” por citometría de flujo
han mejorado los resultados previos, pero sin alcanzar la garantía total de éxito: un 90%
para la selección de espermatozoides portadores del cromosoma X (que producirán niñas)
y de un 60-70% para los portadores del Y (que producirán niños). Hasta ahora, la mayoría
de las legislaciones prohiben la selección del sexo a excepción, como decía anteriormente,
de los casos de enfermedades ligadas al sexo como, por ejemplo, la hemofilia, la distrofia
muscular de Duchenne, la agamaglobulinemia, etc.. Comienza a existir una presión social
a favor de que se autoricen tales técnicas “por razones de género”. En cualquier caso,
desde el punto de vista ético, es evidente que es preferible seleccionar gametos que realizar
la selección de embriones porque ello implica la destrucción de otros embriones. No
obstante, pero por si acaso, no está de más recordar lo que decía la política británica
Margaret Thatcher, reivindicando el papel de la mujer en la sociedad: “aunque sea el gallo
el que cacarea, la gallina es la que pone los huevos”.

       En la genética del sexo hay que distinguir entre la determinación genética del sexo
y la diferenciación sexual, que hace referencia a la expresión fenotípica del carácter sexo.
Desde el punto de vista genético, en la diferenciación sexual hay que distinguir entre la
diferenciación primaria o gonadal -por la que el blastema sexualmente indiferenciado se
transforma en gónada femenina (ovario) o masculina (testículo)- y la diferenciación
secundaria, que se refiere tanto a los órganos genitales como a los caracteres sexuales
secundarios (en el caso humano, el timbre de voz, la distribución del vello, formas
redondeadas, etc.).

       De todos es sabido el papel que juegan las hormonas sexuales (andrógenos y
estrógenos) en los procesos de diferenciación sexual, por ello es explicable que cualquier
cambio genético que afecte al equilibrio hormonal puede tener repercusión en el desarrollo
sexual físico o, incluso, de comportamiento como puede ser la homosexualidad36. Los
dichos populares reflejan en muchas ocasiones un rechazo a las personas que muestran
alteraciones en su diferenciación sexual física o psíquica. Por ejemplo,

36 Lacadena, J.R. 1997. Biología del comportamiento sexual humano: Genética y homosexualidad. En (J.
        Gafo, ed.) La homosexualidad: Un debate abierto, Desclée de Brouwer, Bilbao, pp. 97 - 135

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