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VOL. 68 (3),  LA BROMATOLOGÍA EN LA OBRA DE SERVET

da de las formas de prepararlos y administrarlos. Servet defiende también,
como la medicina clásica greco-romana, la vis medicatrix; en cambio qui-
ta valor a la uroscopia que tanto apreciaban los médicos árabes y que
practicaban mucho la mayoría de los del Renacimiento.

     Como era lógico en un tiempo en el que no se tenía ni la más remota
idea de los factores que desencadenan la enfermedad y mucho menos de
la Bacteriología, la etiología de cualquier proceso patológico la atribuían
a la discrasia o alteración de las funciones corporales y de los humores
internos.

     El sabio aragonés afirma en varias ocasiones (discursos I y V), que
entre los defensores de la salud están “los buenos jugos de los alimen-
tos..” que los recomienda con preferencia a “... las hierbas secas”. Y aña-
de: “.. en los jugos exprimidos... está íntegra la virtud de las yerbas, más
que en la decocción de éstas y si hay alguna acuosidad en la hierba recien-
te, se quitará por medio de la decocción del jugo”. Desconoce las razones
químicas de sus afirmaciones, pero los avances nutritivos han confirmado
su validez, dado que los alimentos recién obtenidos, esto es, frescos, son
los que muestran íntegros su valor nutritivo y sus componentes volátiles.

     Como buen galénico, entre las defensas de la salud incluye, además
de los alimentos, “... los fomentos, las cataplasmas, el masaje (sobre todo
de los pies), el baño, el sueño, el descanso y el vino moderadamente cáli-
do”. Defiende (discurso I) que hay una sola digestión (concoctio) y no
dos, o incluso tres, que admitían algunos de sus coetáneos. Pero desgra-
ciadamente sigue pensando y así lo hará en todo el Syruporum que, ade-
más de los alimentos también se “concoccionan” los humores enfermi-
zos”. Y señala que entre la concocción del pus y la enfermedad y la del
alimento no hay diferencia alguna, salvo en el fin de una y otra, pues el de
la digestión del alimento es la asimilación y el de la del pus y la enferme-
dad la corrupción.

     No obstante y aunque se apoye en los escritos de Galeno, explica con
bastante lógica el fundamento de la digestión. Señala en el discurso I: “En
primer lugar la naturaleza digiere, en segundo lugar separa, en tercer lu-
gar expulsa”. Y continúa: “Va primero, pues, la concocción que conduce
a la perfección, para que lo que pueda ser asimilado se reduzca a alimento
de la naturaleza. Después lo que no es de tal género es separado, como

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