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VOL. 76 (4), 479-491, 2010 EL EVOLUCIONISMO DE RODRÍGUEZ CARRACIDO…
tica) existe también una sólida argumentación científica perfectamen-
te homologable a la que se estaba desarrollando en la mayor parte de
las grandes revistas científicas del momento. La temática relativa a la
evolución química, en cambio y pese al interés y novedad de alguna
de las hipótesis y razonamientos desarrollados, era meramente espe-
culativa y también relativamente arriesgada y poco fundamentada
científicamente por lo que pronto fue superada por nuevas aportacio-
nes. También y como consecuencia de su aceptación del origen de los
elementos a partir de la teoría de las condensaciones progresivas del
protilo de Crookes (algo que también aceptaban Rodríguez Mourelo
y otros químicos españoles de finales del XIX) era contrario a la exis-
tencia de los átomos (denominada como hipótesis de la materia dis-
continua que contraponía a la de la evolución continua de la materia,
que él defendía) que ya por esta época comenzaban a encontrar sóli-
dos y bien fundados argumentos de su realidad con los trabajos en
los que Canizzaro y otros actualizaban las teorías pioneras de Dalton
y Prout (17).
Sin tener muy claro en que momento Carracido comenzó a pres-
cindir de estas teorías que negaban la individualidad del átomo hay
que señalar que todavía Crookes a principios del XX interpretaba el
descubrimiento del electrón por Thomson como una confirmación de
su peculiar teoría: el electrón sería el protilo cuyos variados agrupa-
mientos produciría la génesis de los elementos (18).
En relación con los estudios sobre el origen de la vida Carracido
no tuvo la oportunidad de conocer el trabajo que Oparin publicó en
ruso en 1924 ya que se difundió en occidente a partir de la edición
inglesa de 1939 (19) ni el que Haldane publicó en 1929 (20). Con ellos,
como es sabido, se establecieron las bases sobre las que se basan las
teorías actualmente vigentes sobre el origen de la vida en la tierra. La
época con la que convivió Carracido y que precedió a la de los des-
cubrimientos anteriores se caracterizó en relación con dicha temáti-
ca por la convivencia, casi siempre conflictiva, entre diferentes teorí-
as lo que llevó, según opinión del propio Oparin a que estos estudios
adquieran un nuevo vigor en los comienzos del siglo veinte.
Durante la mayor parte del XIX la teoría sobre el origen de la vida
que mayor adhesiones subscitaba era la de la generación espotánea o
heterobiosis. Filósofos tan reconocidos como Hegel, Schelling y Oken
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