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ANA Mª JIMÉNEZ GARNICA  ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM

del momento, por la reticencia que mostraban los españoles hacia todo lo
que pareciera nuevo, le obligó a utilizar un repertorio de temas y formas
clásicas que no chocaran excesivamente con la cultura tradicional barroca de
los madrileños.

         Con la filosofía de las Luces impuesta en Europa en la década de
1770 se pretendió establecer una nueva manera de concebir el mundo y las
cosas, teniendo como finalidad inmediata la eliminación de la ignorancia, la
superstición y los prejuicios que, inevitablemente, llevaban a los abusos y al
fanatismo. La ideología ilustrada intentaba extender el uso de la razón,
secularizar el saber49 y hacerlo útil50 para que la población pudiera adquirir
los conocimientos técnicos necesarios para el desarrollo del país. Así lo
recogió Gaspar Melchor de Jovellanos51:

         "Lo que importa es perfeccionar la educación y mejorar la
instrucción pública: con ella no habrá preocupación que no caiga, error que
no desaparezca, mejora que no se facilite (...) Si [una nación] es instruida, su
libertad puede ganar siempre; perder, nunca".

         De ahí que uno de los grandes objetivos de esta etapa estuviera
orientado a la alfabetización y al aprendizaje de las "ciencias útiles". Se
trataba de evitar, en definitiva, que nunca más, ni los madrileños ni sus
médicos, volvieran a decir al Rey que si el aire de Madrid no estaba

  49 Esa fue la razón por la que el reformismo real contó con la oposición de los jesuitas,
entre otros, quienes habían controlado la enseñanza en Madrid desde las décadas finales del
s. XVI, lo que motivó el decreto de su expulsión del 31 de marzo de 1767. Sin embargo, el
enfrentamiento del rey y sus ministros con este importante sector de la Iglesia no afectó al
dogma católico.

  50 El lema de la Real Academis de Farmacia (Medicamenta non mella), que fue tomado
de Plinio el Joven (Naturalis Historia, lib.XI, cap.14, párrafo 37), aunque sacado de su
contexto recoge esta idea de cómo los beneficios le cuestan al hombre amargos tragos
previos. Asimismo, el emblema en el que aparece una colmena en torno a la cual revolotean
laboriosas abejas, también es paradigma de la Ilustración. La escena se sitúa en medio de un
jardín bien trazado, con árboles ordenados en hileras y cuidados parterres donde crecen
hierbas y las flores necesarias para que las abejas realicen su tarea. Todo ello está presidido
por un sol en plenitud, como clara alegoría a la dinastía de los Borbones que estaba
fomentando estas reformas, incómodas en un principio pero, definitivamente necesarias y
útiles.

  51 Epistolario, Ed. de Caso González, Barcelona, 1970, pp191-192.

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