Page 59 - 80_03
P. 59
A.Toledano
&
al.
demencia
típica
de
la
segunda
plantea
graves
problemas
sanitarios
y
sociales.
Pero
también,
teórica
y
prácticamente,
sería
de
enorme
importancia
para
entender
la
patogenia
y
desarrollar
terapéuticas
para
las
diferentes
involuciones
seniles
del
cerebro.
Conocer
los
mecanismos
que
condicionan
un
paso
tan
grande
de
la
normalidad
a
la
anormalidad
senil
en
caso
de
que
existiese,
sería
de
una
gran
ayuda
para
atender
a
los
humanos
en
su
proceso
de
envejecimiento.
Una
de
las
cuestiones
más
polémicas
en
este
tema
es
la
existencia
o
no
de
síntomas
o
signos
“patognomónicos”
de
EA,
es
decir
que
sean
indubitadamente
indicativos
de
que
un
enfermo
padezca
Alzheimer
(o
había
padecido,
en
el
caso
de
estudios
post--mortem
de
los
cerebros)
porque
no
aparecen
en
el
caso
de
los
ancianos
“normales”.
Se
ha
dado
el
nombre
de
continuum
al
teórico
desarrollo
evolutivo
(involutivo)
que
lleva
desde
una
“normalidad”
morfofuncional
del
cerebro
a
una
“anormalidad”
(“o
situación
patológica”)
del
mismo
(37--40)
(Figura
2).
Es
decir,
el
continuum
fisiopatológico
equivale
en
el
plano
clínico
al
avance
evolutivo
del
deterioro
cognoscitivo
que
conduce
desde
la
normalidad
a
la
demencia
(Figura
2).
Por
supuesto,
los
inicios
de
este
continuum
y
las
posibles
etapas
(fases
o
gravedad
de
la
demencia)
por
las
que
discurre
el
avance
del
deterioro
son
tan
imprecisos
como
los
términos
de
“normalidad”,
“anormalidad”,
“deterioro
o
alteración
leve,
moderado,
grave,
severo”,
etc.,
que
se
emplean
en
lenguaje
médico
y
quedan
en
la
mayoría
de
los
casos
a
criterio
del
juicio
clínico--diagnóstico
del
profesional
a
cargo
del
enfermo.
En
el
mundo
anglosajón,
bien
representado
por
el
DMS
III/IV/V,
se
intenta
llegar
a
diagnósticos
más
objetivos
a
través
del
análisis
estadístico
de
los
resultados
de
las
pruebas,
especialmente
las
neuropsicológicas
(cognoscitivo--
comportamentales),
que
nos
señalan
los
“puntos
de
corte”
para
separar
los
individuos
“normales
de
los
anormales”
o
los
situados
en
una
fase
u
otra
más
avanzada
de
la
demencia
(Figura
3).
Estos
puntos
de
corte
se
definen
por
consenso
y,
en
realidad,
no
establecen
con
exactitud
un
diagnóstico
sino
que
indican
una
probabilidad
del
mismo
que
el
futuro
seguimiento
del
enfermo,
o
su
estudio
post--
mortem,
se
encargará
de
confirmar.
Lo
que
sí
avala
el
estudio
clínico
del
deterioro
cognoscitivo
de
las
poblaciones,
con
muestras
suficientemente
grandes
y
representativas,
es
que,
con
la
aplicación
de
cualquier
prueba
neuropsicológica
mensurable,
la
representación
gráfica
corresponderá
a
una
curva
de
progresión
o
regresión
continuada,
lo
que
parece
confirmar
el
continuum
en
el
deterioro
cognoscitivo
(Figura
3).
La
confirmación
morfofuncional
(neuropatológica,
histoquímica,
bioquímica
celular
y
molecular,
genética)
de
la
existencia
del
continuum
es
un
tema
de
intenso
debate
aunque
poco
estudiado
en
sí
mismo.
Aunque
algunos
aspectos
se
tratarán
más
adelante
conviene
ya
señalar
las
grandes
discrepancias
de
opinión
al
respecto
basados
tanto
en
los
resultados
obtenidos
con
distintas
técnicas
como
en
la
interpretación
de
resultados
empleando
las
mismas
técnicas,
además
de
la
512