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HEBBE ISABEL CAMPERO CARRASCO AN. R. ACAD. NAC. FARM.
Además debían conseguir confesiones sobre las formas de curar, los
vegetales y preparados que usaban para mitigar los dolores 4.
A medida que pasaban los días y los años crecían las exigencias
sanitarias; en un principio, el médico era al mismo tiempo farma-
céutico o simple proveedor, pagado o gratuito, de las drogas. Sus
honorarios comprendían las drogas usadas. Así se le conocía y con-
trataba para el servicio público. Poco a poco, a medida del incre-
mento del material, fue independizándose y haciéndose presente el
farmacéutico, más propiamente el «boticario», ya que la aparición
del verdadero farmacéutico corresponde a la época republicana. Más
tarde, ya no se permitía a un solo hombre ocuparse de ambas cosas
a la vez, de la atención de enfermos y de la de botica. Se declaró la
incompatibilidad.
Los boticarios de antaño fueron preparadores de las recetas mé-
dicas, «según arte». Batir pomadas, dosificar papelillos y obleas,
emulsionar «pociones» y adecuar excipientes, eran las obligacio-
nes cotidianas. Un poco alquimistas y bastante médicos se sentían a
menudo para adulterar los «récipe» de los segundos y crear para sí
una aureola de curanderos llamados a corregir, con ventaja —la
ventaja de tener siempre a mano el medicamento— según ellos, las
no siempre atinadas prescripciones médicas.
Las boticas eran centros de reunión permanente para los veci-
nos eminentes de la villa. A falta de clubes, bares, hoteles u otros lu-
gares de semejante índole, todavía desconocidos en aquellos tiem-
pos, ellas constituían el punto preferido para la cita de desocupados.
En ellas se recogía noticias y se organizaban rebeliones contra las
autoridades. Y en ellas se podía encontrar también toda la gama de
artículos de primera necesidad en abigarrada y pintoresca herman-
dad. Adminículos de tocador, mistelas y aguas gaseosas, variados
dulces, jabones de olor, etc. Pero por encima de todo esto, al noti-
cioso y locuaz informador y diestro comentador del momento polí-
tico y de la vida y milagros de los vecinos. Desde entonces quedó en
la conversación popular la frase «de todo, como en botica».
Como los establecimientos sanitarios, el ejercicio profesional de
médicos, farmacéuticos, flebótomos y parteras, la atención de las bo-
4 LOZA BALSA, GREGORIO, «Enciclopedia...», op. cit., pág. 136.
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