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J.
R.
Lacadena
y
F.
Mayor
Menéndez
receptores,
definidos
por
su
“estrategia”
para
transformar
la
señal
extracelular
en
una
intracelular
(Figura
1):
• Receptores
acoplados
a
canales
iónicos.
Son
proteínas
de
membrana
que
• dejan
pasar
iones
a
través
de
ellas
sólo
si
está
presente
el
mensajero
en
la
• parte
extracelular.
Estos
receptores
actúan
como
“compuertas”
que
se
abren
transitoriamente
dejando
pasar
calcio,
sodio
o
cloruro
(dependiendo
136
del
receptor)
a
favor
de
su
gradiente
electroquímico.
Este
tipo
de
receptores
(constituidos
por
varias
subunidades
de
proteínas
transmembrana)
son
especialmente
abundantes
en
células
excitables
caracterizadas
por
una
gran
rapidez
de
respuesta,
como
las
neuronas
o
las
células
musculares.
Receptores
con
actividad
enzimática
propia.
Son
en
general
proteínas
con
una
región
transmembrana
que
presentan
un
sitio
de
unión
del
mensajero
situado
en
el
exterior
de
la
célula
y
una
zona
con
actividad
enzimática
(sitio
catalítico)
en
el
interior.
La
unión
del
mensajero
provoca
cambios
en
el
receptor
(que
en
muchos
casos
implica
su
dimerización,
es
decir,
su
cercanía
a
otro
receptor
similar)
que
resultan
en
la
estimulación
de
su
actividad
catalítica.
Muy
frecuentemente
esa
actividad
es
de
tipo
quinasa,
es
decir,
provoca
la
fosforilación
en
un
residuo
de
tirosina,
de
serina
o
de
treonina
de
la
propia
proteína
receptora
y
de
otras
proteínas
celulares,
modificando
transitoriamente
su
función.
Muchos
mensajeros
de
tipo
peptídico,
como
la
insulina,
y
muchos
factores
que
controlan
el
crecimiento
de
las
células
utilizan
este
tipo
de
receptores.
Receptores
acoplados
a
proteínas
G.
En
las
dos
tipos
de
receptores
anteriores,
la
capacidad
de
reconocer
al
mensajero
y
de
promover
y
amplificar
una
señal
intracelular
(a
través
de
un
canal
iónico
o
una
actividad
enzimática)
residían
en
la
misma
proteína.
En
este
último
tipo
participan
3
proteínas
de
membrana
distintas:
el
receptor
(que
es
en
este
caso
una
proteína
que
atraviesa
7
veces
la
membrana),
unas
proteínas
transductoras
denominadas
proteínas
G
(situadas
en
la
periferia
interna
de
la
membrana
plasmática)
y
otra
proteína
efectora
o
amplificadora.
Entre
estas
proteínas
efectoras
se
encuentran
la
adenilil
ciclasa
(que
produce
el
segundo
mensajero
denominado
AMP
cíclico
a
partir
del
ATP
celular),
fosfolipasas
(que
“liberan”
segundos
mensajeros
“almacenados”
en
forma
de
lípidos
en
la
membrana),
o
canales
para
diversos
iones.
Este
sistema
de
señalización
ha
tenido
un
gran
“éxito
evolutivo”,
ya
que
es
la
familia
de
receptores
más
extensa,
más
ubicua
y
más
versátil.
Los
humanos
tenemos
casi
mil
receptores
de
esta
familia
en
nuestro
genoma
(1--4),
capaces
de
reconocer
específicamente
a
un
repertorio
extremadamente
variado
de
estímulos,
desde
fotones
en
la
retina
a
múltiples
aromas
en
el
epitelio
olfativo,
pasando
por
receptores
para
aminas
biógenas,
aminoácidos,