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LILIANA SCHIFTER ACEVES Y COLS. AN. R. ACAD. NAC. FARM.
5. EL FINANCIAMIENTO Y EL CARÁCTER OFICIAL
Otro paralelismo reside en la naturaleza de las organizaciones
detrás de la publicación del texto y la procedencia de los recursos
financieros destinados a tal fin. En el caso estadounidense, la ini-
ciativa fue totalmente financiada por el sector privado. En el contra-
to firmado con Charles Ewer, reconocido editor médico y científico
bostoniano, los editores acordaban la cesión de los derechos de autor
de la obra durante un periodo de diez años a cambio de 1.600 copias
del texto y 1.600 dólares para solventar los gastos de toda la gestión.
De los 1.600 dólares obtenidos, casi 1.400 se utilizaron para compen-
sar los gastos de viaje de los delegados y miembros del comité, y los
200 restantes fueron asignados a la County Medical Society of New
York donde se había gestado el proyecto.
Hoy en día, las responsabilidades de publicación recaen todavía en
la Convención de la USP, una organización privada formada princi-
palmente por voluntarios y totalmente desvinculada de las dependen-
cias estatales sanitarias. Al ser un producto de la empresa privada, la
USP nunca ha sido un estándar farmacéutico oficial en el estricto sen-
tido de la palabra. Sus autores carecen de la capacidad legislativa para
establecerlo así. Sin embargo, la Federal Food and Drug Law de 1906
y su sucesora, la Food, Drug and Cosmetic Act de 1938, eligieron a
la USP y al National Formulary (NF-14), como los «estándares ame-
ricanos legales» para medicamentos, dado el rigor científico de sus
contenidos (21-22). Esto quiere decir que las especificaciones de los
fármacos contenidos en ambos textos son consideradas por la FDA
(Food and Drug Administration) como los parámetros más confiables
de pureza, potencia y calidad. Vale la pena mencionar que el Natio-
nal Formulary cuando fue publicado por primera vez en 1888, incluía
fórmulas y preparaciones no oficinales y funcionaba como una farma-
copea secundaria semi-oficial.
El caso de México es bastante particular. Si bien es cierto que
actualmente la responsabilidad de la publicación de la Farmacopea
de los Estados Unidos Mexicanos recae exclusivamente en el Estado
a través de la Secretaría de Salud, esto no siempre fue así. Aunque
los fondos para la publicación de la Farmacopea de 1846 salieron de
las arcas del gobierno de la República —lo cual es una muestra del
apoyo dispensado por las autoridades a los integrantes de tan impor-
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