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VOL. 68 (4),  BOTICA Y FARMACIA EN EL QUIJOTE

      (Debemos observar aquí, aunque pequemos de reincidentes, que el
relato de don Miguel, basado en la luz histórica de Benengelí, pone todo
su énfasis en describir la rebeldía de Sancho ante el castigo y afrenta de las
dueñas, mientras que Boticaril, recuperado ya para nuestro relato tras su
escapada a la “dolce vita” marbellí, se detiene y escruta las palabras de
Sancho (mudas, vinagrillo) como conceptos dermofarmacéuticos.)

      Bajó Altisidora del túmulo, durmió Sancho aquella noche en carroza
y, tras relatar cosas excusadas para la claridad de la historia, vistióse Don
Quijote, comió con los Duques y partióse aquella misma tarde.

      Hacia su aldea iban Don Quijote y Sancho; aquél, triste por su ven-
cimiento y, a su vez, alegre por la virtud de Sancho demostrada al resuci-
tar a Altisidora. Y el escudero, sin embargo, apenado al ver que la dama
no le había cumplido la palabra de regalarle unas camisas, lo que le lleva a
decir a su amo: -En verdad, señor, que soy el más desgraciado médico que
se debe de hallar en el mundo, en el cual hay físicos (*) que, con matar al
enfermo que curan, quieren ser pagados de su trabajo, que no es otro sino
firmar una cedulilla (*) de algunas medicinas que no las hace él, sino el
boticario, y hételo cantusado, y a mí, que la salud ajena me cuesta gotas
de sangre, mamonas, pellizcos, alfilerazos y azotes, no me dan un ardite.
Pues yo le voto a tal que si me traen a las manos otro algún enfermo, que
antes que le cure me han de untar las mías.>> (P. II: Cap. LXXI)

      (Sí, las medicinas las confeccionaba el boticario, pero siempre bajo
la supervisión y dirección del médico. El oficio de boticario no pasaba de
ser un oficio menestral para el que no se exigían más conocimientos que
los adquiridos por la práctica en una botica. La indignación de Sancho por
las circunstancias vividas le lleva a la exageración injusta y a la deforma-
ción pues llega a creerse médico por haber “resucitado” a Altisidora... Na-
da de esto hubiera dicho si le hubieran dado las camisas prometidas...).

      Y, vendiendo cada azote, se flagela el fiel escudero para desencantar
a su señora Dulcinea, pero se cansa pronto porque me parece muy áspera
esta medicina (P. II: Cap. LXXI), siendo ésta la última referencia farma-
céutica y boticaria que Cidi Hamete Boticaril encuentra entre los papeles
de don Miguel y de Cidi Hamete Benengelí.

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