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MANUEL DOMÍNGUEZ CARMONA ANAL. REAL ACAD. FARM.
que reciben desagües domésticos son las mas peligrosas pero hoy dia no
se puede considerar que un agua natural pueda ser utilizada sin depurar
como bebida. Muy lejos estamos de aquello del Quijote (Cap XI, de la 1ª
parte) “Dichosa edad y siglos dichosos...Las claras fuentes y corrientes
ríos en magnífica abundancia sabrosas y transparentes aguas les ofrecían”
o de “la claridad de las aguas del Ebro” a su paso por Zaragoza (Cap
XXIX 2ª parte)
Se especula con la posibilidad de que los gérmenes en el agua
puedan pasar a una forma durmiente en la que permanecen viables aun-
que o cultivables y que en un momento determinado pudieran producir la
infección. Colwell y cols. en 1992 observaron que varias bacterias pató-
genas, entre ellas el vibrión cólerico en medios pobres en nutrientes, con
una determinada concentración salina y baja temperatura, reducen su ta-
maño convirtiéndose en formas filtrables, que pueden sobrevivir durante
años. Estas condiciones se dan en esteros y en ambientes marinos.
Las aguas subterráneas o freáticas, consideradas clásicamente
como bacteriológicamente puras, están contaminadas, sobre todo las más
someras, por la enorme carga microbiológica del suelo y de las aguas
superficiales, las cuales, al llegar a determinadas zonas de fácil penetra-
ción (zonas de vulnerabilidad). sobre todo si hay diaclasas se mezclan
con las subterráneas, contaminando peligrosamente los acuíferos. Hoy no
hay fuente o pozo cuya agua se pueda beber sin riesgo, hecho habitual
hasta los años cincuenta
Deben distinguirse los agentes en los que el agua solo sir-
ve para diseminarlos sin que se multipliquen como pasa con los virus
(algunos se pueden multiplicar en organismos acuáticos) y desde luego
los fagos que no son patógenos. Los quistes de protozoos parásitos como
los de las amebas, de giardias etc. ni los huevos de los metazoos se pue-
den multiplicar en el agua. La mayoría de las bacterias que llegan al agua
no se reproducen en ella. Otras, si pueden hacerlo según las condiciones
del hábitat. El desarrollo microbiano en la red de distribución puede dete-
riorar la calidad del agua (O’Connor y col. 1975) Bourbigot y col. 1984).
Si se trata de patógenos su crecimiento pudiera suponer riesgo de infec-
ciones teniendo en cuenta la débil concentración de cloro que puede exis-
tir en los terminales .
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