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La
implantación
de
la
prestación
farmacéutica…
fuera
la
mejor
de
las
negociaciones
posibles,
cualquier
otra
solución
hubiera
perjudicado
seriamente
al
colectivo
farmacéutico
establecido.
Aún
con
un
convenio
en
trámite
--aunque
ya
pactada
su
aprobación--,
el
Consejo
General
de
Colegios
de
Farmacéuticos
dictó
una
circular,
remitida
a
las
Juntas
de
Gobierno
de
los
Colegios
de
todo
el
territorio
nacional,
firmada
el
14
de
agosto
de
1944
por
el
presidente
del
Consejo
General,
Paulino
Borrallo
Nueda
(1896--1972);
en
ella
se
daban
instrucciones
sobre
la
identificación
de
los
asegurados
al
presentarse
en
las
farmacias
para
adquirir
los
medicamentos
y
acerca
de
la
cumplimentación
de
las
recetas
y
su
facturación
(13).
También
se
indicaba
que
las
oficinas
de
farmacia
estaban
obligadas
a
dispensar
todas
las
recetas
prescritas
por
los
facultativos
de
las
entidades
concertadas
o
colaboradoras
del
Seguro
y
se
establecía
el
plazo
de
liquidación
de
las
deudas
a
la
farmacia:
“los
Colegios
procederán
a
la
tasación
y
facturación
a
los
farmacéuticos
en
los
veinte
primeros
días
de
cada
mes”
(14).
El
servicio
de
la
prestación
farmacéutica
comenzó
a
regir
el
primero
de
septiembre
de
1944
(15);
unos
meses
antes,
en
junio
de
este
1944,
se
había
publicitado,
en
la
prensa,
un
anuncio
de
la
Caja
Nacional
del
Seguro
de
Enfermedad
conteniendo
una
convocatoria
destinada
a
los
laboratorios
nacionales
que
estuvieran
interesados
en
la
inclusión
de
medicamentos
en
un
Petitorio…
del
Seguro
(16),
cuya
aprobación
habría
de
prolongarse
una
decena
de
años.
El
convenio
firmado
en
1944
entre
el
Instituto
Nacional
de
Previsión
y
el
Consejo
General
de
Colegios
estuvo,
desde
sus
inicios,
sujeto
a
polémica;
sobre
los
problemas
de
su
aplicación
giró
el
discurso
de
toma
de
posesión
de
Ramón
Turrientes
de
Miguel
(1890--1982)
como
nuevo
presidente
del
Consejo
General
(17),
en
sustitución
de
Paulino
Borrallo,
pronunciado
el
10
de
octubre
de
1945;
en
él
animó
a
los
farmacéuticos
“para
que
se
sacrifiquen
por
el
éxito
del
Seguro
de
Enfermedad,
aunque
pide
a
las
autoridades
que
no
los
conviertan
en
víctimas”
(18).
Durante
el
pleno
del
Consejo
General
de
Colegios,
celebrado
el
24
y
25
de
febrero
de
1946,
Ramón
Turrientes,
explicó
las
dificultades
surgidas
en
la
firma
del
Convenio
calificándolas
de
“bastante
aceptable
dentro
de
las
circunstancias
en
que
hubo
que
firmarlo
y
siempre
bajo
la
presión
de
la
Ley
del
Seguro”
(19).
El
16
de
diciembre
de
1946
se
celebró
la
primera
asamblea
del
Consejo
General
de
Colegios
Oficiales
de
Farmacéuticos,
acudió
a
ella,
entre
otras
personalidades
(20),
el
Inspector
General
de
Farmacia,
Nazario
Díaz
López
(1902--
1988);
en
su
intervención
recordó:
“os
encontráis,
en
el
orden
del
día,
con
un
problema
nuevo,
que
es
el
Seguro
de
Enfermedad,
que
ha
hecho
que
se
muevan
hasta
los
propios
cimientos…”
(21).
Entre
las
conclusiones
aprobadas
en
esa
primera
reunión
se
dedica
una
especial
a
la
colaboración
de
los
farmacéuticos
con
el
Seguro
de
Enfermedad:
“Estima
la
Asamblea
que,
previa
la
aceptación
por
el
Instituto
Nacional
de
Previsión
de
algunas
bases
deontológicas
y
económicas,
se
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