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VOL. 75 (3), 419-466, 2009 DIFERENCIACIÓN SEXUAL: EL FACTOR DE JOST
La configuración de los circuitos neuronales, por las hormonas
sexuales en etapas inmaduras, concretamente por el estradiol, pro-
veniente de la testosterona, en los embriones machos en desarrollo,
tiene consecuencias en dos vertientes regidas por el cerebro. Una
neuroendocrina, en este caso, producida por la hormona hipotalámi-
ca del axis gonadal LRH que rige y estimula las secreciones gonada-
les en la hipófisis, y otra, igualmente regida por el cerebro, la de la
conducta sexual. Las secreciones de la hipófisis en el axis gonadal,
concretamente la LH (hormona luteotropa) se secreta, en los mamí-
feros, de forma distinta en machos que en hembras. La secreción de
la hormona luteinizante hipofisaria LH en las hembras es cíclica, y
por ello se produce la ovulación mensual y el aumento en los ovarios
de la secreción de estradiol, mientras en los machos la LH se secreta
de forma tónica para estimular en los testículos la secreción de tes-
tosterona. La otra secreción hipofisaria gonadal, la FSH, hormona
estimulante del folículo, produce la maduración del folículo ovárico
en las hembras y estimula la espermatogénesis en los machos.
En la rata hembra ambas vertientes, la neuroendocrina y la de
conducta sexual, pueden ser observadas y valoradas por un obser-
vador externo. La neuroendocrina por la capacidad de estimular la
ovulación de un ovario trasplantado, en dicha rata hembra previamen-
te ovariectomizada, puede ser una prueba observable de tener un hi-
potálamo feminizado, por tanto, capaz de estimular en la pituitaria la
secreción cíclica de LH. Y la conducta sexual de hembra se manifies-
ta, frente al macho, por una postura especial llamada de lordosis.
Un trabajo muy esclarecedor de todo ello fue el realizado por
Gorski en 1965 (16). En él mide el índice de feminización del
hipotálamo por la capacidad de ovulación que se manifiesta en
ovarios trasplantados en la cavidad abdominal tanto en ratas hembras
como en machos. Este investigador castraba, previamente, los ani-
males machos el primer día de su vida e inyectaba testosterona o
estradiol a las hembras recién nacidas. Así comprobó que las hembras
que recibían testosterona o estradiol los tres primeros días de vida,
tuvieran o no sus ovarios intactos, no eran capaces de producir ovula-
ción en el ovario trasplantado como sucede con un macho normal,
porque esas hembras, como los machos normales, habían masculi-
nizado su hipotálamo por la llegada al cerebro de la testosterona o
estradiol.
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