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J.
R.
Lacadena
y
F.
Mayor
Menéndez
arrestinas,
abriendo
nuevos
perspectivas
sobre
el
funcionamiento
y
los
mecanismos
de
señalización
de
esta
familia
de
proteínas
(29,
30).
5.
DESVELANDO
LA
ESTRUCTURA
TRIDIMENSIONAL
DE
LOS
RECEPTORES
ACOPLADOS
A
PROTEÍNAS
G.
A
pesar
del
inmenso
progreso
que
suponían
estos
nuevos
avances,
persistían
algunas
preguntas
clave:
¿cómo
y
dónde
se
unen
los
ligandos
de
GPCRs
de
forma
específica?
¿cómo
se
transmite
la
señal
y
se
promueve
la
activación
de
las
proteínas
G?
La
respuesta
a
estas
preguntas
requirió
de
nuevos
experimentos
bioquímicos
y
biofísicos
y,
muy
particularmente,
precisaba
dilucidar
la
estructura
cristalina
de
estos
receptores.
Tras
trasladarse
a
la
Universidad
de
Stanford
(California)
en
1989,
Brian
Kobilka
se
propuso
un
reto
que
tardó
casi
20
años
en
alcanzar:
determinar
la
estructura
en
el
espacio
de
esos
receptores.
Este
proyecto
presentaba
algunos
retos
muy
difíciles
de
resolver:
los
GPCRs
son
proteínas
de
membrana
de
poca
abundancia
relativa
y
son
proteínas
muy
dinámicas,
capaces
de
adoptar
diversas
conformaciones,
así
como
altamente
inestables
en
detergentes,
presentando
poca
exposición
de
superficies
hidrofílicas.
Todo
ello
suponía
un
auténtico
reto
a
la
hora
de
intentar
su
cristalización.
Para
hacer
frente
a
estas
dificultades
el
grupo
de
Brian
Kobilka
en
colaboración
con
investigadores
como
Gebhard
Schertler
y
Raymond
Stevens
desarrollaron
diversas
soluciones
alternativas
(31--33),
que
incluyeron
el
desarrollo
de
sistemas
de
expresión
de
alto
rendimiento
de
receptores
recombinantes
en
baculovirus,
la
utilización
de
nuevos
detergentes,
la
co--
cristalización
de
receptores
con
antagonistas
o
agonistas
inversos
capaces
de
estabilizar
conformaciones
específicas
del
receptor;
el
incremento
del
área
hidrofílica
de
los
receptores
para
facilitar
la
cristalización
mediante
la
fusión
con
fragmentos
tipo
FAb
o
“nanobodies”
o
con
T4
lisozima,
la
utilización
de
mutantes
de
receptores
con
mayor
estabilidad…
Todo
ello
permitió
publicar
en
el
año
2007
la
primera
estructura
del
receptor
beta2--adrenérgico
unido
al
antagonista
carazolol
(31).
Este
avance
facilitó
también
la
comparación
detallada
con
las
estructuras
tridimensionales
de
la
rodopsina
que,
gracias
a
su
mayor
abundancia
y
facilidad
de
purificación,
se
habían
obtenido
por
diversos
autores
particularmente
Krzystztof
Palczewski
y
Okada
alrededor
del
año
2000
(34,35).
Estos
progresos
en
la
"ingeniería"
de
GPCRs
y
su
cristalografía
han
permitido
un
avance
acelerado
en
los
últimos
años
en
el
conocimiento
de
nuevas
estructuras.
A
finales
del
año
2012
se
habían
obtenido
16
estructuras
de
GPCRs,
9
de
ellas
publicadas
en
el
propio
año
2012
(revisado
en
referencia
36)
.
Entre
estas
144