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VOL. 72 (2), 235-281, 2006  LA EVOLUCIÓN Y EL ASCENSO BIOQUÍMICO-MOLECULAR...

4.3.2. Genética evolutiva del cerebro humano: desarrollo de oído,
4.3.1. olfato y lenguaje

    Se ha establecido que modificaciones en los genes del oído, del
olfato y del lenguaje constituyeron el impulso decisivo de la ventaja
del hombre en relación a su «primo menor», el chimpancé, de acuer-
do a una comparación minuciosa del genoma casi idéntico de ambas
especies que realizaron científicos norteamericanos encabezados por
Michele Cargill (26).

    Las secuencias de los ADN del hombre y del chimpancé son se-
mejantes en un 99%, a pesar de lo cual estas especies se diferencian
por el modo distinto en que regulan la expresión de sus genes. Apa-
recieron así discrepancias importantes como el lenguaje, la longitud
de los brazos, el vello, la capacidad de trepar y otros. Estos cambios
genéticos correspondieron a desafíos completamente distintos a los
que se vieron enfrentadas estas especies, los cuales ayudaron a me-
jorar, en la misma proporción, sus posibilidades de supervivencia.
Así, por ejemplo, el mejoramiento del sentido del olfato habría in-
fluido en la evolución humana en cuanto a la alimentación y la
elección de pareja. Los investigadores se concentraron en los 7.600
genes comunes a ambas especies comprobándose, sin embargo, que
1.547 genes humanos mutaron con mayor frecuencia contra 1.534
de los chimpancés. De ahí deriva la evolución humana, que además
de mejorar el sentido del olfato, mejoró también el del oído facili-
tando el desarrollo del lenguaje. En cambio, en el chimpancé, las
mutaciones modificaron la estructura del esqueleto facilitando su
agilidad para trepar a los árboles y el aumento del vello que aumen-
tó la protección a los agentes externos (lluvia, etc.). El estudio mos-
tró también que, desde el último antepasado común, se modificó en
el hombre y en el mono uno de cada diez genes. Así, de 78 genes
responsables del metabolismo de las proteínas, mutaron 11, pero no
todas estas mutaciones representaron una «ventaja evolutiva», pues
algunas se tradujeron en desventajas: 7 de esos 11 genes son cono-
cidos por su acción patógena.

    Un hecho de gran interés en el estudio realizado por Cargill y
cols., confirma también la importancia de un factor de transcripción
recientemente descubierto, el «Forkhead-Box-P2», que interviene en
el desarrollo del lenguaje. Este factor ha experimentado muchas mo-

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