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VOL. 71 (1), 83-110, 2005 NUEVOS DATOS ACERCA DEL VIRUS CAUSANTE DE LA...
«permanecían huidizos». No obstante, Webster concluía su publica-
ción diciendo que «se puede esperar que estudios futuros de heces
de aves y tejidos animales procedentes de tierra helada contribuirán
a desvelar [tales] secretos» (25).
Otro avance decisivo en estos estudios se lograba, en el año
2000, gracias al trabajo de Reid, Fanning, Janczewski y Tauben-
berger (26), al caracterizar el gen de la otra glicoproteína de la
superficie del virus de la gripe de 1918: la neuraminidasa (o, más
exactamente denominada, sialidasa, enzima EC 3.2.1.18). Así, pro-
siguiendo sus investigaciones anteriores, los análisis de muestras
de la misma procedencia que la indicada por ellos en 1999, les
permitieron deducir que «la neuraminidasa de 1918 comparte
muchas características de secuencia y estructurales con las cepas
aviarias, incluyendo el sitio activo conservado, la longitud del pe-
dúnculo [de la molécula de neuraminidasa] del virus tipo salvaje,
sitios de glicosilación, y sitios antigénicos. Filogenéticamente, el
gen de la neuraminidasa de 1918 parece ser intermedio entre ma-
míferos y aves, sugiriendo que fue introducido en los mamíferos
justo antes de la pandemia de 1918» (26). La gravedad de la pan-
demia de 1918-19 en comparación con otras, como la de 1957 (en
que hubo también reemplazamiento tanto de hemaglutinina como
de neuraminidasa), o la de 1968 (en que sólo hubo sustitución de
hemaglutinina), podría explicarse, según estos autores, porque «he-
maglutinina y neuraminidasa fueron antigénicamente nuevas, y a que
el virus no había circulado ampliamente entre la población humana
antes de la primavera de 1918» (26).
A su vez, una «inhabitual función de la neuraminidasa» sería, en
opinión de Goto y Kawaoka (27), la de unirse al plasminógeno y
secuestrarlo, lo que favorecería indirectamente un incremento de la
actividad de la hemaglutinina. (Tal interpretación no es asumida por
otros autores.)
En 2001, el especialista del Instituto Pasteur de París C. Hannoun
señalaba que la neuraminidasa de 1918 es la «antepasada de la de
todas las cepas de virus porcinos y humanos ulteriores. El virus
pandémico parece haber tomado tanto su neuraminidasa como su
hemaglutinina de un virus aviar, mientras que el resto de su secuen-
cia es de origen humano» (8). En cuanto al momento en que dicho
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