Page 33 - 77_04
P. 33
M.C.
AVENDAÑO
casos
de
agranulocitosis
con
resultado
de
muerte,
por
lo
que
se
retiró
del
mercado
en
muchos
países.
Sin
embargo,
debido
a
su
eficacia,
se
volvió
a
autorizar
a
finales
de
los
80
como
fármaco
de
reserva
en
la
esquizofrenia
y
otros
síntomas
psicóticos
instaurando
un
protocolo
de
control
hematológico.
En
1993
la
FDA
aprobó
la
risperidona,
en
1996
la
olanzapina,
y
en
1997
la
quetiapina.
La
risperidona
tiene
pocos
efectos
extrapiramidales
e
interacciona
con
receptores
D2
y
5--HT2A,
junto
con
otros
receptores
serotoninérgicos.
La
olanzapina
es
un
análogo
de
clozapina
que
posee
una
mayor
afinidad
por
el
receptor
de
serotonina
5--HT2
que
por
el
de
dopamina
D2.
La
actividad
antagonista
que
ejerce
sobre
este
último
se
asocia
a
sus
efectos
extrapiramidales
y,
además,
puede
producir
sedación
por
ser
antagonista
de
los
receptores
de
histamina
H1.
La
quetiapina
actúa
como
antagonista
de
receptores 5--HT2A
y
de
receptores
dopaminérgicos
postsinápticos.
Además
de
mostrar
varios
de
los
efectos
secundarios
de
los
antipsicóticos,
incrementa
la
prolactina
por
encima
de
las
tasas
normales, lo
que podría
provocar
la
aparición
de
tumores
no
cancerígenos en
la
glándula
pituitaria
(13).
Otro
antipsicótico
atípico
que
consiguió
ser
aprobado
por
la
FDA
en
2002
fue
el
aripiprazol
que,
aunque
como
otros
antipsicóticos
atípicos
muestra
un
perfil
antagonista
del
receptor
5--HT2A,
difiere
en
que
sus
efectos
parecen
ser
la
consecuencia
de
su
actividad
agonista
parcial
de
receptores
D2
y
del
receptor
5--
HT1A.
En
el
año
2005
se
publicó
que
la
quetiapina
y
otros
antipsicóticos atípicos
no
eran
más
eficaces
en
el
tratamiento
de
este
síndrome
que
el
antipsicótico
de
primera
generación
perfenazina
(14),
lo
que
fue
refutado
en
parte
a
través
de
ensayos
auspiciados
por
las
compañías
farmacéuticas
que
los
fabricaban.
En
resumen,
estamos
ante
un
grupo
de
fármacos
cuya
relación
eficacia/toxicidad,
debido
a
sus
múltiples
mecanismos
de
acción,
es
muy
variable.
Ya
se
ha
comentado
que
la
tendencia
a
seleccionar
para
su
desarrollo
fármacos
“limpios”,
quizás
un
objetivo
imposible,
ha
ido
desdibujándose
de
tal
modo
que
en
los
últimos
años
han
adquirido
valor
los
fármacos
de
acción
dual
e
incluso
múltiple.
Tomemos
como
ejemplo
los
antidepresivos.
La
comercialización
de
los
que
actúan
inhibiendo
selectivamente
la
recaptación
de
serotonina
(SSRIs)
como
la
fluoxetina
(el
famoso
Prozac®,
Figura
3),
fue
un
gran
éxito
porque
estos
fármacos
actúan
exclusivamente
sobre
las
vías
serotoninérgicas,
mientras
que
los
antidepresivos
comercializados
con
anterioridad
vieron
limitada
su
utilidad
clínica
por
su
acción
dual
ya
que
en
su
mayoría
actúan
sobre
las
vías
serotoninérgicas
y
noradrenérgicas.
Entre
ellos
se
encuentran
los
antidepresivos
tricíclicos
(TCAs)
como
imipramina
y
amitriptilina
y
los
inhibidores
de
monoaminooxidasa
(MAOIs)
como
tranilcipromina.
64