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VOL. 68 (1), 2002 URBANISMO Y SALUD PÚBLICA
Con lo que no contaba el Rey era con unos súbditos
abrumadoramente incultos33; en su mayoría, reacios a cualquier innovación
de las infraestructuras urbanas, sobre todo si se les obligaba a hacer
desembolsos económicos extras34; y que, para mayor infortunio real,
tampoco acogieron con buenos ojos al equipo de extranjeros que le había
acompañado desde Italia y con cuya ayuda pretendía demostrar que
dominaba su oficio regio.
En Madrid, sin sistema de alcantarillado, la basura se acumulaba en
la calle y, durante la noche, "la marea de Madrid", como se la conocía, era
arrastrada hasta los puntos de recogida; pero durante el día, era fuente de
alimentación de las piaras de cerdos y rebaños que deambulaban por sus
calles a donde sus dueños los sacaban precisamente para aprovechar estos
desechos. Por tanto, no resulta extraño que la fetidez del ambiente afectara a
la salud de los extranjeros, ni tampoco que los madrileños que no podían
desplazarse en carroza usaran las grandes capas con embozo con las que, a
modo de mascarillas, se protegían de los malos olores. Por su parte, los
famosos sombreros de ala ancha, cuya eliminación por decreto motivó que
los madrileños se amotinaran, servían también para ponerse a cubierto de los
orines que podían caer inoportunamente desde una ventana al conocido
grito de A? gua va!
2-2. LAS REFORMAS URBANAS.
Entre los fieles colaboradores italianos que acompañaron a Carlos III
33 Aunque no se tienen datos rigurosos de alfabetización en el s. XVIII, sabemos que en
la centuria siguiente un 62% de los hombres y un 81% de las mujeres eran analfabetos (cfr.
François López: "La resistencia a la Ilustración: bases sociales y medios de acción", Historia
de España de Menéndez Pidal, vol. XXXI, Madrid, 1992, cap. v, p.786), a pesar de que,
durante el s. XVIII el número de hombres capaces de leer se multiplicó por cinco o por seis,
lo que afectó sobre todo a la población urbana (negociantes, tenderos, artesanos y labradores
acomodados). Sólo las capas superiores, integradas por el clero, los nobles y los
funcionarios, estaban alfabetizadas, y de ellos, sólo una parte eran favorables a la Ilustración.
34 Las clases populares tuvieron difícil la vida en Madrid y, debido a la inestabilidad de los
precios, a la inflación, al estancamiento económico y a la falta de industria, sufrieron un
empobrecimiento a lo largo del s. XVIII.
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