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ANA Mª JIMÉNEZ GARNICA ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM
que probablemente sea una afirmación no exenta de exageración ya que
Campomanes acusó que el clima de amotinamiento se estaba gestando
dentro del propio Palacio, en el entorno del cuarto del Príncipe de Asturias,
por influencia de los jesuitas39.
El 24 de marzo de 1766, fiesta del Domingo de Ramos, estalló un
motín que hizo de Esquilache el objeto de las iras de los madrileños pero
que, en realidad, daba salida al descontento popular por las recientes
reformas reales40. Por eso, se focalizaron en romper los faroles recién
inaugurados, lo que motivó un comentario jocoso del Rey sobre la actitud de
los madrileños que son como "los niños que lloran cuando los lavan"41. Pese
a lo cual tuvo que rendirse en toda regla42 y aceptar recibir en el palacio a
una delegación de los amotinados. Después firmó los decretos de destierro
de Esquilache y de Grimaldi y, además de suspender temporalmente el
bando sobre las capas y los sombreros43, tuvo que bajar el precio del pan y
conceder un perdón general a los amotinados. El motín fue un frenazo a sus
ilusionadas reformas de saneamiento de la Capital; pero del que también
aprendió que debía rodearse de ilustrados españoles. Por eso el
encumbramiento a la presidencia del Consejo de Castilla del militar conde
de Aranda fue un gesto significativo con el que intentó aquietar a los
descontentos.
39 Cfr.T.EGIDO: "Las élites del poder, el gobierno y la oposición", en Historia de España
de Menéndez Pidal, vol.XXXI, p.162.
40 No fueron las reformas urbanas los únicos motivos del motín. El obispo Diego de
Rojas observó en esos días cómo los amotinados habían sido comprados por gente poderosa,
miembros de la aristocracia tradicional que había sido excluida del gobierno por las nuevas
élites del poder, y que se oponía a un absolutismo ilimitado de la figura real, y cómo se
habían formado grupos en torno al Marqués de la Ensenada y al duque de Huéscar.
41 Cfr.P.VOLTES: op.cit.,p.88.
42 Cfr.J.CEPEDA ADAN: Op.cit., p.226.
43 La decisión regia terminó por imponerse, y solo se permitió el uso de las alas del
sombrero en situaciones muy especiales. Así, por ejemplo, en una Corrida de Toros que tuvo
lugar en Madrid el lunes 3 de junio de 1776 en la plaza extramuros de la Puerta de Alcalá "se
permitió a los ocupantes de los asientos del sol que pudieran tener caída un ala del sombrero
para conseguir con su sombra alivio de aquella incomodidad", lo que no se permitía en los
asientos de sombra (Documento expuesto en la Muestra Los Toros, Valladolid, Noviembre
de 1999).
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