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VOL. 68 (4), BOTICA Y FARMACIA EN EL QUIJOTE
En el diálogo entre Don Quijote y Doña Rodríguez, dueña de la Du-
quesa, nos encontramos, entre otros aconteceres dignos de no olvidarse,
con un verdadero canon de belleza al describir el rostro de la Duquesa y al
que de cierto contribuirían los afeites, menjurjes y curas dermofarmacéuti-
cas que usare:
-¿Qué tiene mi señora la Duquesa, por vida mía, señora Doña Ro-
dríguez?.
-¿Vee Vuesa merced, señor Don Quijote, la hermosura de mi señora
Duquesa, aquella tez de rostro que no parece sino de una espada acicala-
da y tersa, aquellas dos mejillas de leche y de carmín que en la una tiene
el sol y en la otra la luna, y aquella gallardía con que va pisando y aun
despreciando el suelo, que no parece sino que va derramando salud por
donde pasa? Pues sepa vuestra merced que lo puede agradecer primero a
Dios, y luego, a dos fuentes (*) que tiene en las dos piernas, por donde
desagua todo el mal humor de quien dicen los médicos que está llena.
-¡Santa María! –dijo Don Quijote-. ¿Y es posible que mi señora la
Duquesa tenga tales desaguaderos? No lo creyera si me lo dijeran frailes
descalzos; pero, pues la señora Doña Rodríguez lo dice, debe de ser así.
Pero tales fuentes y en tales lugares no deben de manar humos, sino ám-
bar líquido. Verdaderamente que ahora acabo de creer que esto de hacer-
se fuentes debe ser importante para la salud. (P. II: Cap. XLVIII).
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El aún gobernador de Barataria envía una carta a su señor en la que,
entre líneas, se atisba una alusión a la medicina naturista y preventiva pues
al referirse al doctor Pedro Recio, natural de Tirteafuera, dice de él que ese
tal doctor dice él mismo de sí mismo que él no cura las enfermedades
cuando las hay, sino que las previene, para que no vengan; y las medici-
nas que usa son dieta y más dieta, formas de tratamiento con las que San-
cho no está en absoluto de acuerdo, como si no fuese mayor la flaqueza
que la calentura (P. II: Cap. LI) y es que el buen escudero no terminaba de
entender que quisieran llevar el control del gasto farmacéutico a tales ex-
tremos... Pero no termina aquí la misiva ya que antes de despedirse le dice
que quisiera enviarle a vuesa merced alguna cosa; pero no sé que envíe,
si no es algunos cañutos de jeringas, que con vejigas los hacen en esta
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