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B. SANZ PÉREZ ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM.
Servet, quien con tan buen juicio y conocimiento describe la tecnolo-
gía de elaboración de los distintos jarabes y las condiciones en que deben
conservarse para aumentar su periodo de vida útil, al tratar de sus aplica-
ciones, sigue, como la mayoría de sus coetáneos, las reglas de Hipócrates
y Galeno que justifica, como siempre, mediante una serie de razonamien-
tos filosófico-deductivos que nada tienen que ver con el método experi-
mental. Son muy curiosas las razones que da para explicar con Galeno...
“que en el nardo hay una fuerza concmotriz no exigua frente a todas las
afecciones que enfrían”. Sin embargo, dice con gran sentido pocas líneas
más abajo: “No obstante, el régimen alimenticio debe ser de fácil concoc-
ción, de buen jugo y de régimen húmedo”, frase que con el lenguaje ac-
tual diría: “una dieta blanda a base de alimentos de fácil digestión y jugo-
sos”.
Son tan curiosas, confusas e incomprensibles las razones que aduce a
favor del efecto terapéutico de los jarabes que no me resisto a copiarlas:
“En los jarabes, al igual que en lo demás de un régimen alimenticio
húmedo, nos proponemos (...) nutrir con un alimento húmedo, engendrar
sangre más fría para que no se convierta en bilis, hacer frente al calor y a
la sequedad que se manifiesta en las partes sólidas y rebustecer esas mis-
mas partes sólidas. Y para estos fines el agua no es apta, ya que, verdade-
ramente no humedece ni las partes sólidas (...) pues el agua se altera rápi-
damente y en cambio los jarabes más espesos mantienen más tiempo sus
propiedades y no se convierten en bilis con tanta facilidad”.
Como se ve no son simples especulaciones, como las utilizadas por
cuantos seguían a Galeno. Frente a esto y refiriéndose al efecto laxante de
los jarabes, señala que “... es importante el haber provocado la deyección
siempre a la misma hora y el haber acostumbrado siempre a la naturale-
za”. Y continúa: “En efecto, los alimentos pueden servir habitualmente de
instrumentos para estimular las deyecciones”. Se trata de unas afirmacio-
nes que ratificaría en este momento cualquier especialista en nutrición o
en medicina digestiva. Una vez más el espíritu observador de Servet y el
conocimiento de la mejor bibliografía médica de su tiempo le permiten
hacer una praxis médica correcta. Y termina este apartado diciendo que:
“... con el uso de laxantes los cuerpos se mal acostumbran”, algo que
también enseña la Farmacología desde hace años.
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