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J.
M.
Medina
Como
sabemos,
la
neotenia
es
un
salto
evolutivo
mediante
el
cual
se
impone
la
persistencia
en
el
adulto
de
rasgos
juveniles
que
parecen
quedar
"congelados"
durante
el
desarrollo
ontogénico
(Milner,
1995).
Tenemos
ejemplos
de
rasgos
neoténicos
en
todos
los
reinos
de
los
seres
vivos.
Desde
las
plantas
adultas,
que
conservan
características
propias
de
las
plántulas,
hasta
insectos
que
permanecen
en
forma
de
larva
durante
toda
su
vida,
mientras
que
sus
congéneres
se
desarrollan
más
allá
del
estado
pupa.
Este
fenómeno
es
también
observable
en
el
hombre,
que
conserva
el
hirsutismo
y
la
cabeza
erecta
del
feto
de
los
primates.
Por
otro
lado,
la
neotenia
ha
ayudado
a
explicar,
al
menos
en
parte,
los
saltos
evolutivos
que
nos
muestra
el
registro
fósil
y
que
tanto
preocuparon
a
Darwin.
Así,
resulta
inexplicable
que
ciertas
especies
hayan
perdurado
sin
cambios
aparentes,
mientras
que
otras
hayan
cambiado
profusamente,
generando
una
extensa
variedad
de
especies
prole.
Darwin
lo
atribuyó
a
que
el
registro
fósil
estaba
incompleto,
sin
embargo,
los
"saltos"
son
observables
aún
hoy,
que
conocemos
el
registro
mucho
mejor.
Es
más,
hoy
sabemos
que
los
saltos
evolutivos
no
coinciden
con
las
grandes
extinciones
sino,
muy
probablemente,
con
saltos
neoténicos.
De
hecho,
la
neotenia
ha
dado
base
a
la
teoría
"saltista",
"episódica"
o
"puntuista"
de
la
evolución,
la
cual
intenta
explicar
los
saltos
evolutivos
manifestados
por
ciertas
especies.
De
hecho,
el
fenómeno
neoténico
podría
explicar
el
"efecto
fundador",
como
denomina
Mayr
a
la
innovación
introducida
por
ciertas
especies,
o
la
aparición
de
los
"monstruos
esperanzadores",
que
según
Goldschmidt
fueron
los
grandes
mutantes
que
dirigieron
la
evolución.
Por
consiguiente,
la
neotenia
se
considera
esencial
en
la
evolución
de
los
primates,
ya
que
el
hombre
posee
numerosas
características
del
feto
de
los
simios.
El
cuello
erecto,
la
cara
plana,
los
grandes
ojos,
el
hirsutismo,
etc.
son
características
presentes
en
el
feto
de
los
simios
pero
inexistentes
en
los
primates
adultos,
excepto
en
el
hombre.
De
hecho,
se
dice
que
el
hombre
es
un
feto
de
simio
adulto,
puesto
que
conserva
muchas
de
sus
características
morfológicas.
Desafortunadamente,
el
hecho
de
tratarse
de
una
similitud
aparentemente
morfológica
ha
restado
interés
a
la
investigación
de
las
causas
y
efectos
de
tal
salto
neoténico,
quedando
sin
respuesta
el
cómo,
el
porqué
y
el
para
qué
de
este
fenómeno.
Intentaremos
dilucidar
este
misterio
en
las
próximas
líneas.
La
respuesta
a
cómo
tiene
lugar
el
salto
neoténico
es
bien
sencilla:
el
salto
neoténico
se
produce
por
el
adelanto
del
parto
en
la
especie
humana.
Es
decir,
se
trata
de
un
parto
prematuro,
en
el
que
el
feto
humano
accede
a
la
vida
extrauterina
inmaduro,
posiblemente
hacia
la
mitad
del
desarrollo
normal
del
feto
de
simio.
No
obstante,
la
neurogénesis
es
un
proceso
precoz
en
el
hombre,
de
manera
que,
aun
prematuro,
el
feto
ha
llevado
a
cabo
gran
parte
de
la
proliferación
neuronal
en
el
momento
del
nacimiento.
Es
verdad
que
aún
le
quedan
por
realizar
las
tareas
más
50