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A.
G.
Bueno
3º.
Sobre
la
asistencia
de
los
practicantes
a
la
enseñanza.
4º.
Sobre
la
continuacion
de
los
Boticarios
de
Camara
como
colegiales
natos.
5º
Sobre
la
fabricacion
de
la
triaca
conforme
a
lo
dispuesto,
y
anteriormente
practicado…”
(39).
El
Colegio
reunió
a
los
boticarios
en
junta
general
pocos
días
después,
el
13
de
febrero,
tan
sólo
quince
personas
acudieron
a
la
llamada,
en
ella
se
aprobaron
los
acuerdos
de
la
anterior
junta
particular
y
se
eligió
a
la
comisión
que,
en
nombre
del
Colegio
de
Boticarios
habría
de
redactar
el
informe:
Asensio
García
Ordóñez,
el
director
de
la
Corporación;
Casimiro
Gómez
Ortega,
su
colegial
decano;
y
los
colegiales
Placido
de
Briega
Regidor,
Vicente
Rodríguez,
Francisco
Villegas
y
Fermín
Sessé
“…
para
qe
asociados
conferenciasen
y
acordasen
quanto
hallasen
pr.
combeniente
exponer
sobre
dichos
puntos;
y
qe
pudiese
el
sr.
Director
convocar
á
quantos
Boticarios
de
Madrid
tubiese
por
combeniente
fuesen,
o
no
Colegiales,
para
que
cada
uno
manifestase
su
dictamen…”
(40).
Casimiro
Gómez
Ortega,
cada
vez
más
distanciado
de
sus
compañeros
de
profesión
(41),
rehusó
participar
en
esta
comisión,
por
lo
que
fue
sustituido
por
el
secretario
de
la
Corporación,
José
Sánchez
(42).
No
volverá
a
celebrarse
nueva
reunión
colegial
durante
éste
1812
(43).
Y
no
fue
porque
el
Supremo
Consejo
de
Sanidad
no
solicitara
la
participación
de
los
boticarios
madrileños
en
sus
trabajos;
en
oficio
de
7
de
febrero
de
éste
1812,
firmado
por
su
secretario,
Juan
de
Dios
Tormes,
comunica
al
Colegio
su
acuerdo
de
que:
“…
se
imprima
y
publique
una
lista
de
los
profesores
de
los
tres
ramos
de
la
ciencia
de
curar
que
han
acreditado
con
la
exhibicion
de
sus
títulos
en
el
Consejo
qe
pueden
exercer
su
respectiva
profesion
en
Madrid;
y
que
en
ellas
se
distingan
por
articulo
separado
los
individuos
de
ese
Rl.
Colegio,
á
cuyo
efecto
me
ha
mandado
dho
Consejo
pasar
á
V.
oficio
como
lo
executo,
a
fin
de
que
se
sirva
dirigirme
lista
de
todos
ellos
con
expresion
de
la
antigüedad
de
su
revalidacion,
de
las
señas
de
sus
habitaciones,
y
de
si
tienen
algun
distintivo
ó
decoracion
qe
deseen
convenga
ó
denote
en
dha
lista,
como
si
son
de
la
Academia
Medica
Matritense,
&…”
(44).
Nuevo
testimonio
que
corrobora
la
colegiación
como
un
elemento
“para
adquirir
(…)
Honores
y
Luces”,
no
como
una
exigencia
para
la
práctica
profesional.
Y
pocos
días
después,
el
29
de
éste
febrero
de
1812,
un
oficio
de
Antonio
de
Gimbernat,
con
el
visto
de
Juan
de
Dios
Fornés,
solicitando
la
colaboración
colegial
para
redactar
una
nueva
Farmacopea,
una
nueva
Tarifa
y
un
nuevo
Petitorio
(45).
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