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MEDICAMENTA
NON
MELLA…
ejemplo
más
conocido
es
la
talidomida
(Figura
6)
comercializada
entre
los
años
1958
y
1963
como
sedante
y
calmante
de
las
náuseas
en
la
hiperémesis
gravídica
durante
los
tres
primeros
meses
de
embarazo.
Tras
obtener
un
éxito
clamoroso
produjo
una
alarma
mundial
cuando
se
supo
que
tenía
efectos
teratogénicos
que
habían
provocado
miles
de
nacimientos
de
bebés
afectados
de
focomelia,
una
anomalía
congénita
caracterizada
por
la
carencia
o
acortamiento
de
las
extremidades.
Como
consecuencia,
muchos
países
establecieran
paulatinamente
un
control
estricto
de
los
medicamentos
que
pretenden
comercializarse
para
garantizar
su
eficacia
y
su
baja
toxicidad
(34).
Estudios
posteriores
a
su
retirada
indicaron
que
el
enantiómero
R
producía
el
efecto
sedante
y
carecía
de
teratogenicidad,
siendo
el
S
el
responsable
de
este
efecto
(35)
y
a
partir
de
ese
momento
se
prestó
atención
a
la
evaluación
de
ambos
enatiómeros
en
el
desarrollo
de
fármacos
quirales.
Podría
pensarse
que
el
enantiómero
R
puro
de
la
talidomida
podría
utilizarse
sin
problemas,
pero
lo
cierto
es
que,
dada
la
acidez
del
átomo
de
hidrogeno
del
centro
estereogénico
en
posición
a
a
un
grupo
carbonilo,
ambos
enantiómeros
se
interconvierten
tanto
si
la
talidomida
se
administra
por
vía
oral
como
intravenosa
(36).
Tras
el
descubrimiento
casual
de
sus
beneficios
en
los
pacientes
afectados
de
lepra
este
fármaco
siguió
comercializándose
para
esta
indicación,
pero
su
verdadera
rehabilitación
comenzó
a
finales
de
los
años
90
cuando
se
observó
que
poseía
propiedades
inmunomoduladoras,
antiinflamatorias,
y
antiangiogénicas
a
través
de
varios
mecanismos
como
la
modulación
de
la
síntesis
de
citocinas
(especialmente
del
factor
de
necrosis
tumoral
alfa,
TNFa)
(37)
y
la
inhibición
de
la
fagocitosis
realizada
por
los
linfocitos
polimorfonucleares
en
las
células
T,
debido
a
la
mayor
producción
de
interleucina
2,
IL--2
(38).
De
hecho,
la
talidomida
se
vuelve
a
utilizar
como
terapia
alternativa
o
de
segunda
elección
bajo
un
estricto
control
médico
en
algunas
afecciones
dermatológicas
como
el
prúrigo
nodular
y
actínico,
el
lupus
eritematoso,
las
úlceras
aftosas
asociadas
a
la
infección
del
virus
VIH,
y
la
estomatitis
aftosa
recurrente,
así
como
en
algunos
tipos
de
cáncer.
También
se
obtienen
buenos
resultados
en
enfermedades
inflamatorias
intestinales
como
la
enfermedad
de
Crohn,
la
artritis
reumatoide
e
incluso
en
la
insuficiencia
cardiaca
avanzada.
En
resumen,
la
talidomida
promete
ser
un
fármaco
con
múltiples
aplicaciones
siempre
y
cuando
se
siga
una
adecuada
vigilancia
para
la
identificación
temprana
de
sus
efectos
colaterales
(39).
Además,
un
análogo
estructural
de
talidomida:
lenalidomida
(EM
12
ó
CC--
4047)
se
aprobó
en
el
año
2008
por
la
Agencia
Europea
del
Medicamento
(EMA)
para
el
tratamiento
del
mieloma
múltiple,
recomendándose
su
utilización
en
pacientes
refractarios
a
otros
tratamientos
(40).
Este
nuevo
fármaco
posee
propiedades
antiangiogénicas
a
través
del
bloqueo
de
la
migración
y
adhesión
de
células
endoteliales
y
de
la
formación
de
microvasos,
propiedades
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