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VOL. 76 (4), 479-491, 2010 EL EVOLUCIONISMO DE RODRÍGUEZ CARRACIDO…
nes y algunos supuestos básicos (como la distinción entre proteínas
propias de la materia viva y de la materia muerta) no demostrables
experimentalmente. Sin embargo Oparin considera que para su tiem-
po esta teoría era muy progresista, y desempeñó un papel positivo en el
desarrollo de nuestras ideas acerca del origen de la vida, ya que signifi-
caba un esfuerzo por explicar la síntesis primaria de los compuestos or-
gánicos.
Carracido, tenía ciertas dudas sobre la teoría de Pflüger sobre la
que decía en 1911 que no puede tacharse de absurda tal suposición,
pero todo en ella es completamente hipotético, y la honradez científica
compele a declarar que nada se sabe respecto a la gestación química de
la primera vida. En la primera edición de su Tratado de Química Bio-
lógica (1903) (22) defiende que el primer transito de la materia mine-
ral a la orgánica es la reducción del anhídrido carbónico … sobre la
base de los hidrocarburos es fijado el nitrógeno, y según determinadas
condiciones, el azufre, el fósforo, el hierro y los demás elementos bioge-
nésicos, constituyendo las complicadas moléculas formadoras de la ma-
teria viva, hipótesis muy acreditada entre los defensores de un origen
mecaniscista de la vida. En la segunda edición de 1917 (22) se man-
tiene inalterada esta versión. Sin embargo, pocos años después, en
1920 (12), consideraba la hipótesis de Pflüger como el fundamento de
sus propias teorías sobre el origen de las primeras proteínas. En este
trabajo la aportación más original corresponde a las diferentes reac-
ciones (todas confirmadas experimentalmente) en las que interviene
el radical CN o compuestos relacionados como el cianhídrico, y que
pueden considerarse formadoras de aminoácidos y proteínas. La pro-
pia hipótesis de la influencia del campo magnético terrestre sobre el
origen de la actividad óptica de las moléculas biógenas, se apoyaba
en una experiencia de Faraday de 1846, y por lo tanto resultaba plau-
sible para la época.
En las últimas etapas de su vida, Carracido le da gran importan-
cia a la formación de compuestos micelares como base de la matriz
superficial imprescindible para un desarrollo eficaz de las reacciones
biogenéticas. Describe las experiencias, muy de moda en aquel mo-
mento, de crear artificialmente análogos celulares que por su morfo-
logía recordaban a las células, como las realizadas por Leduc (23) o
el mexicano Herrera (24). Sin embargo, era muy consciente de la uto-
pía que encerraban muchas de éstas experiencias de “biología sinté-
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