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MARIANO ESTEBAN RODRÍGUEZ ANAL. REAL ACAD. NAC. FARM.
sea eficaz es necesario activar tanto la respuesta humoral como la
celular. Una dificultad añadida es la alta tasa mutacional del virus
lo que conlleva a crear resistencia frente a drogas antirretrovirales y
escapar a la acción de los anticuerpos. Cada célula infectada contie-
ne al menos un genoma viral distinto del que causó la infección
inicial, lo que origina el fenómeno de «cuasiespecies» y la dificultad
para eliminar a todos los genomas virales que se diferencian entre
si por mutaciones en distintas regiones del genoma. Aunque los ais-
lados del VIH son muy diversos en su secuencia, estos virus se agru-
pan en distintos subtipos, entre los que el subtipo B es el mas pre-
valente en Europa y América del Norte, mientras que el subtipo C se
encuentra mayoritariamente en África e India. Aproximadamente el
80% de todas las infecciones por VIH están causadas por los subti-
pos B y C, de las que el subtipo C representa actualmente el 50% de
las infecciones.
Durante el proceso de infección que ocurre por unión del virus
a través de la proteína Env con los linfocitos T CD4+ que contienen
el receptor de quimioquinas CCR5 o CXCR4, se producen en las
primeras horas abundantes partículas infectivas con la consiguiente
muerte y destrucción de las células infectadas. La mayor parte de las
células infectadas y partículas virales son eliminadas rápidamente
por activación de una respuesta inmune específica, pero sin embar-
go una pequeña población de células infectadas permanecen y van
a ser las responsables del mantenimiento de la infección y cronici-
dad de la misma. Aunque se produce una respuesta inmune humo-
ral, los niveles de anticuerpos neutralizantes son bajos y aparecen
después del control inicial de la infección por la respuesta inmune
celular. Sin embargo estos anticuerpos no van a poder controlar la
infección posterior debido a la aparición de mutantes virales que
escapan dicha acción neutralizante. Los datos experimentales apo-
yan a que es la respuesta celular la que controla la infección viral,
tanto durante la infección primaria como en la cronicidad de la
infección. Así pues, células T CD8+ aisladas de individuos HIV+
pueden controlar la infección del VIH-1 cuando se añaden a células
autólogas CD4+ del mismo paciente y esta inhibición es mediada por
acción directa de la destrucción celular por linfocitos T citotóxicos
y por la producción de moléculas mediadoras de la acción antiviral,
como son quimioquinas (CCL3, CCL-4, CCL-5) y citoquinas (IL-2,
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