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ANA Mª JIMÉNEZ GARNICA ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM
vida en los Reales Sitios; de manera que se calcula que pasaba en la Villa
poco más de dos meses al año.
Con las renovaciones de Aranda, la ciudad barroca inició la
modificación de su topografía en función de las necesidades de las masas
urbanas, que eran las que inquietaban al poder, en un intento por evitar
nuevos motines.
Aranda decidió, como medida previa, que en 1767 se abrieran
parcialmente al público los jardines del palacio del Buen Retiro y, a
continuación, centró sus esfuerzos en el eje que iba desde el santuario de la
Virgen de Atocha hasta el convento de los Agustinos Recoletos que mandó
alisar, plantar y adornar con varias avenidas de árboles; y, mientras que José
de Hermosilla y Ventura Rodríguez trazaban un cuidado y bien pensado
proyecto que respondiera a los objetivos reales, Aranda hizo colocar dos mil
sillas y levantar aguaduchos y cafés, según cuenta el marqués de San
Leonardo en una carta fechada en mayo de 176746, e hizo hincapié en que el
nuevo Paseo se regara a diario; lo que, de momento, no logró evitar que
siguiera siendo el lugar polvoriento de antaño. Las dimensiones del Paseo,
concebido como Salón alargado al aire libre, respondían a las necesidades de
un Madrid en expansión, y su complemento más adecuado fue la Puerta de
Alcalá, que trazó Sabatini años más tarde. El nuevo espacio sustituiría a los
antiguos mentideros, que eran lugares recoletos al abrigo de las iglesias, y en
cuyos aledaños se reunían los embozados de triste recuerdo.
2-4. LA REORDENACIÓN DEL PRADO VIEJO DE SAN
JERÓNIMO.
Durante la década de los sesenta del s. XVIII Madrid experimentó un
crecimiento demográfico superior al de la media de las restantes ciudades
españolas, como se aprecia en un estudio comparativo de los catastros de
Ensenada (1757), Aranda (1768) y Floridablanca (1768). Lo cual no se
debió tanto a su propio crecimiento vegetativo, como al elevado número de
mendigos, inmigrantes no cualificados y vagabundos que la ciudad acogió,
al ser un centro consumidor más que productor, donde lo corriente era "ver
46 Cfr. CEPEDA ADAN, Anuario del Instituto de Estudios Madrileños, p.228.
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