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“Sólo tuve que recorrer dos cuadras para llegar hasta la ANALES
estrecha botica de polvorientas vidrieras con pomos de loza marca-
dos en latín, donde una muchacha con la sigilosa belleza de una RANF
serpiente del Nilo le despachó el medicamento” (p.507), “y casi
siempre entre los pomos de loza y el aire de valeriana de la única www.analesranf.com
botica que quedaba en Macondo, donde vivía Mercedes, la sigilosa
novia de Gabriel” (p. 542). derna de la época, dejando atrás praxis médicas desfasadas, y co-
menzando a tratar las enfermedades científicamente según su etio-
A toda esta trascendencia familiar, habría que sumar las logía. El doctor Urbino hace uso de su reputación para impulsar de
vivencias del autor en la farmacia Barbosa, dado que a partir de iniciativas cívicas, como la construcción de un acueducto para mejorar
sus conversaciones con el farmacéutico se gestaría parte de sus líneas de la calidad del agua y otras mejoras de salubridad pública:
maestras que recorren toda su literatura. En esa farmacia se veían
a escondidas sus padres durante el noviazgo (24). “Su obsesión era el peligroso estado sanitario de la ciu-
dad. Apeló a las instancias más altas para que cegaran los albañales
El narrador también mantuvo durante toda su vida estre- españoles, que eran un inmenso vivero de ratas, y se construyeran
chas relaciones con toda clase de médicos y contaba en su círculo de en su lugar alcantarillas cerradas cuyos desechos no desembocaran
amistades con expertos ginecólogos, psiquiatras, médicos generales, en la ensenada del mercado, como ocurría desde siempre, sino en
forenses…, a los que atosigaba con toda clase de preguntas de ín- algún vertedero distante. Las casas coloniales bien dotadas tenían
dole médico (5). Una de las relaciones más destacables fue con Da- letrinas con pozas sépticas, pero las dos terceras partes de la pobla-
nilo Bartulín, médico personal de Salvador Allende, quien redactó ción hacinada en barracas a la orilla de las ciénagas hacía sus ne-
de forma íntegra la autopsia que le hicieron a Santiago Nasar en cesidades al aire libre. Las heces se secaban al sol, se convertían en
Crónica… (p.87-89). Nuestro autor apenas alteró la redacción, polvo, y eran respiradas por todos con regocijos de pascua en las
tanto introdujo detalles para mejorar la calidad literaria, como que frescas y venturosas brisas de diciembre. El doctor juvenal Urbino
la realizó el cura del pueblo con la ayuda del boticario que tomó trató de imponer en el Cabildo un curso obligatorio de capacitación
las notas y un estudiante de medicina de primer año que estaba allí para que los pobres aprendieran a construir sus propias letrinas.
de vacaciones, entre otras cosas hallaron en el contenido del lodazal Luchó en vano para que las basuras no se botaran en los manglares,
gástrico “una medalla de oro de la Virgen del Carmen que la víctima convertidos desde hacía siglos en estanques de putrefacción, y para
se había tragado a la edad de cuatro años” (p.88). que se recogieran por lo menos dos veces por semana y se incine-
raran en despoblado” (p. 160).
García Márquez está impregnado de vivencias familiares
farmacéuticas y médicas y tiene la costumbre de documentarse hasta “Era consciente de la acechanza mortal de las aguas de
el extremo antes de escribir sus novelas, de modo que, aunque po- beber. La sola idea de construir un acueducto parecía fantástica,
siblemente no sea su última pretensión, es un hecho de que parte pues quienes hubieran podido impulsarla disponían de aljibes sub-
de los remedios farmacéuticos que emplea tienen una base científica terráneos donde se almacenaban bajo una espesa nata de verdín
o empírica que vamos a comentar en algunos casos. Según Dasso las aguas llovidas durante años. Entre los muebles más preciados
Saldívar, biógrafo de Gabo, refiere en El viaje a la semilla, que allá de la época estaban los tinajeros de madera labrada cuyos filtros
por la década de los 60, mientras Cien años de soledad empezaba de piedra goteaban día y noche dentro de las tinajas…El agua era
a tomar forma, la mesa de trabajo del escritor estaba repleta de vidriada y fresca en la penumbra de la arcilla cocida, y dejaba un
«manuales de medicina casera, crónicas sobre las pestes medievales, regusto de floresta…Pero el doctor Juvenal Urbino no incurría en
manuales de venenos y antídotos” (5). El mismo narrador refiere estos engaños de purificación, pues sabía que a despecho de tantas
en su autobiografía (2) lo siguiente: “en tiempos de hambruna lle- precauciones el fondo de las tinajas era un santuario de gusara-
gué a leer desde tratados de cirugía hasta manuales de contabilidad, pos…De modo que pasó mucho tiempo antes de que aprendiera
sin pensar que habrían de servirme para mis aventuras de escritor” que los gusarapos eran en realidad las larvas de los zancudos, pero
(p.451). lo aprendió para no olvidarlo jamás, porque desde entonces se dio
cuenta de que no sólo ellos sino otros muchos animes malignos po-
Esta relación con el mundo de la medicina se traduce en dían pasar intactos a través de nuestros cándidos filtros de piedra”
la aparición de un médico como uno de los personajes principales (p.161).
en Amor…, el doctor Juvenal Urbino, que viaja a Paris para for-
marse en la profesión y regresa al Caribe con la sabiduría más mo- 3.2 Enfermedades de la época
Si nuestro objetivo principal es obtener una “Mirada Farmacéutica”
en una muestra representativa de la narrativa de García Márquez,
parece oportuno desarrollar unos breves apuntes sobre las enfer-
medades más comunes de la época, al menos las que nombra el
174 Pharmacy and medicinal plants in the literature:
case of García Márquez
Francisco José González Minero y Luis Bravo Díaz
An. Real Acad. Farm. Vol. 87. Nº 2 (2021) · pp. 171-184