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JOSÉ
ANTONIO
ESCARIO
&
ALICIA
GÓMEZ
parasitólogos
y
que
sirve
de
modelo
para
comprender
la
relevancia
de
la
asociación
patología/respuesta
inmune.
2.
PATOLOGÍA
Y
MANIFESTACIONES
CLÍNICAS
Clásicamente
se
ha
considerado
la
sucesión
de
una
fase
aguda
y
una
crónica.
El
desarrollo
de
las
técnicas
diagnósticas
permitió
detectar
altas
tasas
de
anticuerpos
específicos
en
pacientes
asintomáticos,
algunos
de
los
cuales
desarrollaban
los
síntomas
típicos
de
la
fase
crónica.
Esta
fase
intermedia
de
la
enfermedad
se
conoce
como
fase
indeterminada.
Figura
1.--
Periodos
de
incubación
según
la
vía
de
infección.
La
fase
aguda
presenta
sintomatología
acusada
o
grave
en
sólo
el
5%
de
los
casos,
con
un
0,1%
de
letalidad
en
los
casos
no
tratados.
Casi
el
70%
de
las
manifestaciones
clínicas
ocurren
en
población
infantil.
La
desaparición
de
los
síntomas
marca
el
inicio
de
la
fase
indeterminada,
que
en
un
70
%
de
los
pacientes
permanece
de
por
vida,
desarrollando
el
30%
restante
una
fase
crónica.
El
periodo
de
incubación
(Figura
1)
varía
de
5
a
110
días
dependiendo
de
la
vía
de
infección.
En
la
forma
más
frecuente
de
infección,
los
tripomas
tigotes
metacíclicos
eliminados
en
las
heces
del
insecto
vector
(Triatoma
infestans
y
otros
triatominos)
penetran
en
macrófagos,
donde
se
transforman
y
multiplican
como
amastigotes,
para
como
tripomastigotes
invadir
la
corriente
sanguínea
y
linfática,
y
desde
ahí
alcanzar
células
de
diferentes
tejidos,
donde
pueden
repetir
un
ciclo
similar
de
multiplicación
intracelular.
Son
frecuentes
las
infecciones
en
el
tejido
muscular,
y
menos
en
médula
ósea,
sistema
fagocítico
y
gónadas,
aunque
la
localización
varía
según
el
aislamiento,
indicando
la
existencia
de
un
tropismo
tisular.
Raramente
se
encuentran
afectadas
las
células
nerviosas
y
si
el
parásito
llega
a
esta
zona
se
ubica
en
astrocitos.
La
infección
aguda
va
acompañada
de
una
excesiva
activación
de
sistema
inmune,
incluyendo
citoquinemia,
intensa
activación
de
linfocitos
T
y
B,
linfoadenopatía,
esplenomegalia
y
un
intenso
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