Page 41 - DICHOS, REFRANES Y GENÉTICA
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destruir el embrión para extraer las células troncales pluripotentes, porque ya se sabe
que “no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos”.
En el campo de la reproducción humana, así como en otros muchos campos de
investigación, hay personas que creen que se actúa “contra naturam”; sin embargo,
Steen Willadsen ?pionero en la aplicación de la transferencia nuclear a partir de células
embrionarias de oveja y en la obtención de quimeras de oveja y cabra? decía que “el
papel del científico es infringir las leyes de la naturaleza”. En la sociedad, hay muchas
personas que hacen una valoración ética negativa de “lo artificial frente a lo natural”
porque consideran que “lo que es natural es obra de Dios, lo que es artificial es obra
del diablo”. Ante esta postura, yo creo importante resaltar que lo que se considera
artificial es en realidad natural porque lo hace el hombre utilizando su inteligencia
evolutivamente adquirida.
En relación con el progreso científico y la libertad de investigación hay quien
dice que intentar detener la Ciencia es tan imposible como “querer poner puertas al
campo” porque “todo lo que se pueda hacer, se hará”33 o, incluso, llegando al
“imperativo tecnológico” de que “lo que se puede hacer, hay que hacerlo” (Hans
Jonas, “El Principio de Responsabilidad”). No obstante, frente a estas posiciones habría
que plantearse que “no todo lo que es técnicamente posible, puede que sea éticamente
deseable” y que “el fin no justifica los medios”. En una reflexión bioética, es fácil
plantearse si algo que no se puede hacer todavía, se debería hacer o no; lo difícil es
planteárselo cuando esa técnica o investigación sí es factible ya. Ante estas perspectivas
habría que recordar que “mucha ciencia es locura si el buen seso no la cura” y que
“ciencia sin conciencia no es más que ruina del alma”, como decía Rabelais34;
sentencia también recogida en la Instrucción “Donum vitae” de la Congregación para la
Doctrina de la Fe de la Iglesia Católica cuando dice que “la ciencia sin conciencia no
conduce sino a la ruina del hombre”. Por eso hay que saber aplicar con cordura el
principio de precaución (“en la duda, abstente”), pero teniendo en cuenta que el riesgo
cero no existe y que “quien no se arriesga, no cruza la mar”.
33 Hans Magnum Enzensberger, Premio Príncipe de Asturias.
34 Rabelais. F. 1532. “Gargantúa y Pantagruel”.
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