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desparasitar, árnica para las hinchazones, ají picante y ruibarbo ANALES
para el vicio de comer tierra -geofagia-, gotas de acónito para la
peste del insomnio, cataplasma de mostaza para burlar la fertilidad. RANF
Algunos de estos remedios se han usado por sus propiedades reco-
nocidas (30). En el caso del ruibarbo el autor nos deja con la duda, www.analesranf.com
y el empleo de la mostaza y acónito, es una mera invención.
“Pilar Ternera… Le enseñó además cómo prevenir la concepción
“Estos niños andan como zurumbáticos -decía Úrsula-. indeseable mediante la vaporización de cataplasmas de mostaza,
Deben tener lombrices.» Les preparó una repugnante pócima de y le dio recetas de bebedizos que en casos de percances hacían ex-
paico machacado, que ambos bebieron con imprevisto estoicismo, y pulsar «hasta los remordimientos de conciencia” (p.410).
se sentaron al mismo tiempo en sus bacinillas once veces en un solo
día, y expulsaron unos parásitos rosados que mostraron a todos con Una discusión más extensa tiene el episodio sobre la peste
gran júbilo” (p.115). del insomnio. “Habían contraído, en efecto, la enfermedad del in-
somnio. Lo más temible de la enfermedad no era la imposibilidad
“Su padre le dio con el revés de la mano un violento golpe de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio alguno, sino su in-
en la boca que le hizo saltar la sangre y las lágrimas. Esa noche exorable evolución hacia una manifestación más crítica: el olvido...,
Pilar Ternera le puso compresas de árnica en la hinchazón” (p.114). hasta hundirse en una idiotez sin pasado.... Al principio nadie se
Una manera mediante la cual nos recuerda lo importante que es el alarmó... Cuando José Arcadio Buendía se dio cuenta de que la peste
respeto materno, inconcebible en la actualidad. había invadida el pueblo, reunió a los jefes de familia para expli-
carles lo que sabía sobre la enfermedad del insomnio, y se acorda-
“Echaban hiel de vaca en el patio y untaban ají picante ron medidas para impedir que el flagelo se propagara a otras
en las paredes, creyendo derrotar con esos métodos su vicio perni- poblaciones... Todos los forasteros que por aquel tiempo... que re-
cioso, pero ella dio tales muestras de astucia e ingenio para procu- corrían las calles de Macondo tenían que hacer sonar su campanita
rarse la tierra, que Úrsula se vio forzada a emplear recursos más para que los enfermos supieran que estaba sano. No se les permitía
drásticos. Ponía jugo de naranja con ruibarbo en una cazuela que comer ni beber nada durante su estancia, pues no había duda de
dejaba al sereno toda la noche, y le daba la pócima al día siguiente que la enfermedad sólo sé transmitía por la boca, y todas las cosas
en ayunas”. Aunque nadie le había dicho que aquél era el remedio de comer y de beber estaban contaminadas de insomnio. En esa
específico para el vicio de comer tierra, pensaba que cualquier sus- forma se mantuvo la peste circunscrita al perímetro de la población.
tancia amarga en el estómago vacío tenía que hacer reaccionar al Úrsula, que había aprendido de su madre el valor medicinal de las
hígado… Rebeca era tan rebelde y tan fuerte a pesar de su raqui- plantas, preparó e hizo beber a todos un brebaje de acónito, pero
tismo, que tenían que barbearla como a un becerro para que tra- no consiguieran dormir, sino que estuvieron todo el día soñando
gara la medicina. Cuando Úrsula lo supo, complementó el despiertos...” Pero el visitante -el gitano Melquiades- advirtió su
tratamiento con correazos. No se estableció nunca si lo que surtió falsedad. Entonces comprendió. Abrió la maleta atiborrada de ob-
efecto fue el ruibarbo a las tollinas, o las dos cosas combinadas, jetos indescifrables, y de entre ellos sacó un maletín con muchos
pero la verdad es que en pocas semanas Rebeca empezó a dar frascos. Le dio a beber a José Arcadio Buendía una sustancia de
muestras de restablecimiento” (p.131-132). color apacible, y la luz se hizo en su memoria. Los ojos se le hume-
decieron de llanto”
Como se ha referido, el autor nos deja en la indefinición
o muestra una ambigüedad calculada, puesto que en la su autobio- Este largo extracto sobre la peste del insomnio, que acon-
grafía (2) cuenta cómo un médico de la compañía bananera le dio sejamos a leer en toda su extensión Cien..., (p.133-140), sí ofrece
una pócima de ruibarbo para una amigdalitis que le provocó una varias derivadas. Por una parte, el narrador nos puede estar ha-
crisis de vómitos (p.93). blando de una demencia o un posible Alzheimer, recordemos García
Márquez tenía antecedentes familiares de estas patologías (32) -
Otro aspecto que trata el narrador es la anticoncepción. en Amor... volverá a hablar de ellas cuando Tránsito Ariza terminó
En Cien…, la pitonisa Pilar Ternera tiene algunos remedios como sin recuerdos, con la memoria casi en blanco- (p.249-250)- a las
la mostaza, un condimento muy de olor fuerte y usado en todo el que Úrsula intentó tratar sin éxito con un potente tóxico como es el
mundo y especialmente en Francia, pero sin el efecto que se le atri- acónito. El mismo autor recibió una carta de un médico que asegu-
buye, por lo que puede ser que el autor las use como un recurso que raba haber visto un caso así, al que respondió como hemos dicho
le recuerda a su etapa en dicho país, como también recordaría el antes: me lo inventé, fue una “mamada de gallo”. El mismo Sán-
olor a coliflores hervidas y castañas asadas (Amor…, p.139): chez-Torres relaciona por otra parte la virtud curativa con el color
del agente terapéutico que sacó del maletín, algo poético que la
alopatía no ha tenido en cuenta, pero que no que no hay que des-
preciar (5). Pero más actualidad cobra, si cabe, este episodio cuando
176 Pharmacy and medicinal plants in the literature:
case of García Márquez
Francisco José González Minero y Luis Bravo Díaz
An. Real Acad. Farm. Vol. 87. Nº 2 (2021) · pp. 171-184