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ENDOCANNABINOIDES….
pequeña
escala)
a
la
formación
de
algunas
personas.
En
estos
tiempos
que
nos
toca
vivir,
en
los
que
el
mercantilismo
más
despiadado
se
ha
adueñado
no
ya
de
la
política
y
la
economía
de
altos
vuelos
sino
del
día
a
día
de
muchos
ciudadanos
de
a
pie,
no
me
parece
necesariamente
deseable
que
la
Universidad
se
deba
adaptar
a
esa
Sociedad,
como
muchas
veces
se
nos
pide,
sino
que,
por
el
contrario,
la
Universidad
debería
tratar
de
reconducir
este
devenir
muchas
veces
errático
de
nuestra
Sociedad.
Así,
aunque
a
veces
el
ajetreo
cotidiano
de
nuestra
labor
docente
e
investigadora
nos
pueda
hacer
olvidarlo,
a
mi
modo
de
ver
la
transmisión
de
valores
como
la
solidaridad,
la
honestidad
y
el
pensamiento
crítico
es
no
ya
“una”
sino
“la”
tarea
esencial
de
nuestra
institución.
Ojalá
que
entre
todos
seamos
capaces
de
conseguirlo.
En
el
marco
de
las
moléculas
sobre
las
que
he
centrado
mayoritariamente
mi
carrera
investigadora,
esto
es,
los
lípidos,
mi
disertación
científica
versará,
como
reza
su
título,
sobre
unas
moléculas
de
naturaleza
lipídica
que
actúan
como
mensajeros
químicos
en
nuestro
organismo
y
sobre
las
cuales
nuestro
grupo
ha
estado
investigando
activamente
durante
los
últimos
años.
Se
trata
de
los
endocannabinoides.
La
marihuana
(Cannabis
sativa
L.)
es
la
droga
ilegal
más
ampliamente
consumida
en
Occidente.
Químicamente
hablando
se
trata
de
la
única
especie
del
Reino
Vegetal
que,
por
lo
que
hoy
en
día
sabemos,
produce
“cannabinoides”,
una
familia
de
moléculas
de
la
cual
ya
conocemos
casi
un
centenar
de
representantes
diferentes.
Aunque
no
se
han
estudiado
con
detalle
las
propiedades
farmacológicas
de
la
mayoría
de
estos
compuestos,
está
ampliamente
aceptado
que
el
?9--
tetrahidrocannabinol
(THC)
es
el
más
importante
de
ellos
debido
tanto
a
su
alta
abundancia
en
la
planta
como
a
su
elevada
potencia
de
acción.
Otros
cannabinoides,
como
el
cannabinol
y
el
cannabidiol,
pueden
aparecer
así
mismo
en
niveles
significativos
en
la
planta
y
sus
preparados,
pero
su
potencia
de
acción
es
claramente
más
reducida
que
la
del
THC.
Desde
hace
aproximadamente
20
años
sabemos
que
el
THC
ejerce
su
gran
variedad
de
efectos,
tanto
en
el
sistema
nervioso
central
como
en
distintas
localizaciones
periféricas,
debido
a
que
es
similar
a
una
familia
de
moléculas
producidas
por
nuestro
organismo
y
cuya
acción
por
tanto
mimetiza.
Estas
moléculas
se
denominan
por
ello
“cannabinoides
endógenos”
o
“endocannabinoides”,
y,
químicamente
hablando,
se
trata
de
una
familia
más
de
derivados
bioactivos
del
ácido
araquidónico,
esto
es,
el
ácido
eicosatetraenoico
(20
átomos
de
carbono
y
cuatro
dobles
enlaces
cis
en
las
posiciones
5,
8
11
y
14),
el
cual,
como
bien
sabemos,
se
emplea
de
precursor
para
la
generación
de
un
gran
número
de
mensajeros
químicos
en
nuestro
organismo.
En
concreto,
los
endocannabinoides
comprenden
dos
compuestos
de
naturaleza
eicosanoide:
por
un
lado,
la
N--araquidoniletanolamina
(AEA),
esto
es,
la
amida
del
ácido
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