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VOL. 71 (2), 387-427, 2005 LA TOXINA BOTULÍNICA COMO MEDICAMENTO
microbianas como la diftérica, tienen dominios estructurales que se
unen, internan y realizan la actividad enzimática. La toxina botulí-
nica fijada, como ocurre en el tétanos, no se neutraliza por la IgG,
por lo que no se evita el bloqueo de la liberación de la acetilcolina.
La cadena H recombinante obtenida por la clonación en la E coli
de los genes de la toxina 111/NT tiene una actividad ligante a la
sinaptotagmina II, 4,2 veces menor que la de la Okra/NT. El híbrido
de los extremos COOH-terminal de las cadenas H de las dos toxinas
revela que la disminución de actividad ligante se debe a la mutación
de 23 residuos en esa fracción (1029 1291) de la Okra/NT (Ihara y
cols. 2003).
Los receptores son específicos de cada serotipo de toxina (De
Black y cols. 1986, Simpson, 1989); están situados en regiones espe-
cializadas denominadas “coated pits” traducibles como “pozos reves-
tidos” que se presentan concentrados en la membrana de las presi-
napsis colinérgicas y sobre todo en la de las placas motoras
amielínicas de las que hay 150 a 500 por cada mm2 de membrana
muscular dispuestos. Basta la fijación a los receptores de cantidades
extremadamente bajas de toxina para provocar la enfermedad. La
estructura de estos receptores determina la diferente susceptibilidad
de las especies e individuos. Las drogas lisosomotrópicas inhiben o
al menos retrasan la parálisis botulínica, lo que hace pensar, que la
toxina entra en las neuronas por el RME, vía utilizada por otras
toxinas bacterianas, por muchas hormonas polipeptídicas, por facto-
res de crecimiento, e incluso por algunos virus (Goldstein y cols.
1979).
La toxina entrada en las neuronas emigra centrípetamente por
los filetes nerviosos y llega por los pares craneales, a los centros
nerviosos, a los nervios autónomos (colinérgicos) y a la función
neuromuscular lo que explica la parálisis fláccida de los músculos
intrínsecos y extrínsecos del ojo y de los deglutorios. La toxina de la
sangre, no atraviesa la barrera hematoencefálica.
La toxina botulínica no modifica la síntesis de acetilcolina, no
modifica el número de vesículas, ni su contenido en acetilcolina, ni
inhibe a la colinesterasa, y no forma anticuerpos contra la acetilco-
lina pero impide que se libere suficiente acetilcolina capaz de con-
traer al músculo. A concentraciones mayores puede inhibir la libe-
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