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Gloria
Redondo
Rincón,
Antonio
González
Bueno
presidente
del
Consejo
General
de
Colegios
Oficiales
de
Médicos,
Antonio
Crespo
Álvarez
(1891--1972),
además
de
avalado
con
la
firma
de
nueve
facultativos:
“En
algunos
países
el
asegurado
ha
de
pagar
una
cantidad
por
cada
receta,
cualquiera
que
sea
el
costo
de
la
especialidad.
En
otros
se
modificó
la
prima
de
cotización
o
se
impuso
al
asegurado
el
satisfacer
un
elevado
tanto
por
ciento
del
valor
del
medicamento.
Ni
un
sistema
ni
otro
proponemos;
hemos
de
ser
consecuentes
y
fieles
al
sistema
que
se
preconizó
desde
un
principio,
pero
hay
que
pensar
seriamente
una
medida
de
acuerdo
con
la
realidad.
No
puede
moverse
la
cuota
en
las
circunstancias
actuales
(…)
Tampoco
queremos
que
el
asegurado
contribuya
con
una
participación
del
valor
del
medicamento,
porque
el
elevado
coste
de
muchos
preparados
le
impediría
con
sus
ingresos,
ya
mermados
por
su
situación
de
baja,
la
adquisición
del
remedio
para
su
enfermedad
(…)
Esta
preocupación
condujo
a
los
órganos
del
SOE
a
someter
a
la
comisión
mixta
del
Ministerio
de
Trabajo
la
necesidad
de
aprobar
un
petitorio
de
especialidades
farmacéuticas
en
el
que
figuraran
todos
los
medicamentos
y
productos
fundamentales
y
suficientes
para
asegurar
un
tratamiento
eficaz,
con
arreglo
a
la
terapéutica
actual,
incluyendo
antibióticos
y
excluyendo,
en
cambio,
aquellas
medicinas
de
escaso
o
nulo
valor
curativo
(…)
la
comisión
mixta
aprobó
por
unanimidad
dicho
petitorio
(…)
el
SOE
antes
de
tomar
tan
trascendental
medida,
quiere
saber
la
posición
de
los
asegurados,
y,
a
sus
efectos,
somete
a
su
criterio
y
votación
el
régimen
a
seguir
en
el
futuro”
(53).
Siete
días
después,
el
26
de
mayo
de
1953,
aún
en
pleno
período
de
consulta,
se
publicó
en
la
prensa
una
entrevista
con
José
Antonio
Girón
de
Velasco,
en
ella
justificaba
la
solicitud
de
opinión
a
los
trabajadores
al
conocer
que
éstos
no
veían
una
intención
transparente
en
ella:
“--
Parece,
señor
Ministro,
que
hay
un
cierto
desasosiego
con
motivo
de
la
consulta
dirigida
a
los
trabajadores
acerca
de
los
medicamentos
que
suministra
el
S.O.E.
(…)
--
Es
posible
que
exista
por
ahí
alguien,
sin
noción
de
la
solvencia
política
y
con
demasiada
noción
de
la
existencia
de
ciertos
intereses
mercantiles,
y
que,
por
ambición,
preste
su
nombre,
su
ligereza
o
su
infamia
para
servir
a
beneficios
propios
o
ajenos.
Si
ese
alguien
existiera
sería
inexorablemente
enjuiciado,
después
de
ser
implacablemente
descubierto
y
expuesto
a
la
luz
pública…”
(54).
Al
leer
alguna
de
las
respuestas
de
José
Antonio
Girón
en
esa
entrevista
se
puede
entender
el
‘desasosiego’
de
los
trabajadores:
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