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ANALES a tanta ignominia” (El otoño…, p.204). Una buena forma no sólo
de describir esta práctica, sino de denunciar la práctica social iden-
RANF tificada con este sector de la población.
www.analesranf.com Sin embargo, separa el coqueo del empleo de la mari-
huana y la burundanga, al que circunscribe en un contexto de tu-
planta nativa, el jefe espiritual cristiano de la “tribu” ha ascendido gurio o de cantina -menos lícito-, donde estas drogas están ligadas
un poco al cielo, sólo doce centímetros. El responsable es el un vaso al contacto sexual o moroso: ”dónde te habrás perdido en la pa-
de una bebida que proviene del cacao -Theobroma- que literal- rranda sin término del maranguango y la burundanga” (El otoño…
mente quiere decir alimento de los dioses. Para hacerlo más vero- , p.85). Queremos recordar que esta última planta es rica en esco-
símil, es posible que García Márquez introduzca de manera polamina y a dosis bajas anula la voluntad y la memoria del indi-
periodística la cifra de doce centímetros, que puede no ser aleatoria, viduo (37).
en tanto en cuanto que este número posee connotaciones bíblicas.
3.6 Tóxicos y venenos
El interés farmacológico del tabaco hay que encuadrarlo Recordemos la famosa frase de Paracelso dosis sola facit
en razones históricas, cuando en el siglo XV, el uso del tabaco por
las poblaciones indígenas fue observado por Cristóbal Colón y la venenum o la dosis hace al veneno. El arsenal médico del siglo XIX
planta fue llevada por primera vez a Europa. Entonces se conside- eran sustancias potencialmente tóxicas que contenían mercurio,
raba que todas las hierbas tenían propiedades terapéuticas poten- plomo y arsénico. Uno de los productos muy usados era el Licor de
ciales y esta nueva se usó para tratar un amplio rango de dolencias Fowler -solución al 1% de ácido arsenioso- que se empleaba como
-catarro, resfriados y fiebres, como una ayuda a la digestión y en la antipirético contra el paludismo y otras muchas enfermedades (38).
prevención del hambre y la sed; como purgante y narcótico- (36).
El propio autor era un fumador de hasta seis cajetillas mientras es- En el último viaje de su vida “El Libertador” estaba muy
cribía Cien años de soledad, en su autobiografía (2) se refiere al ta- enfermo y durante el mismo se aplicaron toda clase de remedios,
baquismo varias veces: recibió muchas drogas, pociones, cataplasmas y maniobras. Un re-
sumen de las mismas, extraídos de El general..., podría ser: baños
“Por la pulmonía me habían prohibido fumar…en Sucre, calientes con hojas de salvia y orégano, infusión de flores de tilo
mientras trataba de leer sin pausas los libros recibidos, encendía para calmar la tos, colirios de manzanilla para la supuración del
un cigarrillo con la brasa del otro hasta que ya no podía más, y lagrimal, gotas de belladona -para calmar alucinaciones-, infusión
mientras más trataba de dejarlo más fumaba” (p.385). de amapolas con goma arábiga -como sedante-, quinina -para una
posible malaria-, píldoras purgantes y lavativas de sen para su es-
“Una noche cualquiera, durante una cena casual en Bar- treñimiento habitual, sinapismos en los pies, cantáridas -Lytta ve-
celona, un amigo siquiatra les explicaba a otros que el tabaco era sicatoria, vejigatorio para evacuar líquidos-. Para finalizar con este
quizás la adicción más difícil de erradicar. Me atreví a preguntarle caso, en plena desesperación, llegó a plantearse algo exotérico, que
cuál era la razón de fondo, y su respuesta fue de una simplicidad aleja la mala suerte, como es un baño de cariaquito morado: “Algo
escalofriante: -Porque dejar de fumar sería para ti como matar a habría que hacer», dijo. «Aunque fuera darnos un buen baño de
un ser querido”. (p.386). cariaquito morado. Y no sólo nosotros: todo el ejército libertador”
(p.136). Incluso el mismo Simón Bolívar deseó tener a mano un
y así se refiere al tabaquismo en sus novelas: médico del que se decía que curaba más de trescientas enfermeda-
“escribía sin piedad, intoxicado de café cerrero, envene- des distintas a base de sábila (p.182). Todos los remedios vegetales
nado del tabaco rancio del cigarro que encendía con el cabo del an- fueron inútiles, e incluso tuvo que recurrirse a supersticiones como
terior” (El otoño…, p.164). el cariaquito morado o a plantas panacea como la sábila.
“fumaba sin reposo unos cigarros de carretero que liaba
con papel de estraza, y se los recetaba a sus enfermos contra toda Según Auwaerter y cols (39), Simón Bolivar murió de Pa-
clase de malentendidos del cuerpo. Los mismos pacientes decían racoccidioidomicosis -Paracoccidioidomyces braziliensis- complicada
que nunca los curaba por completo sino que los entretenía con su por una intoxicación crónica por arsénico. Estos autores se basan en
yerba florida. El soltaba una risa plebeya” (El general…, p.220). un informe forense -no del todo público-, realizado a partir de frag-
La coca, marihuana y burundanga las trataremos como elementos mentos de hueso extraídos de los restos de Simón Bolívar en 2010
estupefacientes, que causan placer de distinto tipo y falsas impre- por orden de Hugo Chávez, para determinar si se trataba de un en-
siones sensoriales o alucinaciones. El narrador emplea la coca bajo
la forma de coqueo, o empleo tradicional de los indígenas andinos
que mastican bolas de coca (junto con cenizas alcalinas para liberar
el alcaloide) por su efecto psicomotor, dado que reduce el cansancio
y el hambre: “sentados, sin respirar, rumiando bolas de tabaco,
bolas de coca, medicinas de parsimonia que les permitían sobrevivir
Farmacia y plantas medicinales en la literatura: 179
caso de García Márquez
Francisco José González Minero y Luis Bravo Díaz
An. Real Acad. Farm. Vol. 87. Nº 2 (2021) · pp. 171-184