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LILIANA SCHIFTER ACEVES Y COLS.  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

para fundar dicha Academia, mismo que les fue concedido inmedia-
tamente. Acto seguido, Río de la Loza asumió la presidencia.

    Vale la pena aclarar que el uso de la Farmacopea Mexicana edi-
tada en 1846 no fue obligatorio en todo el territorio nacional, debido
a que la legislación sanitaria era prácticamente inexistente en las
condiciones de inestabilidad política imperantes en la joven nación
mexicana durante la primera mitad de la centuria decimonónica. En
este aspecto, la máxima autoridad en cuestiones sanitarias era el
Consejo Superior de Salubridad, donde Leopoldo Río de la Loza se
desempeñaba en el importante cargo de secretario.

    La Farmacopea Mexicana está escrita en español y sus fuentes son
principalmente dos, en lo que a materia médica se refiere. La pri-
mera es el Ensayo a la materia médica vegetal de México (1791) y
la segunda es el Ensayo para la materia médica mexicana (1832). El
farmacéutico español Vicente Cervantes (1758-1829), célebre perso-
naje en la institucionalización de la farmacia en México, fue el autor
de la primera y en ella describe alrededor de 400 plantas (10-15).

    Su tarea fue facilitada por el hecho de que el estudio de las
plantas medicinales no era desconocido para los antiguos mexica-
nos, como tampoco para los habitantes de la Nueva España, donde
los usos y abusos de las mismas eran bien conocidos. Basta poner
como ejemplo al famoso Códice de la Cruz Badiano —que marca el
nacimiento de los textos sobre la materia médica mexicana— con-
cluido hacia 1552 en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco (16-
17). Otra recopilación temprana de la terapéutica vegetal indígena
fue la realizada por el protomédico Francisco Hernández, quien lo-
gró hacer la descripción de 2.901 especies mexicanas (18).

    Hoy en día muchas de las plantas descritas en el Ensayo de Cer-
vantes aún forman parte de la terapéutica nacional. Es necesario
enfatizar que uno de los propósitos de este Ensayo era el de recoger
la tradición botánica local con la intención de sustituir, siempre que
fuera posible, las drogas provenientes del exterior. Este mismo espí-
ritu es el que impulsa a la Comisión que elaboró la Farmacopea Me-
xicana de 1846.

    La otra fuente de consulta fundamental en esta primera Farma-
copea fue el Ensayo para la Materia Médica Mexicana del español

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