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Boticas
y
boticarios
en
el
Madrid
de
1812
encarecidamente
se
esfuerce
en
su
alivio
con
los
socorros
que
pueda,
y
particularmente
en
el
día
con
hilas
para
el
militar,
del
que
está
absolutamente
exhausto;
y
que
se
recibirán
en
el
mismo,
y
en
el
despacho
principal
del
diario
calle
de
Alcalá…”(9).
Esta
crisis
afectó
también
a
los
recursos
económicos
de
los
boticarios,
un
grupo
profesional
que,
en
su
conjunto
y
hasta
donde
la
documentación
de
carácter
económico
nos
permite
conocer,
se
sitúa
en
una
clase
burguesa
privilegiada.
La
disminución
de
sus
ganancias
se
hace
evidente
en
la
imposibilidad
de
mantener
a
parte
del
personal
hasta
entonces
adscrito
a
su
servicio:
preceptores,
como
el
que
había
trabajado
en
la
casa
del
boticario
Benito
Calonge
(10);
mayordomos,
como
el
que
sirviera
a
Silverio
Pérez
(11);
o
asistentas
como
la
que
trabajaba
para
el
boticario
de
la
calle
de
Alcalá,
anunciarán
su
disponibilidad
laboral
desde
las
páginas
del
Diario
de
Madrid,
ofreciendo
sus
servicios
‘aunque
sea
por
la
mitad
del
salario’
(12).
2.
EL
REAL
COLEGIO
DE
FARMACIA
Las
Ordenanzas
de
Farmacia
promulgadas
en
1804
establecieron
la
fundación,
en
Madrid,
de
un
Real
Colegio
de
Farmacia,
dedicado
a
la
formación
de
los
futuros
profesionales,
bajo
la
tutela
de
la
Junta
Superior
Gubernativa
de
Farmacia.
La
institución
fue
formalmente
constituida
el
5
de
mayo
de
1806,
empleando
como
locales
los
mismos
de
que
disponía
el
Real
Colegio
de
Boticarios
de
Madrid,
en
los
comienzos
de
la
calle
de
Atocha,
frente
al
Hospital
General
y
que,
hasta
entonces,
habían
estado
ocupados
--al
menos
parcialmente--
por
el
Real
Colegio
de
San
Carlos,
como
vestigio
de
lo
que
fue
la
efímera
existencia
de
la
Facultad
Reunida,
en
el
inicio
del
siglo
XIX.
Allí
permanecerá
hasta
que,
en
1815,
se
trasladara
a
una
nueva
sede,
en
la
calle
del
Barco
(13).
Apenas
iniciadas
sus
tareas,
en
1812
las
enseñanzas
se
distribuían
en
tres
cursos:
Historia
Natural
con
sus
ramas
(Botánica,
Mineralogía
y
Zoología)
constituía
el
primero;
Química
se
impartía
en
el
segundo
y
Farmacia
en
el
tercero
y
así
permanecería
hasta
1815
en
que
un
cambio
en
los
planes
de
estudio
elevaría
a
cuatro
el
número
de
años
que
habrían
de
cursarse.
En
éste
1812
el
Colegio
de
Farmacia
contaba
con
tal
solo
dos
profesores:
Pedro
Gutiérrez
Bueno,
‘Petrus
Bonus’,
quien
ejercía,
cuando
su
delicada
salud
se
lo
permitía
(14),
como
jefe
local
del
Colegio
y
Antonio
de
la
Cruz
Martín.
No
disponemos
del
número
de
alumnos
matriculados
en
1812,
pero
no
debió
desviarse
mucho
de
los
20
que
lo
hicieron
en
1808
o
de
los
25
que
firmaron
en
1813.
Las
actas
del
Colegio
mantienen
que
debían
matricularse
como
alumnos
todos
los
practicantes
de
farmacia,
menores
de
veinticinco
años,
en
especial
los
113