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VOL. 74 (1), 51-64, 2008 LOS HALÓGENOS, ¿MATERIA MINERAL FARMACÉUTICA?
cias por un joven estudiante de Farmacia, no por azar, sino como fru-
to legítimo de una investigación científica. La Memoria constaba de
13 partes y consistía en un estudio físico-químico del elemento, del
ácido hidromurídico, sus sales y variadas reacciones. Gay Lussac
sugiere (19) cambiar el término «muride» por bromo (del griego bro-
mos, hediondo), con objeto de evitar confusiones. El trabajo concluía
indicando que se había identificado bromo en agua de mar y de sali-
nas, plantas y animales marinos y aguas minerales procedentes de los
Pirineos, e iba seguido por el informe de un Comité (Vauquelin, The-
nard y Gay Lussac) nombrado por la Academia de Ciencias, para ve-
rificar el descubrimiento de una sustancia similar al iodo y al cloro.
Como expresa Dumas: «El descubrimiento del bromo constituye
un punto de partida entre dos épocas de la historia de la Química.
Antes del mismo los elementos eran considerados independientes
unos de otros, ordenándose después por familias naturales, que
cuando están incompletas permiten no sólo prever el descubrimien-
to del elemento ignorado cuyo lugar permanecía vacío, sino también
predecir todas sus propiedades» (21). Dumas había vivido en el sur
de Francia ejerciendo también allí de farmacéutico, y ayudó (22) a
Balard a situarse en la Facultad de Ciencias, en la Sorbona, y a ser
elegido Académico de Ciencias en 1844.
Balard accede a profesor de la Escuela Normal en 1846, y a los
cuarenta y cinco años, ocho después de llegar a la capital, había
ascendido a la élite intelectual y se movía en los círculos de poder
de la ciencia parisina (22-23). Quizás debido a sus orígenes, era una
persona austera convencida de que era posible formar a los alumnos
con pocos medios, en contra de la opinión de Dumas, que estaba
siempre dando guerra con los recursos. A pesar de sus ascéticas
excentricidades, sus estudiantes tenían devoción por él, y el por ellos.
Louis Pasteur, tras graduarse en la Escuela Normal en 1846, iba a
ser destinado a un centro de enseñanza secundaria en Tournon,
Ardèche, a lo que Balard se opuso enérgicamente, y Pasteur —que
llegaría a ser director de los estudios científicos de la Escuela—
comenzó la carrera como preparador suyo (22), recibiendo el apoyo
de Balard en su dura batalla contra la generación espontánea.
Balard acogió a Adolfo Wurtz (recién llegado de provincias) en su
modesto laboratorio de la Sorbona, y a Marcellin Berthelot (Diplo-
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