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VOL. 75 (3), 419-466, 2009  DIFERENCIACIÓN SEXUAL: EL FACTOR DE JOST

    Pero, además, en los embriones femeninos, los canales de Müller,
de forma espontánea, en la ausencia de testosterona, se diferencian
en útero, tubos de Falopio y parte superior de la vagina mientras, en
los embriones masculinos, con testículos y testosterona, involuciona
el canal de Müller. Y es ese dimorfismo de diferenciación sexual que
se produce entre los embriones femenino y masculino, a pesar de
que parten ambos de estructuras similares en el estadio de gónadas
indiferenciadas, lo que queremos destacar.

    Durante años no se tuvo claro cuál era la secreción, ni el proceso,
por el cual el canal de Müller involuciona en los embriones mascu-
linos, ya que la presencia de testosterona, que es necesaria para la
transformación y evolución del canal de Wolff, no parecía, de forma
clara, ser el motor por el cual en estos embriones involuciona el
canal de Müller. Y es, precisamente, en este punto cuando los expe-
rimentos del Profesor Jost, en París, vinieron a aclararlo, con el
descubrimiento de una hormona, el factor de Jost del que vamos a
hablar en la segunda parte de esta exposición.

    Es decir, el descubrimiento de Jost vino a aclarar el proceso y las
secreciones testiculares que rigen la diferenciación sexual masculina
en la etapa fenotípica y, como veremos, como consecuencia, el por-
qué y el modo de cómo se podían producir las patologías, descritas
por la clínica, de anomalías morfológicas en genitales masculinos.
Pero, además, sus descubrimientos abrieron el campo a investigacio-
nes todavía en curso.

b) Diferenciación sexual cerebral: neuroendocrina
b) y de conducta

    Desde muy antiguo se sabe que animales castrados alteran sus
manifestaciones sexuales en dos niveles: el de secreciones neuroendo-
crinas y el de conducta, los cuales requieren, ambos, un control cere-
bral. Como relata Bruce S. McEwen en 1976 (11), ya en 1849, Arnold
A. Berthold de la Universidad de Göttingen encontró que gallos cas-
trados dejaban de tener conducta de machos en la pelea, o frente a una
hembra, y que si trasplantaban testículos en su cavidad abdominal, la
conducta de macho reaparecía. Como no había hecho ninguna co-
nexión nerviosa, dedujo que, por vía sanguínea, sustancias que secre-
taba el testículo viajaban por la sangre y llegaban al cerebro.

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