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VOL. 68 (1), 2002 URBANISMO Y SALUD PÚBLICA
expresarían los dos pilares sobre los que se basaba la economía de la época,
la agricultura y el comercio colonial de productos manufacturados, para cuya
realización se empezaba a utilizar la energía hidráulica. Todo, bajo la mirada
atenta y eterna del Monarca a quien personificaba el dios Apolo.
La escultura recuperó la función didáctica que había alcanzado en el
mundo clásico y perdido en el s. XVII en beneficio de la pintura; y gracias a
ella el Prado Viejo pasó, de ser un lugar "inculto aunque poético recinto"57, a
convertirse en uno de los más bellos y magníficos paseos de Europa donde
primó la idea del buen gusto como expresión de la formación espiritual e
intelectual que debían tener los artistas que allí trabajaran, y que sería el que
marcaría la diferencia entre ellos y los artesanos. Lo cierto es que, en 1774
Sir Hew Whiteford Dalrymple destacó en su Relación que el Prado era un
paseo público que servía de principal distracción en las noches de verano; y
en donde, por la tarde, se reunía "un gentío infinito, tanto a pie como en
carroza"58. Y el barón Juan Francisco de Bourgoing, que estuvo destinado en
Madrid como secretario de la embajada francesa entre 1775 y 1785, cuando,
de vuelta a su país, publicó los recuerdos de esos diez años en su Nuevo
Viaje por España59, opinó que era una ciudad muy limpia y cuidada, y
destacó el salón del Prado que le pareció "un paseo espléndido que se puede
frecuentar con agrado y seguridad" y donde "la concurrencia es a veces
inconcebible (habiendo visto) desfilar con el mayor orden cuatrocientas o
quinientas carrozas y una población animada". El aire era allí fresco gracias
a los surtidores y las fuentes, y lo perfumaba el aroma de las flores.
En el nuevo escenario se conjugaron la escultura, la vegetación y el
agua con carácter ornamental (y no tanto sensitivo como lo había tenido en
el s. XVI), junto con la tradición aplicada a la Historia; y, frente a la
diversidad de canales de transmisión de mensajes empleados en la difusión
de los programas reales en épocas anteriores, aquí se eliminó la policromía,
la música (al menos como manifestación permanente) y la epigrafía,
limitándose a incluir en la estatua de Apolo una pequeña cartela con la
dedicatoria del pueblo de Madrid a Carlos III. Así concluyó el debate
57 Cfr. R. MESONERO ROMANOS, Op. cit.,p.227.
58 Cfr. García Mercadal, op.cit.,, Vol.V, p.183.
59 Cfr.García Mercadal, op.cit., Vol.V, p.480.
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