Page 30 - DICHOS, REFRANES Y GENÉTICA
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Las técnicas de ingeniería genética molecular permiten inducir mutaciones en
genes concretos y así, en el caso de la pigmentación de las flores, se pueden obtener
variedades de plantas ornamentales con flores cuyo color y distribución no se encuentra en
la naturaleza, incrementando por ello su valor comercial. Por esa razón alguien cambió el
consejo a los enamorados de “dígaselo con flores” por “dígaselo con genes”. No obstante,
aunque hoy día, gracias a la manipulación genética, se pueda regalar un ramo de rosas
azules, seguirán siendo las rosas rojas el símbolo de la pasión de los enamorados (¡vaya
contradicción, por definición, la rosa debería ser rosa!).

       Una de las manifestaciones de la ingeniería genética molecular es la obtención de
plantas y animales transgénicos ?incluidos también en la denominación genérica de
organismos modificados genéticamente (OMGs)? ante los que la sociedad se muestra
recelosa, especialmente con los cultivos y alimentos transgénicos. Recuerdo que en una
ocasión, la lectura de un artículo periodístico titulado “¿Quién teme a los OMGs?” me
trajo a la memoria la primera estrofa de la popular canción de “Los tres cerditos” que dice
“¿quién teme al lobo feroz?”. Me parece el momento oportuno para señalar que en el
tema de los cultivos transgénicos, como en tantos otros de la investigación genética actual,
el ciudadano debería saber que muchas veces van juntas “la manipulación genética y la
manipulación social”, orquestada esta última por grupos mediáticos de presión, aunque a
veces se trate realmente de “una tempestad en un vaso de agua”.

       La rareza de ciertas mutaciones o comportamientos genéticos se puede asimilar con
actitudes de desconfianza. Por ejemplo, refranes como “de que la rana tenga pelo, seréis
vos bueno” o sus equivalentes “el malo será bueno cuando la rana cría pelo” o “eso será
cuando las ranas críen pelo” implican la improbabilidad de que se produzcan mutaciones
que cambien la piel de los anfibios en piel de mamíferos. En este contexto puede
recordarse la existencia en mamíferos de mutaciones hipertricoides -como, por ejemplo, el
hirsutismo humano (hombre-lobo)- o hipotricoides en ratones, ganado vacuno o en
monos, sin olvidar que, evolutivamente hablando, el hombre es el “mono desnudo”,
utilizando el título de la obra de Desmond Morris. De hecho, se ha descrito el caso de un
mutante hipotricoide de gorila que, hace ya muchos años, se exhibía en barracas de feria
como el “resultado de los amores de un gorila y una mujer de raza negra”. Se puede
afirmar que el mutante hipotricoide “no tiene un pelo de tonto”. Por otro lado, Platón decía

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