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CARLOS ROQUERO DE LABURU  ANAL. REAL ACAD. FARM.

        Estos suelos eran poco aptos, en la mayor parte de la superficie
desamortizada, para soportar un cambio hacia la intensificación agrícola,
ya que en la mayoría de los casos se trataba de suelos de una capacidad
marginal que habían sorteado los riesgos del paso de una población de 4
millones en épocas romana y visigoda hasta los 8 millones del inicio del
siglo XVII y los 10 de la Guerra de la Independencia.

        Finalmente, en el paso a los 20 millones de habitantes, se recrude-
ce el problema y se acude a los procesos de Reforma Agraria, al inicio de
la Segunda República. (1931-36)

Los nuevos regadíos.

        Para finalizar, un tema también importante pero que ha dejado
mejor recuerdo. Es conveniente señalar el papel diferenciador que en
épocas más recientes han tenido las calidades de los suelos como
condicionantes del establecimiento de los regadíos del periodo 1950-75
de gran expansión.

        Para establecer un regadío de cierta importancia es obvio que hay
que contar con agua utilizable a tal fin y con suelo adecuado al objetivo y
luego vendrán las indispensables condiciones de estos recursos naturales
para una óptima utilización.

        Poder superar una superficie de regadío del orden de cuatro
millones de hectáreas supone estudiar y seleccionar amplias superficies de
suelo. En general los suelos aluviales de los grandes ríos ya se hallaban
cultivados bajo riego, por lo que las nuevas superficies se han situado en
buena parte sobre las terrazas fluviales de los valles de los grandes ríos,
que los procesos de encajamiento que han sufrido durante el Cuaternario
han dejado en buena posición y con suelos de suficiente calidad para el
riego. Una revisión detallada de los casos de mayor interés sería muy
interesante, pero rebasa nuestro objetivo.

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