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Lípidos
y
diabetes
tipo
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intracelulares
de
lípidos,
podría
señalar
a
los
triacilglieroles
como
los
principales
responsables.
Sin
embargo,
los
ratones
que
sobreexpresan
diacil--glicerol
acil
transferasa
1,
el
enzima
que
convierte
diacilgliceroles
en
triacilgliceroles,
presentan
niveles
de
triacilgliceroles
en
músculo
mucho
más
elevados
sin
alterar
la
sensibilidad
a
la
insulina
(51).
Por
su
parte,
en
humanos
es
conocida
la
existencia
de
grandes
depósitos
de
triacilgliceroles
en
los
músculos
de
atletas
entrenados,
que
son
sujetos
caracterizados
por
poseer
una
gran
sensibilidad
a
insulina
(52).
La
utilización
de
animales
modificados
genéticamente
ha
permitido
reconocer
el
papel
de
muchos
de
los
enzimas
del
transporte,
síntesis
y
degradación
de
lípidos
en
la
aparición
de
la
resistencia
(para
una
discusión
más
detallada
ver
(53)),
lo
que
ha
llevado
a
identificar
a
los
diacilgliceroles
y
las
ceramidas
como
principales
lípidos
responsables
de
la
resistencia,
aunque
el
papel
de
éstas
últimas
podría
depender
de
la
presencia
de
grasas
saturadas
(54).
Los
mecanismos
de
inhibición
de
la
señalización
por
diacilgliceroles
parecen
estar
mediados
por
quinasas
de
la
familia
PKC.
Estudios
iniciales
demostraron
que
el
acetato
de
forbol,
un
conocido
activador
de
PKC,
es
capaz
de
producir
resistencia
a
insulina
(55).
La
participación
de
PKC
está
apoyada
por
la
existencia
de
una
activación
crónica
de
PKC
en
modelos
murinos
de
diabetes
(56).
Sin
embargo,
la
resistencia
a
insulina
no
parece
ser
la
consecuencia
de
la
activación
de
un
solo
tipo
de
PKC.
En
el
músculo,
la
infusión
de
lípidos
con
heparina,
provoca
un
aumento
de
diacilgliceroles
intramusculares
y
un
bloqueo
de
la
señalización
por
insulina
asociada
a
la
activación
de
PKC?
(57).
Esto
estaría
de
acuerdo
con
el
hecho
de
que
ratones
deficientes
en
PKC?
están
protegidos
de
la
resistencia
a
insulina
muscular
inducida
por
este
mismo
mecanismo
(58).
Sin
embargo,
tras
14
semanas
de
alimentación
rica
en
grasas,
estos
ratones
presentan
acumulación
de
lípidos
en
hígado,
músculo
y
tejido
adiposo,
acompañados
de
la
resistencia
correspondiente
(59).
A
la
explicación
de
este
fenómeno
podría
contribuir
la
existencia
de
al
menos
otros
dos
miembros
de
la
familia
PKC
involucrados
en
las
interferencias
producidas
por
diacilgliceroles
en
el
hígado.
La
resistencia
a
insulina
hepática
está
asociada
de
forma
específica
a
la
activación
de
PKCe
y
los
ratones
deficientes
no
desarrollan
resistencia
a
insulina
como
consecuencia
de
dieta
rica
en
grasa,
a
pesar
de
desarrollar
esteatosis
hepática
(60).
A
este
efecto
podría
sumarse
la
resistencia
hepática
mediada
por
PKCd.
La
activación
de
esta
por
una
infusión
de
lípidos
e
insulina
va
acompañada
de
la
activación
de
IKK--ß,
algo
que
podría
conectar
la
resistencia
a
insulina
con
el
fondo
proinflamatorio
que
acompaña
a
la
hiperlipidemia
crónica
(61).
Asimismo,
el
estado
proinflamatorio
que
acompaña
a
la
obesidad
podría
estar
conectado
a
la
resistencia
a
través
de
la
inducción
de
PKC?
por
ceramidas,
de
acuerdo
a
un
mecanismo
en
que
podrían
participar
los
ácidos
grasos
saturados
como
posibles
ligandos
del
receptor
TLR4
(62).
Por
otra
parte,
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