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J.
M.
Medina
de
la
encefalización
ocurrida
entre
los
grandes
monos
y
el
hombre,
mientras
que
otro
gen
relacionado,
el
MCPH1
(“Microencephalin1”),
sería
el
responsable
de
la
encefalización
en
el
período
evolutivo
entre
los
simios
y
los
grandes
monos.
Sin
embargo,
más
recientemente
el
grupo
de
Lahn
(Mekel--Bobrov
et
al.
2005)
ha
puesto
de
manifiesto
que,
aunque
ambos
genes
son
responsables
de
la
encefalización
en
los
homínidos,
su
evolución
no
está
directamente
relacionada
con
la
aparición
de
la
inteligencia,
ya
que
no
existe
relación
entre
los
cambios
evolutivos
de
estos
genes
y
el
coeficiente
de
inteligencia
de
los
2.393
individuos
analizados.
Estos
genes,
han
sido
descubiertos
por
su
implicación
en
enfermedades
relacionadas
con
el
desarrollo
cerebral
denominadas
microcefalias,
que
se
caracterizan
por
un
crecimiento
anormalmente
bajo
del
volumen
cerebral,
causado
por
la
proliferación
anormal
de
los
neuroblastos.
Las
microcefalias
(MCPH)
son
unas
enfermedades
autosómicas
recesivas
que
se
caracterizan
por
una
reducción
del
volumen
encefálico,
sin
grandes
cambios
en
la
distribución
de
la
masa
encefálica,
a
excepción
del
córtex,
que
está
sensiblemente
disminuido
aunque
manteniendo
la
arquitectura
normal.
Están
también
afectados
el
giro
dentado,
el
bulbo
olfatorio
y
la
corriente
migratoria
rostral.
Se
acompaña
de
retraso
mental
de
carácter
ligero
o
medio
(Bond
et
al.
2002).
Desde
el
punto
de
vista
genético,
las
microcefalias
se
encuentran
ligadas
a
mutaciones
en
cinco
loci
recesivos,
aunque
sin
diferencias
aparentes
en
el
fenotipo.
Están
causadas
por
la
mutación
del
gen
ASPM,
ortólogo
del
asp
de
Drosophila,
localizado
en
cromosoma
1p31
y
que
codifica
una
proteína
MAP
(“microtubule
associated
protein”).
La
proteína,
que
posee
un
extremo
amino
terminal
conservado
en
Drosophila,
se
une
a
los
microtúbulos
en
un
dominio
repetitivo
IQ
(Ile
y
Gln
repetidos)
de
unión
a
la
calmodulina.
Este
último
dominio
se
repite
24
veces
en
Drosophila
y
74
veces
en
en
la
proteína
humana,
debido
a
la
inserción
de
10
repeticiones
IQ
en
el
exón
18.
La
pérdida
de
425
aminoácidos,
incluido
el
carboxilo
terminal,
produce
la
enfermedad,
lo
que
sugiere
que
las
todas
las
repeticiones
IQ
son
necesarias
para
el
correcto
funcionamiento
de
la
proteína
(Bond
et
al.
2002).
La
expresión
de
la
proteína
tiene
lugar,
fundamentalmente,
en
la
zona
ventricular
del
córtex
y,
en
el
ratón,
comienza
el
día
11
de
la
fase
embrionaria
(E11),
mostrando
su
expresión
máxima
a
E15
y
descendiendo
a
partir
de
E17.
La
expresión
de
la
proteína
es
muy
baja
en
el
día
del
nacimiento
(P0)
y
el
día
P9
está
limitada
a
la
zona
subventricular,
giro
dentado
y
corriente
migratoria
rostral,
es
decir,
las
áreas
en
las
que
continúa
la
neurogénesis
tras
el
parto
(Bond
et
al.
2002).
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