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VOL. 68 (1), 2002 URBANISMO Y SALUD PÚBLICA
La autoría de ambos textos y edificios se debe al arquitecto Diego de
Villanueva.
También, en estos años las Academias y Jardines Botánicos añadían
a sus estudios tradicionales los de la mejora de la salud pública obtenida
gracias al deleite.
El diseño del Salón del Prado incluía en origen una columnata
toscana en el centro del lado largo -que nunca llegó a construirse-, frente por
frente de la fuente de Apolo y las Cuatro Estaciones, para que en su parte
baja, y según el mismo Ventura Rodríguez aclara en sus propias notas,
"puedan defenderse de las lluvias y temporales dos o tres mil personas, con
una Fonda, Botillería y otras comodidades"68. Una escalera debía conducir a
la segunda planta, donde se proyectaron seis grandes salas con salida directa
a un paseo descubierto en el que actuarían grupos de música los días
festivos. Con estas arquitecturas Ventura Rodríguez se proponía rectificar
los desniveles existentes entre la verja del llamado Jardín de la Princesa y el
edificio de las reales Caballerizas del Retiro, y regularizar el trazado de los
andenes laterales; salvando, en lo posible, la diferencia de nivel que separaba
el Prado Alto, y estableciendo un eje transversal de simetría.
En las exedras de los extremos colocó dos fuentes en disposición
afrontada y dialogante, en representación de los pilares fundamentales de la
economía de la época: una con la diosa Cibeles, alegoría de la Tierra y que
encarnaba la fertilidad de la Agricultura69, y otra con Neptuno, dios del Mar
68 Cita tomada de las propias notas manuscritas por Ventura Rodríguez sobre sus diseños
(Cfr. Catálogo de la Exposición Madrid hasta 1875, Testimonios de su Historia. Madrid,
Museo Municipal, 1980, pp.237-238). Se conservan varios diseños sobre papel realizados
por el arquitecto hacia 1776.
69 Los políticos de la época hicieron suyas las doctrinas fisiocráticas que basaban en la
agricultura una de las principales fuentes de riqueza de un país. Por eso, ya en 1766, el Rey
encargó a Pablo de Olavide, un primer Informe sobre la Ley agraria, que ofrece un
panorama terrorífico de la situación del campo y de los campesinos españoles. El 68% de las
tierras pertenecían a la nobleza y a la Iglesia, que no podían ni enajenarlas, ni venderlas. Este
fue el primer obstáculo con el que se encontró la burguesía reformista. Por eso los consejeros
del Rey sólo podían actuar sobre las tierras comunales y baldíos concejiles, cuyos
cultivadores, pertenecientes a las clases más pobres, no tenían ni semillas ni aperos para
cultivar y, como dice Olavide, eran "los hombres más infelices" que él conocía en Europa.
Los proyectos e ideas de los tratadistas se divulgaron en las ciudades, en las clases
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