Page 22 - 71_01
P. 22

MARÍA TERESA MIRAS PORTUGAL  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

aminérgicos, mientras que otros los tienen de naturaleza hidrofóbi-
ca. De todos modos, el hecho de que la mayor variabilidad ocurra en
los segmentos transmembranares hace que se puedan incluir en el
grupo A de los receptores de siete hélices, ya que todos ellos tienen
el sitio de unión para el ligando en la zona que queda dentro de la
membrana plasmática. Este grupo es el más numeroso y pertenecen
entre otros los receptores a y ß adrenérgicos, dopaminérgicos, de
serotonina, histamina, etc..., y la propia rodopsina y otros pigmentos
visuales.

    Los genes de los receptores olfativos existen en los vertebrados
inferiores y también en los invertebrados. Ya hemos citado que en
rata y ratón son aproximadamente 1.000 genes y todos ellos son
funcionales, lo que también ocurre en otros mamíferos no primates.
El genoma humano codifica entre 500 y 750 genes de receptores
olfativos, pero contrariamente a otras especies más de la mitad son
pseudogenes. Quiere esto decir que cuando uno de estos receptores
se expresa no es funcional y su presencia en nuestro genoma es un
recuerdo del pasado de la especie y de su evolución.

    Se ha tratado de explicar la pérdida de capacidad olfativa en los
humanos por la menor necesidad y dependencia de este sentido para
la supervivencia y por la adquisición de fotopigmentos que hacían
más sensibles y más ricas las sensaciones visuales. Curiosamente,
esta hipótesis se ha visto avalada por el hecho de que los monos
americanos que sólo tienen dos fotopigmentos, uno para el azul y
otro para el verde, pero no para el rojo, conservan activos el 100 por
100 de sus receptores olfativos. Como la separación de los continen-
tes ocurrió hace unos 30-35 millones de años, la aparición del foto-
pigmento que capta el rojo, que es la luz con menor energía, debe
de ser posterior a ese evento y por ello sólo aparece en los grandes
monos y primates que evolucionaron en África y Eurasia. El bene-
ficio de cubrir un rango cromático mucho más amplio les ha hecho
menos susceptibles a la pérdida de calidad olfativa y, por ejemplo,
en el gorila, el 50 por 100 de los genes de sus receptores olfativos no
son funcionales, son pseudogenes, lo mismo que ocurre en el chim-
pancé. La máxima pérdida se alcanza en los humanos donde los
genes olfativos funcionales alcanzan un escaso 30 por 100, es decir,
que tenemos unos 200-300 genes funcionales, pero somos capaces de
detectar más de mil olores diversos y algunos miembros de nuestra

24
   17   18   19   20   21   22   23   24   25   26   27