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MARIO SAPAG-HAGAR  AN. R. ACAD. NAC. FARM.

dificaciones en el genoma humano, lo cual no es habitual. Con igual
frecuencia mutaron también en el hombre los genes relacionados
con la comprensión del lenguaje hablado (26).

    Otro ejemplo ilustrativo es la mutación del gen MYH16, hace ya
más de dos millones de años, gen del cromosoma humano 7q22 que
codifica para una proteína de la musculatura mandibular correspon-
diente a un tipo de miosina. Como los cambios de la musculatura del
esqueleto influyen sobre los huesos que sostienen, el debilitamiento
tensional del mencionado tipo de miosina permitió que los huesos
del cráneo se volvieran más grandes, posibilitando a su vez un cere-
bro más voluminoso y de mayor potencialidad, cosa que no ocurría
en el mono (27).

4.3.3. La relación mente-cerebro: la ruta del pensamiento
4.3.1. y de la creatividad

    Hace tres siglos, René Descartes consideró a la mente como una
entidad extracorpórea que se expresaba mediante la glándula pineal.
El filósofo francés estaba equivocado en cuanto a esa glándula, pero
suscitó un debate en la relación mente y cerebro al querer explicar
la forma en que la mente inmaterial influye sobre el cerebro y recí-
procamente. Descartes no podía saber en ese tiempo que la maqui-
naria del cerebro está construida y mantenida conjuntamente por
genes y experiencia y, por supuesto, desconocía que la persona ac-
tual es consecuencia de millones de años de evolución. Es la selec-
ción natural la fuerza motriz de la evolución y la responsable de que,
a diferencia de un computador, la construcción del cerebro no obe-
dezca a propósito específico ni a principio concreto de diseño.

    ¿Cómo da cuenta el cerebro del misterio de la imaginación hu-
mana, de la memoria y de los estados de ánimo? Para estudiar estos
problemas, es conveniente considerar a la mente como una sucesión
de procesos mentales, en lugar de una sustancia o un espíritu. A me-
nudo se establece, además, una identidad entre mente y conciencia,
considerada esta última como un sentido de percepción y conoci-
miento de uno mismo. Por otra parte, la mente no está limitada a la
conciencia ni a la corteza del cerebro. Así, los anhelos, los estados
de ánimo, los deseos y las formas de aprendizaje subconsciente han

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