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VOL. 76 (4), 479-491, 2010 EL EVOLUCIONISMO DE RODRÍGUEZ CARRACIDO…
filogenético de éstas moléculas. Sobre todo, en el caso de unas con-
diciones ambientales que permitieran la construcción de los grandes
edificios moleculares así como del carácter opticamente activo de las
principales moléculas biogénicas. Para el primer caso especula con la
mayor limpieza de la atmósfera en las épocas anteriores a la apari-
ción de la vida lo que permitiría una mayor incidencia de la radia-
ción ultravioleta sobre la tierra, que a su vez haría posible la síntesis
de la molécula del aldehído formador de la cianhidrina generadora del
primer aminoácido. En el segundo caso, justifica la síntesis asimétri-
ca de las moléculas opticamente activas por la acción del paleomag-
netismo terrestre.
De todo esto concluye que: Análogamente a la serie filogenético de
los organismos que se desarrolla desde los unicelulares hasta los multi-
celulares de mayor diferenciación morfológica y fisiológica, debe admi-
tirse otra serie filogenético química que, desde el término inicial de una
sencilla combinación carbonitrogenada, vaya creciendo gradualmente
hasta las proteinas y los proteidos de mayor magnitud molecular, arti-
culando las piezas en el complejísimo mosaico.
Al año siguiente a su publicación en la Revue Scientifique el gran
químico austríaco, afincado en Italia, Giacomo Ciamician (de ascen-
dencia armenia, nace en Trieste en 1857 y fallece en Bolonia en 1922,
donde era profesor de su universidad. Propuesto nueve veces para el
Nobel fue un gran especialista en fotoquímica siendo considerado el
precursor de los paneles solares) le contesta en la misma revista. Ini-
cialmente reconoce que varias de sus hipótesis presentan un certain
degré de vraisemblance, sobre todo las relativas a la formación de los
aminoácidos a partir de los aldehidos mediante la cianhidrina. Pero,
en cambio, considera muy poco probable la formación de los com-
puestos ópticamente activos a partir del desdoblamiento de los pro-
ductos racémicos por la acción de las fuerzas magnéticas o, incluso,
de la rotación de la tierra.
Pero, donde centra sobre todo sus críticas es en la escasa estabili-
dad que deberían presentar los compuestos orgánicos formados bajo
las condiciones que existían en la tierra cuando se formó la vida. Los
compuestos orgánicos son generalmente poco resistentes al aire y la
luz a no ser que estén adecuadamente protegidos bajo condiciones es-
peciales. Situación que podría darse en los cuerpos micelares tipo cé-
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