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La
implantación
de
la
prestación
farmacéutica…
“--
Pero,
¿no
se
les
da
a
elegir
entre
unos
medicamentos
u
otros?
--
No.
Se
les
pregunta
solamente
si
quieren
recibir
todos
los
necesarios
a
cambio
de
no
recibir
los
superfluos”
(55).
El
resultado
de
la
consulta
fue
el
esperado
por
sus
promotores,
según
se
recogió
en
la
prensa
nacional
tras
proceder
al
escrutinio
de
la
votación:
“El
resultado
de
la
valoración
fue
abrumador:
los
trabajadores
españoles
votaron
por
el
Petitorio.
Estamos
seguros
de
que
la
clase
médica
votará
también,
en
la
intimidad
de
su
conciencia,
en
el
mismo
sentido
que
los
productores.
He
aquí
una
invocación
general
a
la
reflexión,
en
materia
de
vital
interés
para
las
clases
modestas,
daba
como
resultado
una
afirmación
juiciosa,
de
austeridad
y
de
eficacia
(…)
Acaso
en
el
seno
de
muchas
familias,
la
superstición
ante
el
nombre
mágico
de
muchos
jarabes,
colirios
prestigiosos
y
enormes
panaceas
llorase
aquella
libertad
perdida.
La
clase
trabajadora,
en
conjunto,
votó
por
lo
mejor.
Y
lo
mejor
sin
duda
alguna,
era
afrontar
un
problema
que
suponía,
nada
menos,
atreverse
a
definir
qué
medicamentos
valen
la
pena
del
sacrificio
económico
que
al
productor,
al
empresario
y
al
país
entero
le
cuesta
el
Seguro;
y
que
otros
medicamentos
no
se
reputan
eficaces
en
grado
suficiente
(…)
Era,
bien
se
comprende,
situarse,
al
fin,
ante
una
industria
delicadísima,
que
teóricamente
recoge
el
fruto
de
la
investigación
al
servicio
de
la
salud
humana.
Una
industria
que
ha
de
desenvolverse
necesariamente
en
un
régimen
de
libertad
de
creación
y
de
libertad
de
ofrecimiento
a
su
eventual
clientela.
Incluso
de
respeto
a
su
riesgo
económico,
y
a
la
caducidad
de
muchas
de
sus
fórmulas
e
inversiones.
Pero,
por
el
carácter
sagrado
de
su
fin,
también
una
industria
que,
ante
la
salud
del
pueblo,
debe
ver
proscrito
todo
artificio,
banal,
todo
derroche
estéril,
todo
recurso
meramente
apuntado
a
la
imaginación
del
que
sufre.
El
problema
es
siempre
el
mismo
en
estos
grandes
casos
de
enjuiciamiento:
¿Quién
puede
decidir
en
las
condiciones
de
máxima
imparcialidad?.
Lógicamente
la
eficacia
de
una
especialidad
farmacéutica
solo
pueden
afirmarla
o
negarla
las
autoridades
en
la
materia.
El
Seguro
de
Enfermedad
ha
redactado
un
Petitorio,
bajo
el
criterio
de
una
Comisión
de
personalidades
que
con
pleno
rigor
científico
juzgan
la
eficacia
curativa
de
cada
producto
y
sus
merecimientos
para
formar
parte
de
la
extensa
relación
que
el
petitorio
comprende.
Figuran
en
ella
las
especialidades
más
modernas,
las
más
caras,
incluso
aquellas
que
necesitan
condiciones
para
ser
recetadas.
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